En el corazón de Balcón Arimao, un barrio periférico de la capital cubana, una pequeña iglesia evangélica enlaza su esencia espiritual con la vocación de trabajo comunitario, dirigida a erradicar problemas como el alcoholismo, la prostitución, la delincuencia y la ruptura familiar.
La Primera Iglesia Principio y Fin surgió en 1999 en el hogar de Marisol Sánchez y Felipe Barbón, casados hace más de 35 años y en la actualidad pastores de esa congregación pentecostal, cuya familia superó los episodios de violencia doméstica tras la conversión del esposo al cristianismo.
"La visión concreta de nuestra iglesia es de restauración", señaló Sánchez a IPS. "Restaurar al hombre con Dios, a la iglesia con ella misma y al hombre con la sociedad", explicó esta mujer de 52 años, quien llegó a La Habana para estudiar enfermería y no regresó más a su natal Pinar del Río, porque encontró aquí el amor de Barbón.
La rehabilitación individual y dentro de la sociedad que fomenta esta comunidad religiosa se sustenta en testimonios como el del propio pastor, un enfermero naval con 25 años de travesías interoceánicas, que se sumergió en el mundo de las drogas, el alcohol y los negocios ilícitos antes de que la fe cristiana "le cambiara la vida".
"Por nuestro trabajo, las madres recuperan la esperanza, si tienen un hijo alcohólico, drogadicto o jugador, de que sea transformado como fue transformado el pastor", indicó Barbón a IPS. "Muchos jóvenes que antes eran delincuentes hoy se han integrado a la sociedad, han sido acogidos con amor por la comunidad", sostuvo.
Según datos publicados por la Revista Cubana de Medicina Militar, 45,2 por ciento de la población mayor de 15 años de este país consume bebidas alcohólicas, con un índice de prevalencia de alcoholismo de entre siete y 10 por ciento.
Estadísticas del Ministerio de Justicia indican que el índice de prevalencia del consumo de drogas en la población es de 0,17 por ciento. Sin embargo, la presencia de las llamadas "drogas porteras", como el tabaco y el alcohol, puede superar 70 por ciento en determinadas localidades, aseguran fuentes especializadas.
"Nuestra visión establece el trabajo con el personal de las prisiones", apuntó Barbón, quien reconoce el "alto índice de peligrosidad" entre los habitantes de su localidad. "Rescatamos a este hombre que sale de la cárcel y está desorientado, no sabe cómo encauzar su relación con la comunidad, que a veces lo desprecia o lo persigue", dijo.
Balcón Arimao, una zona urbana de 1,7 kilómetros cuadrados donde residen alrededor de 20.000 personas, pertenece al municipio de La Lisa, en la franja oeste de La Habana. Desde el inicio del asentamiento, en la década del 40, ha acogido a familias campesinas y obreras.
La atención abarca también a las familias de las personas reclusas, que reciben asesoramiento sobre cuestiones legales y una ayuda material sufragada por la congregación. "Tratamos de restaurar el vínculo con los familiares, que estos crean posible restablecer las relaciones con los presos", subrayó Sánchez.
Según cifras publicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores, más de 58 por ciento de los jóvenes recluidos en las cárceles cubanas comenzaron sus actividades fuera de la ley entre los 16 y los 24 años. El 64 por ciento de ellos, al delinquir, no tenían vinculación con el estudio o el trabajo.
"Nuestra iglesia tiene muy en cuenta la situación de las familias divididas por el éxodo", señaló la pastora.
"Hay muchas familias dolidas y mujeres cuyas vidas fueron distorsionadas porque sus esposos las abandonaron con una promesa de ser rescatadas o que se unirían con ellas en Estados Unidos", recordó.
Alrededor de 1,5 millones de personas nacidas en Cuba viven fuera de su país, según datos de la cancillería. De ellas, 1,3 millones residen en Estados Unidos, donde se localiza el principal conglomerado de emigrantes de la isla, seguido por España con 70.000 y Venezuela con 50.000.
En las oraciones de la pequeña fraternidad evangélica de unos 200 fieles, la mayoría estudiantes y trabajadores nacidos en hogares no cristianos, "siempre están presentes las situaciones del país", observó Sánchez. "Nuestra visión se ha centrado no sólo en enseñar la doctrina cristiana, sino también los deberes de la iglesia con la nación", dijo.
Tras décadas de diferencias con las autoridades, las denominaciones protestantes existentes en la isla han vivido un clima de distensión con el gobierno, en particular a partir del encuentro del 2 de abril de 1990 de líderes evangélicos con el presidente Fidel Castro. Un año después, el gobernante Partido Comunista abrió el ingreso a sus filas de personas religiosas.
Barbón aseguró que las autoridades locales han reconocido el trabajo social de la iglesia. "Una de nuestras responsabilidades es orar por la nación, por sus órganos directivos y por la salud de Fidel Castro, porque es responsabilidad de la iglesia cómo funciona un país desde el punto de vista espiritual", sostuvo.
El sector poblacional comprendido en la tercera edad es atendido con particular dedicación por la iglesia Principio y Fin. En el templo se les ofrece almuerzo, luego de un tiempo dedicado a orar y conocer las necesidades de este grupo, que representa 16,2 por ciento de los 11,2 millones de habitantes de esta nación caribeña.
"Aun cuando el país tiene programas de atención específica para esas edades, hay ancianos un poco marginados, que tienen necesidad de comprensión de la familia, de afecto, de vincularse con el mundo que les rodea", acotó Sánchez.
Ella y su compañero colaboran con la Casa Comunitaria de Balcón Arimao en el programa de apoyo a amas de casa, madres solteras cuyos esposos suelen estar presos y jóvenes introducidas en la prostitución. "Nuestra visión es el trabajo hacia fuera de la iglesia, estando en la iglesia", señaló Barbón.
Con alrededor de 120 años de historia en la isla, las iglesias protestantes han sobrevivido a los cambios sociales ocurridos en el país, sobre todo en las casi cinco décadas de sistema socialista. Aunque especialistas estiman que no poseen una amplia base social, su feligresía ha crecido en las últimas dos décadas y hoy cuentan con más de 900 templos.
"Procuramos proyectar el amor de Dios, darle la mano al desvalido como dice La Biblia y amar a las personas como son", declaró Sánchez.
"No rechazamos a nadie por su modo de vida, sea alcohólico, drogadicto o tenga otro problema, pues creemos que, en el Señor y con las posibilidades del país, hay solución para todos", dijo.