Decenas de miles de personas en todo Estados Unidos participaron en grandes manifestaciones para exigir al gobierno de George W. Bush que ponga fin a la ocupación militar de Iraq y para expresar su repudio a los supuestos planes de Washington de atacar a Irán.
Organizadas por una amplia gama de grupos pacifistas, las protestas fueron realizadas el fin de semana en más de 10 grandes ciudades, incluyendo a Nueva York, Boston, Filadelfia, San Francisco, Los Angeles, Chicago y Seattle.
El propósito de la gran movilización fue presionar particularmente al Congreso legislativo. Los organizadores llamaron a los congresistas a tomar medidas decisivas contra las políticas militares de Bush.
"Cada mes mueren casi 100 funcionarios (estadounidenses) y muchísimos más iraquíes", dijo la activista Medea Benjamin, de CODEPINK, grupo antibélico que ha organizado varias manifestaciones desde la invasión a Iraq en 2003.
"Muchas personas quieren que termine la guerra, pero Washington no ha tomado una acción decisiva. Queremos que esta guerra llegue a su fin, y ya", añadió en una declaración.
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Durante las movilizaciones, Benjamin y otros activistas subrayaron el impacto de los enormes gastos bélicos en necesidades internas de Estados Unidos, como la calidad de la atención médica y de la educación para las familias pobres.
Según cálculos independientes, Washington vuelca al menos 12.000 millones de dólares mensuales derivados del cobro de impuestos en operaciones militares en el exterior, lo que afecta a la economía de la clase media y trabajadora del país.
Las protestas fueron realizadas en momentos en que el Congreso comienza a considerar el pedido de Bush de un presupuesto adicional para las operaciones militares. El mandatario solicitó 196.400 millones de dólares para el presente año fiscal.
El jueves pasado, la bipartidista Oficina Presupuestal del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) señaló que el país necesitaría por lo menos dos billones de dólares para continuar con sus operaciones militares en Afganistán y en Iraq la próxima década.
Según cálculos de la CBO, Washington ya gastó unos 604.000 millones de dólares en esos países, lo que incluye 39.000 millones de dólares destinados a operaciones diplomáticas y asistencia humanitaria.
Poco después de la divulgación de estos datos, el gobierno de Bush los minimizó señalando que estaban basados en meras especulaciones.
"Es sólo una tonelada de especulaciones. No sabemos cuánto va a costar la guerra en el futuro", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino.
Políticos del opositor Partido Demócrata subrayaron la amplia diferencia entre los cálculos de la CBO y los que presentó la Casa Blanca antes de que comenzara la guerra en Iraq en 2003.
El cálculo de a CBO es muy distinto al original hecho por la administración de Bush, de 50.000 millones de dólares, señaló la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. "La profundidad de esta tragedia es impresionante, en especial para nuestras familias militares y para las perspectivas de paz en la región", añadió.
A pesar de su oposición a la guerra, hasta ahora los demócratas no han dado ninguna señal clara contra el pedido de Bush de un aumento en el presupuesto militar.
Observadores señalan que la solicitud del presidente indica que no se puede descartar un ataque a Irán. La semana pasada, el gobierno de Bush declaró su disposición a adoptar un paquete sin precedentes de sanciones unilaterales contra Teherán.
Analistas independientes han insistentemente alertado las consecuencias de ese tipo de medidas, señalando que podrían agravar el sentimiento antiestadounidense en todo el mundo musulmán y poner en mayor riesgo la vida de los soldados en Afganistán e Iraq.
"No podemos bombardear un país sólo porque no nos gusta. Hacer eso sería una total imprudencia y sólo fortalecería las manos de los políticos de línea dura en Irán", sostuvo la analista Carah Ong, del Centro para el Control de Armas y la No Proliferación, con sede en Washington.
Días atrás, Bush sugirió que si Irán lograba fabricar armas atómicas podría causar la Tercera Guerra Mundial, mientras que el vicepresidente Dick Cheney advirtió a Teherán con "graves consecuencias" si no detenía su programa de desarrollo nuclear.
"Si queremos ver un cambio en el comportamiento de Irán, debemos adoptar una valiente liderazgo diplomático para entablar un diálogo serio y sostenido", sostuvo Ong.