Los israelíes que se oponen a firmar un acuerdo de paz con el presidente palestino Mahmoud Abbas suelen afirmar que se trata de un líder débil, que carece de predicamento político como para implementarlo.
Pero en las últimas semanas, cualquier ciudadano de cualquier país del mundo preocupado en informarse sobre el proceso de paz en Medio Oriente podría hacer afirmaciones similares sobre el primer ministro israelí Ehud Olmert.
La oposición logró la semana pasada la aprobación de una ley que establece una mayoría especial de dos tercios del Knesset (parlamento) para cualquier cambio en las fronteras de la ciudad de Jerusalén.
La iniciativa tiene la intención de dejar en falsa escuadra a Olmert en las vísperas de una cumbre, convocada por Estados Unidos en la ciudad de Annapolis con el objetivo de reanimar las paralizadas negociaciones de paz. Legisladores oficialistas dieron su voto en favor de la ley.
Israelíes y palestinos dialogan en estos días para acordar una declaración de principios rumbo a la cumbre. La secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice realizó varias visitas a la región para agilitar el proceso.
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Washingron confía en que la reunión en Annapolis abrirá negociaciones sustanciales hacia un acuerdo definitivo de paz que incluya la creación de un estado palestino. De todos modos, aún no emitió invitaciones para la cumbre, si bien se perfila el 27 de este mes como la fecha más probable.
Al fin y al cabo, Olmert se dirigirá a Annapolis, en el estado de Maryland, pero sabiendo que si realiza allí concesiones importantes dejará a la coalición de gobierno en una situación incómoda y de frente a comicios que no quiere y que, seguramente, no podrá ganar.
El ultraortodoxo partido Shas, que integra la coalición de gobierno, advirtió que se pasará a la oposición si Olmert se compromete con un diálogo sustancial con los palestinos.
"Objetamos esos gestos, pues los palestinos no desaprueban el terror", dijo el presidente del partido, Eli Yushai. "Abu Mazen (como es conocido Abbas) no puede decirse el terrateniente de todos los palestinos pero no del terror. Diálogo: sí. Aceptar declaraciones vinculantes: por cierto, no."
Yishai se reunió con Rice en una de las últimas visitas de la secretaria de Estado estadounidense a Israel, e intentó convencerla de convertir la cumbre en Annapolis en una conferencia de carácter económico, sin tratar las claves del conflicto.
Las reuniones de la pasada semana entre el líder espiritual del Shas, rabino Ovadia Yosef, y el máximo líder opositor Benjamin Netanyahu, del centroderechista partido Likud, constituyó un mensaje claro para Olmert, quien, de atenderlo, no se mostrará demasiado aventurado en la conferencia.
Pero no sólo Shas envió señales al primer ministro. También lo hizo en una extravagante oportunidad de fotografía el ministro de Amenazas Estratégicas, Avigdor Lieberman.
Líder del derechista partido Israel Beiteinu, Lieberman insistió en que cualquier movimiento en el "frente palestino" deberá depender de la implementación de la primera etapa de la "hoja de ruta", el plan de diálogo que cuenta con respaldo de Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas.
Esta primera etapa obliga al desmantelamiento de todos los grupos combatientes palestinos, y el ministro Lieberman confía en que eso nunca sucederá.
Su próximo paso será promover en la última reunión del gabinete antes de la cumbre de Annapolis una resolución según la cual no habrá avances sustanciales en el diálogo a menos que Palestina reconozca a Israel como estado judío, algo que los palestinos se comprometieron a no hacer.
Con ambos bandos en pugna incapaces de acordar una declaración de principios en conjunto, y con Olmert cada vez más acosado por los socios derechistas de su coalición, la línea dura israelí suena jubilosa. Un chiste generalizado lo demuestra.
"¿Por qué no repartieron las invitaciones a la cumbre? Porque para un casamiento, se remiten dos meses antes. Para un funeral, el día anterior."
Incluso el ministro de Defensa Ehud Barak, líder del centroizquierdista y dialoguista Partido Laborista, mostró un creciente pesimismo.
Barak, quien como primer ministro negoció con el fallecido líder histórico palestino Yasser Arafat en la cumbre de Camp David, Estados Unidos, hace siete años (última instancia de diálogo franco entre las dos partes), consideró que los palestinos todavía no están preparados para alcanzar un acuerdo que ponga fin al conflicto.
"Los palestinos deben reconocer a Israel como estado judío", dijo. "Pero en las conversaciones sobre la declaración de Annapolis, no fueron capaces de firmar esas tres palabras: 'Como estado judío.'"
Olmert confió hace poco en que habría posibilidades de alcanzar un acuerdo de paz antes de que George W. Bush dejara la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2009.
Pero dado el estado de su coalición de gobierno y la falta de entusiasmo de Barak, esa declaración será enterrado en la tumba de plazos para la paz nunca cumplidos en Medio Oriente.