La línea dura predomina tanto en Washington como en Teherán. Mientras el vicepresidente estadounidense Dick Cheney amenazó con «graves consecuencias» a Irán si continuaba con su programa nuclear, el gobierno iraní designó a un funcionario radical para negociaciones clave este martes.
"Debido a la naturaleza de los gobernantes iraníes, las declaraciones del presidente y los problemas que el régimen está causando en toda la región (de Medio Oriente), incluyendo su directa responsabilidad en el asesinato de estadounidenses, nuestro país y toda la comunidad internacional no pueden quedarse quietos mientras un estado que patrocina el terrorismo y cumple sus más agresivas ambiciones", dijo Cheney en un discurso el domingo en el Instituto sobre Políticas del Cercano Oriente (WINEP, por sus siglas en inglés)
"El régimen iraní necesita saber que si mantiene el actual curso, la comunidad internacional está preparada para imponer graves consecuencias", añadió.
"Estados Unidos se une a otras naciones para dar un claro mensaje: no vamos a permitir que Irán tenga un arma atómica", subrayó.
En su discurso de casi 30 minutos, que constituyó una férrea defensa de la política del gobierno de George W. Bush en Medio Oriente, Cheney sostuvo que "la mayor amenaza estratégica que afrontan los chiitas iraquíes hoy en la consolidación de su legítimo papel en la nueva democracia de Iraq son las subversivas actividades del régimen iraní".
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Además, el vicepresidente acusó a "Siria y a sus agentes" de apelar al "soborno y a la intimidación para impedir que la mayoría democrática en Líbano elija a un presidente verdaderamente independiente".
"Líbano tiene derecho a celebrar sus próximas elecciones libre de cualquier interferencia extranjera", afirmó, y añadió que Washington "trabajará junto a (la organización) Free Lebanon (Liberen a Líbano) y a otros amigos y aliados para preservar la independencia libanesa, que mucho costó conquistar, y para derrotar las fuerzas del extremismo y del terror que amenazan no sólo a la región, sino a los países de Estados Unidos (sic) en toda la región".
El discurso de Cheney llegó en un momento de crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán. La semana pasada, Bush alertó durante una breve conferencia de prensa que la adquisición de armas atómicas por parte de Teherán, o al menos de la experiencia necesaria para fabricar una, podría derivar en una nueva guerra mundial.
"He dicho que si están interesados en evitar una Tercera Guerra Mundial, deberían estar interesados en impedir que (Irán) obtenga el conocimiento necesario para fabricar armas nucleares", dijo a los periodistas, aunque la Casa Blanca luego aclaró que el presidente estaba haciendo meramente un "punto retórico" y aún cree que la crisis con Teherán debe resolverse en forma diplomática.
Dos días después, el jefe negociador iraní Ali Larijani renunció y fue reemplazado por el menos prominente diplomático Saeed Jalili.
Aunque el gobierno luego aclaró que tanto Larijani como Jalili asistirían a las conversaciones de este martes en Roma con el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, el cambio fue interpretado como un triunfo de la línea dura y antioccidental en el gobierno del presidente Mahmoud Ahmadinejad contra los elementos más moderados y pragmáticos.
Aunque carece de experiencia, "Jalili goza de una estrecha relación con Ahmadinejad. Por lo tanto, el cambio, si es confirmado, refleja otro logro del presidente en la política iraní", dijo el analista Farideh Farhi, experto en Irán de la Universidad de Hawai.
Como Ahmadinejad, Cheney es visto como el líder de las fuerzas de línea dura en su respectiva administración, y el mero hecho de que su discurso haya sido tan beligerante en especial que haya acusado a Irán de estar directamente involucrado en la muerte de estadounidenses— fue una señal de que los "halcones" el ala más belicista dentro del gobierno de Bushintentan tomar la ofensiva.
Ni la secretaria de Estado (canciller), Condoleezza Rice, ni el secretario de Defensa, Robert Gates, han hecho una acusación tan inequívoca como la de Cheney. De hecho, Gates intentó minimizar esas mismas afirmaciones cuando fueron hechas por los comandantes militares estadounidenses en Iraq.
El foro elegido por Cheney para dar su discurso fue también significativo, así como su momento y contexto. El WINEP, centro de estudio dominado por los halcones, fue fundado hace unos 20 años por el director de investigaciones del influyente grupo de presión Comité Estadounidense-israelí de Asuntos Públicos (AIPAC, por sus siglas en inglés).
El AIPAC lideró esfuerzos para persuadir al Congreso legislativo de que impusiera nuevas y severas sanciones a Irán, así como a las compañías extranjeras que hacen negocios con ese país, y más recientemente para que las Guardas Revolucionarias iraníes fueran declaradas organización terrorista.
Como el propio Cheney dijo el domingo, su propio consejero de seguridad nacional, John Hannah, fue subdirector del AIPAC. Mientras el WINEP no tomó una posición específica sobre esas propuestas contra Irán, es considerado el instituto que provee a AIPAC de la información y los datos que utiliza en sus campañas de presión.