La aldea llama la atención de los visitantes por su pulcritud, en contraste con la suciedad de la cercana ruta que conecta el distrito de Madurai con Chennai, capital del meridional estado indio de Tamil Nadu.
Se trata del poblado de Thumbaipatti, donde la presidenta del panchayat local (unidad administrativa de cada aldea), Chandra Palaniappan, apenas puede disimular su satisfacción con los logros obtenidos. No hay más desperdicios plásticos, ni basura apestosa, ni alcantarillas obstruidas y, sobre todo, no más escenas de gente defecando al aire libre.
"Los 563 hogares de esta aldea tienen retretes con cisterna como las casas de las ciudades. Es decir que no hay que responder más al llamado de la naturaleza en horarios extraños. El estatus y la seguridad de las mujeres de Thumbaipatti se elevaron", señaló Chandra con orgullo.
Hace cinco meses, Chandra viajó a Nueva Delhi para recibir en nombre del panchayat de Thumbaipatti un premio anual por dotar de servicios sanitarios a 100 por ciento de los hogares y las escuelas de la localidad. La entregada fue hecha por el propio presidente de India, Abdul Kalam, sucedido en julio por Pratibha Devisingh Patil.
Cuesta creer que hace poco más de cuatro años, la falta de agua era grave y los pobladores defecaban al aire libre, exponiéndose a brotes epidémicos causados por la falta de higiene.
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Pero ahora la situación cambió a tal punto que el gobierno estadual declaró a Thumbaipatti aldea modelo, y uno que deben seguir los otros 150 poblados de los 29 distritos de este estado.
Como muchas veces pasa en la, el impulso para la transformación de Thumbaipatti en un área con "contaminación cero" dependió de la habilidad y el afán de movilizar gente de un hombre, A. Mariappan.
El modesto ingeniero trabaja en el Departamento de Agua y Saneamiento de Tamil Nadu, responsable de llevar el vital recurso a la población de Thumbaipatti al conectar unos 346 hogares a la red de distribución y colocar más de dos docenas de bombas de mano, (surtidores públicos).
Mariappan, quien hace cinco años trabaja en Madurai, llevó adelante un trabajo de sensibilización de la población acerca de la importancia de la limpieza y la higiene personal, siguiendo una nueva ética laboral, adoptada lentamente por ingenieros y otros funcionarios públicos, que aboga por transparencia, responsabilidad y disposición a asumir riesgos más allá de las obligaciones.
Thumbaipatti es una muestra de que cuando autoridades y ciudadanos trabajan juntos se alcanzan logros notables. Mariappan atribuye el éxito a la participación de las mujeres.
"Empecé a explicar a un grupo de 27 mujeres la necesidad del saneamiento. Se mostraron dispuestas a colaborar y su entusiasmo se propagó a todo ciudad de Kottampati, en el distrito de Madurai".
Ahora las sendas limpias no son sólo un rasgo característico de Thumbaipatti, sino también de las 2.300 viviendas de las 10 localidades vecinas de Kottampatti, que tienen seis escuelas primarias y una secundaria.
Además, hay 52 bombas de mano y tres tanques de agua, construidos y mantenidos por los pobladores que aportaron 10 por ciento del costo total y la mano de obra.
Thumbaipatti se prepara para celebrar en 2008 el Año Internacional del Saneamiento Ambiental, declarado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). El organismo apoya iniciativas como la de Tamil Nadu e implementa una serie de modelos al respecto.
Para Unicef es prioritario mantener los sistemas de agua, controlar y regular la calidad del recurso y garantizar un uso sustentable.
"Sistemas de saneamiento mejorados redujeron la morbosidad causada por la diarrea y otras enfermedades vinculadas a la falta de agua potable en niños pequeños. Los estudiantes, en especial las adolescentes, ya no faltan a la escuela a causa de la suciedad de los baños", señala el esposo de Chandra, N. Palaniappan.
También se refirió al papel que desempeñan niños y niñas escolares en la administración comunitaria del agua y del saneamiento.
"Recogemos muestras de agua de diferentes partes de la aldea y las analizamos con unos dispositivos especiales brindados por las autoridades", explicó la estudiante Abida Bano.
Los escolares también verifican que no haya pérdidas ni robo de agua mediante conexiones ilegales. Pero lo más importante es que contribuyen a crear conciencia acerca de la conservación del recurso y de la necesidad de saneamiento en la comunidad.
Terminar con la defecación al aire libre implicó un cambio radical en el comportamiento. Los niños avergüenzan a los adultos con malos hábitos.
"Si veo personas haciendo sus necesidades al aire libre, las rezongo y les digo que usen un baño", contó Khursheed, otro estudiante. "Si alguien deja una tapa abierta, la cierro, pero no sin antes marcar la falta. También remarcamos la necesidad de lavarse bien las manos".
"El plan general se convirtió en un proceso continuo y voluntario que vela por la preservación de las napas freáticas y por contar con un recurso potable a la vez que protege el ambiente y evita la contaminación", señaló la jefa del comité de saneamiento de la aldea, Hemlata.
"Los miembros de la comunidad toman todas las decisiones vinculadas al agua y al saneamiento y colaboran con los funcionarios para mantener el suministro, garantizar la calidad y recoger muestras", explicó Palaniappan.
"Evitar que el agua potable se contamine con materia fecal es uno de los grandes desafíos dada la generalizada falta de saneamiento", apuntó Mariappan. "Una de las estrategias es mantener las plataformas y los desagües de las bombas de mano. Pero la solución más efectiva es apuntar a prácticas higiénicas, incluido el uso adecuado de los baños".
"Todavía quedan muchos retos por delante que ponen en riesgo la gestión del recurso. Mantener y respaldar el proceso es fundamental para las autoridades", reconoció Mariappan.
Pero funcionarios y pobladores están seguros de algo: la repugnancia de defecar al aire libre en esta zona es un asunto pasado.