CHINA: Congreso comunista, asunto de unos pocos

El sector financiero fue de los pocos en demostrar su entusiasmo con la designación de los nuevos líderes de China, a cargo de gestionar la economía de mayor crecimiento del mundo y de gobernar a 1.300 millones de personas en los próximos cinco años.

El diario financiero China Times, leído por la elite urbana de altos ingresos, se mostró muy entusiasmado por el "valor de mercado" del 17 Congreso del Partido Comunista y describió los logros en términos del frenesí de bolsa que envuelve al país.

El valor de las acciones chinas se multiplicó por seis en los últimos dos años y, cuando la semana pasada comenzó el congreso, el índice bursátil de Shangai, referencia en la materia, cayó por primera vez.

"Cuando hace cinco años se realizó el 16 congreso, el mercado financiero de China era virtualmente insignificante", señaló el periódico en su portada, "pero ahora el valor de las acciones asciende a 2,4 billones de dólares y es el de mayor volumen del mundo".

La retórica del congreso giró en torno a la construcción de una "sociedad armónica" y a la mejor redistribución de la riqueza, pero en los pasillos del poder se rumorea que la temática giró en torno al comercio de oro y de acciones, a optar por los fondos de inversión y a la especulación inmobiliaria.
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Millones de inversores individuales vertieron sus ahorros al mercado alcista de China y ahora quieren garantías de que los nuevos líderes partidarios no harán nada que debilite su capital.

"No sé mucho acerca de los nuevos líderes del Politburó, sólo lo que dicen los diarios", señaló Michael Gao, un ávido corredor de bolsa. "No me molesta el secreto, en tanto los líderes tengan mentalidad empresarial y comprendan la cultura del dinero actual".

Gao, un entrenador de tenis, colocó todos sus ahorros en acciones y observa cómo parte de su dinero se diversifica y se invierte en oro que "es la nueva de moda", indicó, "no sólo porque es rentable, sino porque es menos riesgoso en caso de que el gobierno cambie su política de mercado".

Pero un cambio drástico no está en la agenda de los próximos cinco años de la nueva cúpula del Partido Comunista, el único en China.

El congreso, que terminó en la víspera, ratificó la continuación de la política de crecimiento económico y de estabilidad que fue mantra esencial del Partido en los últimos 30 años.

Los líderes comunistas también prometieron prestar más atención a las desventajas que conlleva la rápida expansión económica como la creciente desigualdad, la desarticulada red de seguridad social y la contaminación creciente.

A pesar de los esfuerzos por equiparar el crecimiento urbano con el rural, el ingreso promedio en el campo es de 466 dólares al año, menos de un tercio por debajo del de las ciudades.

"China debe promover un desarrollo científico que ponga por delante el interés de las personas y sea global, equilibrado y sostenible", declaró el reelegido secretario general del Partido Comunista, Hu Jintao, al presentar su nuevo equipo.

Para los pobres urbanos y los 700 millones de campesinos chinos, las nuevas promesas se parecen mucho a la jerga burocrática socialista que escuchan desde hace años.

"No espero nada de los nuevos líderes", indicó Yang Yegang, un inmigrante rural, empleado en los suburbios de Beijing. "Los delegados al congreso del Partido Comunista se hacen llamar 'representantes del pueblo', pero llevan una vida de privilegios".

El congreso quinquenal suele ser algo ajeno a la vida cotidiana de los chinos, pero esta vez quedaron involucrados por la "campaña de seguridad" de dos meses implementada por los dirigentes comunistas.

La obsesión de evitar que todo tipo de protesta social perturbara la "tranquilidad" del encuentro, llevó a las autoridades a movilizar unos 840.000 voluntarios, según el diario Juventud de Beijing, para ayudar a la policía a limpiar las calles de alborotadores.

Por su parte, analistas de China leen las hojas de té y se esfuerzan por predecir cómo la nueva nómina de estrellas políticas del país podrá influir en la política gubernamental.

Cinco de los nueve integrantes del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista mantienen sus cargos.

Hu Jintao, de 64 años, sigue siendo secretario general del partido por cinco años más, al igual que Wen Jiabao, de 65 años, como jefe de gobierno.

Su reelección allana el camino para que el parlamento designe otra vez a Hu como presidente del país y comandante en jefe del ejército, y a Wen como primer ministro en su sesión anual de marzo de 2008.

Pero dos nuevos dirigentes provinciales e integrantes de la llamada "quinta generación" de líderes chinos asoman como los próximos herederos para los cargos de secretario general y primer ministro en cinco años más.

Ellos son Xi Jinping, de 54 años, secretario del Partido de Shangai y Li Keqiang, de 52 años, jefe del Partido de la nororiental provincia de Liaoning.

Ambos políticos nacieron después del triunfo de la revolución china en 1949. A diferencia de sus predecesores de la "cuarta generación", especializados en ciencias exactas, Xi y Li estudiaron ciencias sociales. El primero es abogado y el segundo tiene un doctorado en economía de la Universidad de Beijing.

"Son producto de la reforma y apertura del país", explicó Mao Shoulong, profesor de ciencias política de la Universidad de Renmin.

"Su carrera política no está marcada por los recuerdos de periodos extremistas como la Revolución Cultural. Son despabilados, abiertos y están expuestos a ideas internacionales", añadió.

La llamada Revolución Cultural (1966-1969) fue una campaña de persecución y muerte de muchos cientos de personas en el marco de difamaciones de personalidades públicas, torturas y golpizas dirigida por el entonces líder del Partido Comunista Mao Zedong (1893-1976).

Xi, considerado como el sucesor de Hu Jintao, es el "principito" o niño mimado de los veteranos del Partido. Su padre, Xi Zhongxun, es uno de los miembros fundadores del Partido Comunista.

Xi adquirió importancia a principios de este año cuando fue elegido secretario del Partido de Shangai, tras la purga de su predecesor en uno de los mayores escándalos de corrupción del país.

Li Keqiang no tiene antecedentes ilustres, pero es el favorito de Hu. La relación de ambos se remonta a 20 años atrás, cuando coincidieron en la Liga de la Juventud Comunista.

Sus antecedentes políticos están signados por el escándalo. Cuando era secretario del Partido de la central provincia de Henan no hizo mucho por contener la propagación del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

Al menos un millón de campesinos habrían contraído el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) tras haber vendido sangre a un centro médico manejado por funcionarios corruptos.

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