La ejecución de ex funcionarios del régimen de Saddam Hussein (1979-2003) están creando divisiones en Iraq que conspiran contra la intención de Estados Unidos de instalar un clima de reconciliación.
Tribunales especiales creados por las autoridades de ocupación estadounidenses se han dedicado a dictar condenas a muerte —como la del propio Saddam Hussein, ahorcado el 30 de diciembre de 2006— a las que muchos iraquíes consideran una revancha política.
"La ejecución de Saddam ha provocado una mayor división entre los grupos religiosos y étnicos", dijo a IPS Salid Al-Ubaidi, estudiante de posgrado en la Facultad de Derecho en la Universidad de Bagdad.
"Ahora van a ejecutar al ex ministro de Defensa Sultan Hashim Ahmed, general reconocido por su profesionalismo que comandó al ejército en la guerra contra Irán" (1980-1988), agregó Al-Ubaidi. "Este hombre es un símbolo del ejército que defendió a Iraq."
El 24 de junio, el Alto Tribunal Iraquí encontró a Ahmed culpable de la muerte de miles de kurdos en los años 80.
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Diversas instancias judiciales y, más recientemente, una celebración religiosa, postergaron la ejecución.
Un funcionario del tribunal que condenó a Ahmed y a varios de sus generales habló con IPS sobre el caso. Pidió que se lo mencionara como "Hassan".
"La sentencia nos sorprendió. Este general cumplió órdenes con notable competencia. ¿Qué nos hace mejores que aquéllos a quienes llamamos dictadores y criminales de guerra?", se preguntó Hassan.
Por su parte, el ex coronel del ejército Saad Abbas dijo a IPS que "estos generales (como Ahmed) son los que derrotaron a Irán en la guerra, y por eso el primer ministro Nouri Al-Maliki y sus amos estadounidenses quieren castigarlos, para complacer a los ayatolás iraníes".
La ira contra las fuerzas de ocupación de Estados Unidos a causa de la sentencia contra Ahmed fue también alimentada por la promesa de asilo que recibió el general antes de entregarse.
"Esa promesa de asilo político fue la razón por la cual se entregó pacíficamente", dijo a IPS un familiar del militar, que pidió mantener su identidad en secreto. "Incluso le pidieron que aceptara un puesto en el nuevo sistema, pero él se negó y quizás por eso lo vendieron a sus enemigos."
"No estamos contentos con la ejecución de este hombre, pero creemos que su error fue confiar en los estadounidenses", dijo a IPS un miembro de la resistencia a la ocupación que también reclamó anonimato.
"Debería haber sabido, como general que negoció con ellos más de una vez, qué clase de gente son. Sobre todo, debió unirse a la resistencia contra la ocupación en lugar de rendirse a sus sucios enemigos", agregó.
Mientras, el ingeniero Thuraya Shamil, que trabaja en la alcaldía de Bagdad, consideró que "este hombre y sus pares representan al ejército que aterrorizó a los tiranos en los países árabes vecinos".
"No pueden olvidar el día en que huyeron de sus palacios como ratas", sostuvo, en alusión a la invasión a Kuwait de 1990, que un año después dio pie a la Guerra del Golfo,.
Otros analizan la situación de manera diferente, pero también opinan que los generales no merecían la pena de muerte.
"En un momento en que buscamos soluciones para nuestras divisiones internas, estas condenas ensanchan la brecha entre las sectas y grupos", comentó a IPS Malik Nazar, miembro del partido Frente para el Diálogo que cuenta con nueve bancas en el Parlamento.
"Debemos dejar de sacrificar a nuestros hombres con el único propósito de enviar mensajes de compasión a los iraníes y otros que sienten enemistad hacia nuestros heroicos hombres del ejército", agregó.
Un maestro de la capital dijo a IPS que los tribunales están condenando "a todos los árabes sunitas que podrían liderar algún día a los iraquíes, o al menos a un grupo de iraquíes, cuando las sucias fuerzas de ocupación se retiren".
"Mientras los iraníes y los kurdos sean nuestros gobernantes reales, todos nuestros buenos hombres serán siempre tomados como blanco", concluyó.