Las personas damnificadas por las intensas lluvias y granizadas caídas en las postrimerías del invierno colombiano llegan a 160.000, según informes oficiales. Pero se teme que esa cifra sea mayor, puesto que esos datos no abarcan regiones alejadas del interior del país.
En la actual época invernal o lluviosa se registraron 20 personas muertas, dos desaparecidas y 21 heridas en 23 de los 32 departamentos en que se divide el país, según informes de la gubernamental Dirección para la Prevención y Atención de Desastres.
El ministerio de Agricultura, por su parte, reportó 32.000 hectáreas anegadas y más de 3.000 animales arrastrados por las aguas o sepultados por avalanchas.
Los derrumbes en las vías intermunicipales afectan ocho departamentos del occidente, centro y norte del país, mientras los pronósticos no dan tregua en el sudoriente y anuncian un próximo recrudecimiento de temporales, con efectos sobre la región amazónica.
Colombia, con 42 millones de habitantes, está situada en la zona ecuatorial y por ello tiene un régimen climático que incluye un verano que va de diciembre a marzo, luego un periodo de lluvias de abril a junio, vuelven las altas temperaturas entre julio y septiembre, para finalmente retornar el periodo húmedo de octubre a diciembre.
Pero la complejidad de su geografía causa variaciones climáticas según se trate del área cordillerana, las costas del océano Pacífico o del mar Caribe y los llanos del oriente.
La segunda temporada invernal del año, iniciada a fines de septiembre, fue calificada por los meteorólogos como devastadora. Las causas de los desastres se adjudican a la Niña, o enfriamiento del océano Pacífico, sumado a los efectos del recalentamiento global.
La Niña es el fenómeno climático contrario a El Niño, la fase cálida de la llamada Oscilación del Sur, de régimen periódico y que resulta de la interacción entre la temperatura de la superficie del océano Pacífico y la atmósfera en un área cercana al Ecuador, pero que afecta a buena parte del planeta, en especial a la zona andina sudamericana.
"Desde principios de este año tenemos la Niña, que le sigue al Niño", precisó a IPS el meteorólogo Max Henríquez. "Todo lo que se calienta se enfría y, si bien no siempre uno sucede al otro, para el caso colombiano ha sido una constante en los últimos años. La Niña anterior se vivió entre 1999 y 2000", explicó.
Hasta ahora ha sido la costa norte colombiana la que ha recibido el mayor caudal de lluvias, afectando cultivos de palma aceitera, banano para exportación y arroz.
En Cartagena de Indias, la capital del caribeño departamento de Bolívar, el número de afectados se acerca a 500, la mayoría en situación de extrema pobreza.
La gravedad de la situación en esta ciudad de gran contraste socioeconómico y que sirve de escenario hasta el 11 de este mes del Reinado Nacional de Belleza, impulsó a su alcalde, Nicolás Curi, a sugerir la suspensión de este certamen de gran atracción turística y para los medios de comunicación nacionales e internacionales.
Sin que la suspensión del concurso fuera confirmada, las candidatas visitaron el martes las inmediaciones del Cerro de La Popa, uno de los sectores más deprimidos de la ciudad, para plantar los primeros árboles de los 11.000 previstos en el marco de un programa gubernamental con apoyo de privados. En igual escenario, el ministro de Ambiente y Vivienda, Juan Lozano, anunció la inversión del equivalente a 780.000 dólares para adelantar obras de canalización en el Cerro, y cerca de 16 millones de dólares para atender la emergencia, especialmente en los albergues de todo el país donde fueron alojados parte de los damnificados.
El ministro Lozano también hizo un llamado a los alcaldes del país, para actualizar los mapas de las áreas de riesgo y la reubicación de familias a "zonas seguras", medida que desarrollada en forma efectiva podría evitar la repetición de situaciones similares año tras año.
La segunda temporada de lluvias este año "ha sido fuerte desde comienzos de octubre y se prevé que continuará hasta la segunda semana de enero", dijo Henríquez. "Además, el llamado veranillo de mitad de año, que va de julio a septiembre, estuvo acompañado de lloviznas frecuentes", agregó.
"Sin duda en todo esto influye el enfriamiento del Pacífico", comentó a IPS Gonzalo Hurtado, meteorólogo de la Oficina de pronósticos y alertas ambientales del estatal Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
"Y también puede haber influencia en el cambio e intensidad del periodo invernal, que tradicionalmente terminaba a mitad de diciembre, pero que se prolongaría hasta inicios de 2008", continuó.
Otras situaciones salidas de lo común fueron la granizada del sábado pasado y el fuerte vendaval del martes en Bogotá. Muchos vehículos quedaron atrapados bajo casi dos metros de granizo, cinco escuelas resultaron dañadas, se inundaron garajes subterráneos y volaron un sinnúmero de techos de viviendas.
Pero, "es importante aclarar que los carros (automóviles) que quedaron inmovilizados en la 26 (ruta que conduce al aeropuerto de Bogotá) fue a causa de las fallas y desactualización en la ingeniería de alcantarillado", denunció Henríquez. "Que no le echen todas las culpas a los fenómenos naturales", agregó con un dejo de ironía.
"Las tejas de los almacenes se elevaron hasta 15 metros, los vidrios se quebraron, y se presentaron escenas de temor, pero sin víctimas humanas", confirmó a IPS Omar Castañeda, del Cuerpo de Bomberos que atendió la emergencia.
Tanto la granizada como el vendaval tuvieron la misma causa: "Temperaturas más altas de lo usual en Bogotá se encontraron con corrientes de humedad que ascendieron desde el río Magdalena, en el centro del país, continuaron por el borde de los cerros tutelares de esta capital, llamados Monserrate y Guadalupe, y formaron las nubes cumulonimbos", explicó Henríquez.
"El granizo es una precipitación atmosférica que tiene su origen en el interior de estas nubes para luego caer en estado sólido. Los vendavales son expresiones distintas, pero también producidos por el encuentro de corrientes con temperaturas opuestas", agregó.
Sobre la influencia de la contaminación en los fenómenos capitalinos, los meteorólogos tienen opiniones distintas. Hurtado considera que sí, "dado que la contaminación forma núcleos de condensación que influyen en la fuerza de la lluvia".
En tanto, Henríquez cree que Bogotá, "por su ubicación abierta sobre el altiplano (2.600 metros sobre el nivel del mar) y con fuertes vientos dispersa la contaminación existente al igual que en muchas otras ciudades con alta contaminación vehícular o industrial, pero muy distinta de México o Santiago", dijo.