El gobierno del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se prepara para actuar como anfitrión de una muy publicitada conferencia sobre Medio Oriente que se realizará en noviembre en la oriental ciudad de Annapolis. Pero reina el escepticismo sobre sus contenidos y resultados.
Los comentarios de Bush sobre la necesidad de establecer "un Estado palestino viable", marcan la primera ocasión —desde la cumbre de 2000 entre líderes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Estados Unidos e Israel— en que se discutirán temas como el destino de los refugiados palestinos, el estatus de Jerusalén, las fronteras futuras y el fin de los asentamientos judíos en Cisjordania.
Pero en una reunión celebrada el martes en Capitol Hill, Washington, por expertos israelíes para debatir sobre el papel de la diplomacia estadounidense en un eventual proceso de paz hubo de todo menos esperanza.
"Aguardo la reunión de noviembre con gran temor", dijo Danny Seidemann, un abogado israelí que es consejero legal de Ir Amim, una asociación dedicada al estudio del futuro de Jerusalén.
"Aunque todo salga bien, puede no ser suficiente. Estamos viviendo sobre un volcán", afirmó.
La cumbre de 2000, celebrada en Camp David por el entonces mandatario estadounidense Bill Clinton (1993-2001), el primer ministro israelí Ehud Barak y el ahora líder palestino Yasser Arafat terminó en frustración.
La situación política en Medio Oriente se agravó desde entonces. La división en los territorios palestinos se agudizó. Washington apoya a Fatah, el partido secular y moderado del presidente Mahmoud Abbas, pero se niega al diálogo con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas). Las dos fuerzas están enfrentadas.
Hamas se impuso en las elecciones parlamentarias de 2005, pero fue aislado por las naciones occidentales. En junio pasado, luego de enfrentamientos con Fatah, tomó el control de la Franja de Gaza, mientras sus rivales dominan Cisjordania.
La situación humanitaria en Gaza continúa empeorando.
"Es tan grave como en Birmania. Muere gente todos los días", señaló Akiva Eldar, el principal columnista político del diario Ha'aretz. Si Abbas no logra progresos, lo que ocurrió en Gaza podría repetirse en Cisjordania.
"Abbas está debilitado", opinó Eldar. "En el mejor de los casos, se sostiene sobre una sola pierna. Si no puede producir una solución aceptable para los palestinos, perderá ambas", agregó.
En su intervención ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la semana pasada, Abbas remarcó que la clave para la solución del conflicto entre los israelíes y los palestinos es abordar las cuestiones del estatus final de los territorios.
Pero los dichos de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, sugieren que Washington se ha planteado objetivos más ambiguos.
En una conferencia de prensa, hace dos semanas, Rice dijo en presencia de Abbas que buscaba "puntos en común", que sirvieran para "apoyar las negociaciones y hacerlas avanzar".
"No hay garantías de Washington en este proceso", dijo Eldar. "Estados Unidos muestra dos caras. Una es la del honesto mediador, la otra la de una superpotencia cuyos políticos siguen comprometidos con la ventaja cualitativa de Israel. No hay equilibrio. Estamos a semanas de la conferencia y no vemos aportes estadounidenses", agregó.
Rice planea viajar a Medio Oriente la semana próxima, como parte de las gestiones previas a la conferencia.
El portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, indicó que hubo "declaraciones alentadoras" de israelíes y palestinos, cuyos líderes pidieron a sus asesores que comenzaran a redactar un comunicado conjunto.
Entre los invitados al encuentro de noviembre se encuentran funcionarios de Israel, Estados Unidos y de la ANP, de Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Marruecos, Qatar, Rusia, las Naciones Unidas y la Unión Europea.
"El trabajo duro ya ha comenzado, pero el realmente duro está a punto de empezar", dijo McCormack a los periodistas.
Abbas y el primer ministro israelí Ehud Olmert discrepan sobre el contenido de la declaración que se está preparando. El presidente palestino y otros participantes, como Arabia Saudita, favorecen un texto con detalles específicos. Pero Olmert no desea incluir referencias a plazos en ese texto.
Seidemann indicó que aunque el establecimiento de plazos y la inclusión de un marco de referencia específico podrían resultar imposibles para Israel, Olmert estaría en condiciones de mostrar la disposición de su país a alcanzar la paz negociando con Abbas sobre la situación de Jerusalén.
Según Seidemann, la sede de la histórica Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en la zona oriental de la ciudad podría reabrirse y Abbas debería ser autorizado a recibir allí a dignatarios extranjeros.
"Sería un cambio en las reglas del juego", con el objetivo de convertir a Jerusalén "en una ciudad compartida, con una división política", señaló. Las encuestas, dijo, "muestran que el público israelí está mucho más predispuesto a eso que sus líderes". (FIN/IPS/traen-jsp-dcl/ka ks/na mm ip hd pi/07)