La condena de dos policías a tres años de prisión por torturar y sodomizar con un palo de escoba a un detenido es una victoria sin precedentes para los defensores de los derechos humanos en Egipto.
La tortura es común en este país, cuyo gobierno es conocido por su brutalidad. Lo que escandalizó a la sociedad fue que la policía filmó el abuso con un teléfono móvil y distribuyó las imágenes en el vecindario de la víctima para humillarla.
Medios de prensa árabes independientes y activistas de derechos humanos tuvieron acceso al video a través de Internet, donde fue divulgado.
Una búsqueda utilizando "Egipto" como palabra clave en el sitio de Internet de YouTube arroja como resultado varias copias de la sesión de tortura, junto con otros casos documentados. Varios blogs fueron creados para seguir el caso. El incidente ocurrió el año pasado.
Docenas de columnistas egipcios expresaron en la prensa su solidaridad con la víctima, el chofer de taxi Emad al-Kabir, de 22 años. Abogados se ofrecieron como voluntarios para defenderlo y llevar el caso a la justicia.
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El policía Islam Nabih arrestó a Kabir en 2006. El joven vive en Bulaq, un barrio pobre de El Cairo, y en ese entonces era conocido por hacer frente a los brutales métodos empleados por la policía.
Con el propósito de quebrar su voluntad y dar un "ejemplo" a otros, Nabih y su asistente, Reda Fathy, decidieron abusar sexualmente del taxista y difundir el video entre los vecinos.
Las imágenes muestran a los dos policías esposando a la víctima con las manos a la espalda y utilizando el palo de escoba para sodomizarlo. Le ordenaron referirse a sí mismo con términos groseros e insultantes y decir que era una mujer.
Los gritos de Kabir pidiendo clemencia inspiraron varios documentales y programas de televisión sobre la tortura y los abusos en las prisiones egipcias y árabes.
En la audiencia judicial, el lunes pasado, frente a docenas de camarógrafos y periodistas, Kabir realizó un emotivo pedido de justicia y no pudo evitar el llanto mientras relataba al juez cómo fue arrestado ilegalmente y abusado.
Cuando el juez dictó la sentencia a tres años de prisión —algo impensable hasta el momento, dada la impunidad de que goza la policía—, Kabir gritó "larga vida a la justicia".
"Esto es todo lo que quería, que me devuelvan mis derechos. No deseaba nada más", afirmó y pronunció varias veces "Allahu Akbar" (Dios es grande).
Organizaciones internacionales de derechos humanos señalan que el empleo de la tortura en Egipto está bien documentado y que es una práctica común en las comisarías, incluso por infracciones de tránsito.
Las organizaciones de derechos humanos Amnistía Internacional y Human Rights Watch señalaron a los temidos Servicios de Inteligencia de Seguridad del Estado como responsables de la mayoría de los abusos.
Los Servicios cuentan con amplios poderes bajo el estado de emergencia que el gobierno ha mantenido en vigor durante los últimos 40 años en forma ininterrumpida.
El castigo a policías abusadores no es la regla sino la excepción, señalan activistas de derechos humanos.
"Los juicios contra los acusados de torturas están restringidos a casos en que la víctima murió y sólo por delitos comunes, no en causas de tipo político", dijo Malcolm Smart, director del programa de Medio Oriente y África del Norte de Amnistía.
El Ministerio del Interior, que supervisa a los Servicios, ha negado rutinariamente las denuncias por abusos. Varios de sus funcionarios se negaron a dialogar con IPS al respecto.
Activistas egipcios de derechos humanos dicen que el régimen pudo sentirse obligado a actuar en esta ocasión a causa de la ola de informes periodísticos sobre la tortura en el país.
Pero no creen que la condena a los policías otorgue a su causa un nuevo ímpetu, en vistas del hostigamiento gubernamental que sufren defensores de los derechos humanos, periodistas y militantes opositores.
"Es una sentencia que nos beneficia", dijo Ahmed Seif, un abogado de la organización de derechos humanos Centro Legal Hesham Mubarak. "El momento en que se produjo es importante, porque nos brinda apoyo moral frente a los ataques del gobierno a los activistas contra la tortura."