METAS DEL MILENIO: Sendas erróneas hacia el desarrollo

Algunos de los caminos elegidos para avanzar hacia las metas del milenio conspiran en la práctica contra el logro de esos objetivos, según Inge Kaul, ex directora de Estudios para el Desarrollo del PNUD.

Los ocho grandes Objetivos de Desarrollo para el Milenio, adoptados en 2000 por la Asamblea General de la ONU para abatir la indigencia y el hambre, la mortalidad infantil y materna así como la igualdad de género, entre otros compromisos, "son frecuentemente interpretadas de manera errónea", dijo la ex funcionaria del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).

"La idea predominante es que se debe dar a los pobres algo de educación, salud, agua, entre otras cosas", cuestionó Kaul.

Pero esto constituye una limitación al desarrollo humano, agregó, porque ese concepto implica darles los medios para ganarse la vida, lo que les permitirá acceder a los servicios sociales y oportunidades que se traducirán, finalmente, en el logro de las metas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Kaul dirigió la oficina de estudios para el desarrollo del PNUD hasta 2000 y actualmente es profesora adjunta en la Escuela de Gobierno Hertie de Berlín y asesora de varios organismos internacionales.

—Es la primera vez desde 1982 que el Banco Mundial tomó a la agricultura como tema para su informe anual sobre el desarrollo mundial. ¿Por qué cree que centró su atención en ese tema?

—Hay tres razones, estrechamente interrelacionadas. Una es que la orientación de las políticas gubernamentales fluctúa entre diversos grados de intervención en la economía. Hasta los años 80, muchos países tenían al sector agrícola bajo un fuerte control del Estado. Luego vino el viraje hacia la privatización y desregulación. Se trató de un cambio deseable, en parte, porque la intromisión estatal de la etapa previa había generado distorsiones en algunos casos perjudiciales para los pobres. Ahora se toma conciencia de que el péndulo se fue en exceso hacia el lado opuesto, el privado. Para fomentar la productividad de los pequeños, pobres agricultores y promover la seguridad alimentaria como una parte integral de las Metas del Milenio se necesita una mayor intervención del sector público. Segundo, hubo importantes innovaciones tecnológicas en la agricultura, que deben ser analizadas tanto en términos de las oportunidades que ofrecen como de los riesgos potenciales que presentan. En tercer lugar, y probablemente el más importante, está la urgencia de ofrecer respuestas políticas para reducir las consecuencias del cambio climático y adaptarse a ellas. Muchas de esas respuestas involucran al sector agrícola de los países pobres, que contribuye al mismo tiempo al abastecimiento de energía —a través de los biocombustibles— como a la seguridad alimentaria.

— En 1990, en su primer Informe sobre Desarrollo Humano, el PNUD lo definió como "el proceso de ampliar las opciones de las personas". ¿Es la agricultura parte de esto?

—Correcto. Un desarrollo agrícola amplio, adecuado y sustentable es un ingrediente vital para el desarrollo humano, con la posibilidad de ganar un ingreso decente, estar bien alimentado y sano, en condiciones de invertir en educación y garantizar su bienestar futuro.

—Hasta ahora se han difundido 17 informes sobre desarrollo humano y usted ha estado asociada a ellos desde el comienzo. ¿Cuáles eran los objetivos al hacer públicos esos estudios?

—Uno de los propósitos principales de lanzar el concepto de desarrollo humano fue llamar la atención sobre el hecho de que, como diría Amartya Sen, "el ingreso no constituye la suma de la vida humana". Mucho depende de cómo se lo emplea para que la gente pueda vivir más, más sana y con acceso al conocimiento y la información.

—Ninguno de esos informes se ocupó de la agricultura. ¿Cómo se explica?

—Aunque no se lo hizo de manera directa, estudios abordaron temas relacionados al analizar temas como la naturaleza del crecimiento económico, el empleo, la tecnología para el desarrollo, el agua y, en el de este año, el cambio climático. Pero creo, al ver las tendencias recientes del desarrollo humano, que deberíamos haber prestado más atención al tema de la agricultura. Quizás tuvo que ver con el hecho de que se introdujo, desafortunadamente, una concepción más estrecha del desarrollo humano con el énfasis en las Metas del Milenio. Es bueno tener objetivos bien definidos, pero han sido interpretados como algo que debe ser "entregado" a los pobres: algo de educación, algo de salud, algo de agua. El desarrollo humano debería seguir otro proceso: ser resultado de, digamos, un desarrollo mejorado en la agricultura, la ciencia y la tecnología, un comercio internacional más libre y justo, que permita a los pobres ganarse la vida y acceder a los servicios sociales y otras oportunidades que se traducirán en el logro de las Metas del Milenio. Dicho de otra manera, no deben ser tomados como algo que hay que entregar a los pobres sino como el resultado final de un proceso multifacético y de amplia base que impulse el desarrollo. Sin embargo, este enfoque fue dejado de lado en la discusión de las Metas del Milenio.

—¿Hasta qué punto los informes del PNUD contribuyeron al desarrollo humano?

—Yo diría que han tenido un gran impacto. Hay pocas personas que hoy dirían que el producto interno bruto es el único o más importante indicador del desarrollo y el progreso. Está ampliamente aceptado que debe servir a la gente y, más que eso, que las personas deben tener voz en los temas que les conciernen. Pero aunque esos informes han hecho menos aceptable las penurias extremas, aún no lograron fomentar el desarrollo humano, colocando a las personas como centro.

—¿Han contribuido a modelar las políticas y programas de cooperación para el desarrollo?

—Sí, hasta cierto punto. Pero quizás de manera no intencionada y hasta perversa. Cada año los comentarios en la prensa están centrados en el hecho de que aún hay mucha pobreza en el mundo y que la brecha entre ricos y pobres se ha extendido. Para muchas instituciones de ayuda bilateral y multilateral esto es razón suficiente para decir "ven, seguimos haciendo falta". Pero creo que llegó el momento de pedirles que asuman sus responsabilidades y preguntarles cómo puede ser que, a pesar de sus esfuerzos, la reducción de la pobreza no avanza más rápidamente.

—¿Cree que es tiempo de hacer una pausa y rever lo que se alcanzó a través de esos informes y examinar si la cooperación multilateral cumple con los criterios del índice de desarrollo humano?

—Estoy de acuerdo. Sería bueno reflexionar sobre los logros e incluso analizar si hubo consecuencias no deseadas, pero no creo que se deba interrumpir la publicación anual de los informes. Muchos académicos y quienes toman decisiones políticas los aguardan para ver las estadísticas más actualizadas. Hagamos esa evaluación, pero no olvidemos que el concepto de desarrollo humano es aún una noción muy frágil. Aunque la pobreza extrema ya no se tolera como en el pasado, incluso en los países ricos estamos lejos de colocar a la gente como el centro de las estrategias de desarrollo, que deberían ajustarse al actual mundo globalizado. La ironía es que todos hablamos de desarrollo y reducción de la pobreza, pero cuando se tiene éxito como en China e India los líderes de los países ricos se ponen nerviosos y se vuelven competitivos. Quizás el enfoque de futuros informes sobre desarrollo humano debería combinar el desarrollo de los países pobres con su continuidad en los ricos, aunque quizás un desarrollo de una clase diferente.

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