MEDIO ORIENTE: Apuestas en el camino a Annapolis

Muchos críticos temen que los riesgos de la inminente reunión entre palestinos e israelíes en la ciudad estadounidense de Annapolis, sean mayores de lo que los participantes están dispuestos a reconocer.

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, se reunió el lunes con la secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, en Ramalá, con el fin de mostrar optimismo ante las negociaciones patrocinadas por el gobierno de George W. Bush y su potencial para avanzar hacia un Estado palestino. "El fracaso de esa reunión, que será el último esfuerzo del gobierno (de Bush) en esta materia, tendrá serias consecuencias", advirtió Rita Hauser, ex jefa del Consejo Asesor en Inteligencia Extranjera del presidente, y actual presidenta de la Academia Internacional de Paz, en una conferencia sobre las próximas reuniones.

Recordando el brote de violencia de la segunda Intifada —revuelta palestina contra la ocupación israelí desatada en 2000 cuando fracasó una cumbre auspiciada por el entonces presidente estadounidense Bill Clinton—, muchos temen que el colapso de las conversaciones, o incluso la frustración que causaría un mero gesto público, vuelva a encender la guerra entre Israel y Palestina.

En su aparición con Abbas, Rice se refirió dos veces a las negociaciones como una "plataforma de lanzamiento" para futuras negociaciones.

"Ellos definirán cualquier resultado de Annapolis —una fotografía para la prensa, declaraciones, o besos en ambas mejillas— como un éxito. En el mundo real nosotros sabremos que fue un fracaso", sentenció Hauser.

La programación de la conferencia —prevista para fines de noviembre, aunque con más probabilidades de realizarse a inicios de diciembre— es una muestra de que son ciertas las críticas.

Tanto el primer ministro israelí Ehud Olmert como Abbas —también conocido como Abu Mazen— asistirán a la reunión, en la que se discutirían algunos de los detalles preliminares de los acuerdos para alcanzar un Estado palestino.

Pero ambos lados ya expresaron preocupaciones por los detalles específicos de un eventual acuerdo. La semana pasada, los negociadores palestinos declararon que estaban buscando un calendario hacia la fundación del Estado palestino, con un plan específico de implementación. Ese anuncio disparó la respuesta de los israelíes de que negociarían a puertas cerradas y no en la prensa.

Se dice que Israel busca solamente una declaración vaga que muestre un deseo conjunto de dar pasos hacia un proceso de paz, en lugar de compromisos concretos sobre cualquiera de los asuntos que hasta ahora han impedido un acuerdo y sobre el "estatus final" que dé a luz la existencia de un Estado palestino.

Algunos analistas creyeron que las negociaciones fracasarían antes de empezar cuando Olmert anunció la semana pasada que tenía cáncer de próstata, pero el primer ministro israelí también habló con Rice y Abbas y les aseguró que planeaba asistir a la conferencia de Annapolis antes de pasar por el quirófano.

"Ahora no ocurrirá nada entre las dos partes", dijo Hauser a propósito de que la conferencia carecerá de una participación amplia de los vecinos árabes que tienen considerables intereses en las negociaciones. "Hay que incluir un escenario mayor", recomendó.

Ni Siria, ni Líbano, ni Jordania, ni Egipto tienen previsto asistir a la conferencia. Los tres últimos recibieron a 2,5 millones de refugiados palestinos, cuyo "derecho a regresar" a un futuro Estado ha sido punto de controversia importante entre las dos principales partes negociadoras.

"Ya no se puede excluir esos problemas", dijo Hauser, citando también la reciente y misteriosa incursión del ejército israelí en Siria y la guerra del año pasado entre Israel y el movimiento chiita proiraní Hizbolá en territorio libanés.

Otro actor no invitado por Estados Unidos es el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), calificado como terrorista por Washington y ganador de las elecciones palestinas de enero de 2006.

Hamas se alzó en armas contra el moderado movimiento Fatah, de Abbas, tras el fracaso de un acuerdo para compartir el poder.

El conflicto entre las dos facciones culminó en junio cuando Hamas tomó por la fuerza el control de la franja de Gaza, dividiendo en dos a la Autoridad Nacional Palestina, pues Fatah retuvo Cisjordania.

Mantener a Hamas alejado de la mesa de negociaciones podría conducir a un mayor apoyo popular al movimiento islámico.

En caso de que la conferencia se frustre, "los mayores perdedores serán Abu Mazen y Fatah", dijo Paul Scham, académico adjunto del Instituto de Medio Oriente en Washington y ex director del Instituto Truman para la Paz de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

"Ellos presentaron una agenda moderada para obtener concesiones de Israel y Estados Unidos. Hamas puede decir entonces que Israel no va a abandonar nada mediante negociaciones", agregó.

Tanto Scham como un grupo de mujeres israelíes y palestinas que se reunieron en el Centro Internacional Woodrow Wilson, en Washington, creen que si bien Olmert y Abbas son demasiado débiles políticamente como para hacer concesiones serias, y Bush ingresa en la etapa final de su presidencia, todavía puede haber un resultado positivo.

La activista Maha Abu-Dayyeh Shamas lamentó el aislamiento de Hamas de la comunidad internacional, y señaló que ese movimiento está empezando a dividirse entre pragmáticos e ideólogos. Esa escisión podría alentar a Hamas a reconocer a Israel y abrir la puerta a las negociaciones.

"Estamos ante una ventana de un año o año y medio antes de que la solución de los dos estados quede por el camino. Éste no es momento de ser pesimistas u optimistas, sino de suspender el descreimiento", dijo Naomi Chazan, profesora israelí y ex vicepresidenta de la Knesset, el parlamento del Estado judío.

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