El tan promocionado «aumento» de efectivos estadounidenses en esta central ciudad iraquí causó más problemas de los que solucionó, según residentes locales.
Baquba, capital de la central provincia de Diyala, 65 kilómetros al noreste de Bagdad, es desde hace mucho una ciudad inestable, muy violenta y donde cunde el caos administrativo.
En enero de este año, el gobierno de George W. Bush, anunció el envío de 20.000 soldados adicionales a Bagdad y a las provincias de Diyala y Al Anbar (al oeste de la capital) para mejorar la seguridad.
Estados Unidos tiene ahora en Iraq unos 169.000 efectivos, la cifra más alta desde la invasión y ocupación de este país de Medio Oriente en marzo de 2003.
Hay, además, unos 180.000 mercenarios contratados por Washington y entre 50.000 y 70.000 efectivos de países aliados de Estados Unidos.
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Pero a pesar de la dimensión de esos contingentes, Diyala está bajo el control de pandillas, combatientes de la resistencia, otros insurgentes y simpatizantes de la organización terrorista Al Qaeda y, sólo a veces, como ahora, por fuerzas estadounidenses.
Con todos esos grupos armados en actividad resulta imposible llevar una vida normal.
En un contexto de temor y violencia, las calles están vacías, incluso desprovistas de efectivos de la policía y del ejército.
"Al principio todos mis vecinos aplaudieron el aumento de efectivos estadounidenses en la ciudad", dijo a IPS Jabbar Kadhim, un comerciante local. "No tenemos ninguna esperanza en el gobierno iraquí. Los soldados se apropiaron de toda la ciudad y bloquearon todos los caminos."
Dada la gran presencia militar estadounidense, la seguridad, por ahora, parece haber mejorado. Pero por las restricciones de movimiento y el alto desempleo, los residentes temen que vuelva la violencia indiscriminada en cuanto se retiren los soldados.
"Nos sentimos más seguros al ver al ejército de Estados Unidos, pero sabemos, y los estadounidenses también, que los insurgentes regresarán a la ciudad en cuanto ellos se retiren", señaló un residente que no quiso dar su nombre.
Otros más indicaron que el aumento de efectivos trajo sus propios problemas. Tienen motivos para pensar así. La población local desconfía de todos los movimientos.
"Para tener un motivo para quedarse en Iraq, las fuerzas de la coalición crean un enemigo y lo combaten", sostuvo Mudhafer Razaq, un comerciante que perdió su negocio.
"Empujan a los insurgentes a destruir la ciudad y luego vienen a combatirlos. De esta forma, la población recurre a las fuerzas de la coalición en busca de ayuda", explicó.
Ese tipo de suspicacias es recurrente.
Otra persona relató que vio a un grupo de insurgentes matar a un conductor de taxi en un falso puesto de control que habían creado, "en tanto un helicóptero de Estados Unidos sobrevolaba encima de ellos".
El camionero Mohammed Jabur contó una historia similar.
"Pasé por un falso puesto de control dispuesto por un grupo de insurgentes. Todos tenían la cara cubierta y llevaban armas. Vi un helicóptero volando encima de ellos. ¿Es difícil que el piloto los vea? Todos saben que los insurgentes tienen algún tipo de apoyo de las fuerzas de la coalición", relató.
Ni siquiera la relativa mejora de la seguridad es tranquilizadora.
"En primer lugar, la gente sigue preocupada por el regreso de grupos insurgentes. En segundo lugar, con el aumento de soldados estadounidenses, la vida diaria se distorsiona", sostuvo Bashir Mutasher, analista residente en Baquba.
"Los residentes pueden desplazarse sólo por la calle principal de la ciudad, plagada de puestos de control. Todos los otros caminos están cerrados", indicó.
"Todos los automóviles se revisan en todos los puestos de control. No es práctico revisar miles de vehículos al día. Por esta razón, la gente se ve obligada a ir caminando al trabajo o a la casa", añadió.
"No nos podemos mover ni ir a nuestros trabajos", dijo a IPS el electricista Tariq Bidaa. "Tuvimos que permanecer como un mes en nuestras casas. Mi familia necesitaba tantas cosas, pero no había dinero".
Pero hay aun más dificultades.
"En Baquba hay tres pequeños puentes que conectan ambos lados de la ciudad. Dos de ellos los usa sólo el ejército estadounidense, por lo que todo el resto de la población local debe recurrir al tercero. Uno puede llegar a esperar una hora para cruzar", dijo a IPS Sadeq Hazber, maestro de 44 años.
Para peor "tiene una gran cantidad de puestos de control. Hay uno cada 500 metros o menos", añadió.
La situación ya es mala, pero puede empeorar si regresan los insurgentes.