PETRÓLEO: Nueva frontera atlántica desafía a ecologistas

El hallazgo de un enorme yacimiento de hidrocarburos a 250 kilómetros de la costa sudoriental de Brasil no altera el mercado mundial actual, pero sí el panorama futuro, pues abre una nueva frontera petrolera en el océano Atlántico Sur y desalienta la búsqueda de energías limpias.

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El gobierno brasileño y la empresa estatal Petrobras anunciaron el 8 de este mes la existencia de entre 5.000 y 8.000 millones de barriles (de 159 litros) de petróleo y gas en un bloque del campo Tupí, en la cuenca de Santos, elevando las reservas nacionales que eran de 13.800 millones de barriles.

Se trata del mayor yacimiento descubierto en el país, y el más grande del mundo en aguas profundas.

Lo más prometedor del hallazgo es que hace parte de un conjunto —formado por las cuencas marítimas de Santos, Campos y Espíritu Santo— de una extensión de 800 por 200 kilómetros, donde Brasil ya extrae casi la totalidad de su petróleo y del que se sabía que contenía mucho más bajo una capa de sal.

En toda esa área hay "como mínimo 50.000 millones de barriles en una estimación conservadora", según Marcio Mello, que durante 26 años fue investigador del centro tecnológico de Petrobras y hoy es socio de la empresa consultora HRT Petroleum, además de presidir la Asociación Brasileña de Geólogos del Petróleo.
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El gobierno habla de 70.000 millones de barriles en las tres cuencas y hay quienes arriesgan la estimación de más de 100.000 millones. Brasil se acercaría así a las reservas de grandes exportadores como Kuwait y Venezuela, aunque muy lejos de Arabia Saudita.

Del otro lado del mar, en las costas de Angola, Congo y Namibia, también hay una cantidad similar de petróleo, ya que la formación geológica es la misma, pues tiene origen en la "apertura del océano Atlántico" que separó los continentes en la prehistoria, sostuvo Mello a IPS, agregando que estudia el asunto "hace 10 años".

Hay una equivalencia entre las reservas de la brasileña cuenca de Campos y Angola, ambos con cerca de 9.000 millones de barriles, y esa correspondencia se reiteraría entre Namibia y la cuenca de Santos, observó el experto.

Pero en África aún no se ha perforado la capa de sal bajo la cual se encuentran esas riquezas. En Brasil, Petrobras hizo su primer pozo en Tupí el año pasado, y comprobó los indicios de existencia de petróleo cuya estimación, aún imprecisa, alcanzó con la segunda perforación concluida en julio.

Petrobras encontró el yacimiento a 6.000 metros bajo la superficie, de los cuales 2.000 metros son de agua y otro tanto de sal, además de rocas y arena, lo que dificultó la exploración y encarecerá la extracción, sin contar los costos del transporte desde alta mar.

Fueron esos altos costos los que demoraron la búsqueda, pese a la vieja certidumbre de los geólogos sobre la existencia de grandes reservas bajo la capa de sal.

La cuenca de Campos, cerca de Río de Janeiro, es la más productiva actualmente porque mucho petróleo "atravesó la capa de sal" que es allí más permeable que en las otras cuencas, explicó a IPS el geólogo Giuseppe Bacóccoli, que trabajó 32 años en el área de exploración de Petrobras, hasta 1997.

Por esa razón debe haber menos hidrocarburos bajo la sal de Campos, al contrario de Santos y Espíritu Santo, acotó el ahora investigador de la Coordinación de Posgrado en Ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Las tres cuencas "son hermanas, pero con características distintas", observó.

El petróleo y el gas son generados por el tipo de roca que está bajo el sal, la llamada Formación Laguna Fea, compartida con África, explicó Mello.

Muchos no creían que hubiera tales yacimientos, pues argüían que bajo tantos kilómetros de sedimento la temperatura superaría los 200 grados y "destruiría todo, los hidrocarburos y los equipos", pero la sal "es excelente conductora, disipa el calor, bajándolo a un máximo de 100 grados", argumentó.

La comprobación de las reservas en Tupí estimulará las inversiones también en las cuencas africanas "poco exploradas por las condiciones políticas", vaticinó Mello, lamentando que Petrobras no haya aceptado la concesión de todas las aguas profundas que Angola le ofrecía en 1990, ahora ocupadas por empresas transnacionales de países ricos.

Hay otras áreas marítimas prometedoras, como el sur del Golfo de México y el litoral de Venezuela, pero todas esas nuevas fronteras no alterarán mucho el mercado petrolero mundial, evaluó Mello. El alza de precios del sector se debe a la brecha entre los hallazgos y el inicio de la producción, explicó.

Tupí, por ejemplo, necesitará cerca de ocho años para alcanzar una producción plena y todas sus reservas sólo atenderían el actual consumo mundial por tres meses. Descubrir otros yacimientos en su cuenca insumirá grandes inversiones, tiempo y muchas perforaciones dispersas en un área equivalente a cuatro territorios de Suiza.

Todo ello, sumado al aumento del consumo interno, impedirá que Brasil se convierta en gran exportador.

Bacóccoli teme que se reduzcan las inversiones, por una tendencia a estatizar estimulada por el hallazgo de Tupí. El gobierno suspendió una subasta de concesiones de nuevos bloques en la cuenca de Santos, alegando la necesidad de revisar sus condiciones ante la nueva realidad.

Mientras, para los ambientalistas aparece "un nuevo desafío", porque el súbito aumento de las reservas petroleras tiende a debilitar el apoyo a las fuentes renovables y limpias, evaluó Délcio Rodrigues, experto en energía de la organización no gubernamental Vitae Civilis, muy activa en cuestiones de cambio climático.

La mayoría de los científicos ven en la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) una de las principales causas del cambio climático.

Es muy prematuro identificar los efectos que tendría esta nueva frontera atlántica petrolera en las negociaciones internacionales para afrontar el cambio climático, pero en Brasil es "preocupante, porque cambia las perspectivas", dijo Rodrigues a IPS.

Este país desarrolló el alcohol carburante vegetal y otras fuentes energéticas no fósiles a causa de las crisis del petróleo de los años 1970, por carecer de reservas y debido a los altos precios internacionales de los hidrocarburos, recordó.

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