BRASIL: Riesgo de exportar sólo materia prima de biocombustibles

El temor de que el boom del etanol y del biodiésel perpetúe a los países en desarrollo como meros exportadores de materias primas fue un punto destacado de la segunda Feria Internacional de Agroenergía, Biocombustibles y Energías Renovables (Enerbio), concluida este jueves en Brasilia.

Durante tres días, más de 18.000 personas y 130 ponentes participaron en los cinco encuentros que componen la Enerbio: tres conferencias internacionales, sobre biocombustibles, energía y transporte, el Seminario de Fomento a Microproductores de Etanol y Biodiésel y la feria propiamente dicha. Estuvieron presentes delegaciones de 50 países, 12 de ellos africanos.

La preocupación de que países como Brasil tengan un papel de simples proveedores de materia prima para la industria de biocombustibles de Estados Unidos y Europa se debe a la creciente participación de inversionistas extranjeros en el sector de los combustibles destilados de cultivos, señaló a IPS el presidente de Enerbio, Ronaldo Knack, en un balance de las conferencias.

Las inversiones extranjeras, que representaban sólo seis por ciento en la agricultura energética brasileña el año pasado, se duplicaron este año, explicó. El riesgo es que, con ese poder, logren determinar la división del mercado. Brasil ya exporta más soja en grano que sus derivados de mayor valor agregado, como aceite y afrecho, situación que puede repetirse con el biodiésel refinado a partir de esa oleaginosa.

Otros dos enfoques que lograron consenso indican que el gobierno brasileño, contrariando el discurso del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, no está apoyando a los pequeños productores de oleaginosas destinadas al biodiésel y tampoco adoptó una política a favor de las fuentes renovables de energía, según Knack.

El aceite de ricino, cuya producción el gobierno dice estimular en la agricultura familiar del Nordeste pobre, tiene en el mercado internacional un precio cuatro veces superior al que obtiene para ser transformado en biodiésel nacional, ejemplificó. Mientras, los planes oficiales conceden prioridad a las grandes centrales hidroeléctricas y nucleares, en lugar de la energía eólica, solar y de biomasa, sostuvo.

Los paneles, seminarios, foros y encuentros que reunieron a expertos, empresarios, inversionistas e interesados dibujaron un panorama de los biocombustibles en el mundo.

Brasil seguirá atrayendo inversiones en este sector por sus extensas tierras disponibles, el clima favorable y los bajos costos de producción, afirmó Roel Collier, del grupo británico Clean Energy.

La demanda de etanol seguirá en franca expansión, tanto en el mercado interno como externo, gracias a los automóviles que funcionan a gasolina convencional y a alcohol carburante.

En Brasil esos vehículos flexibles ya dominan 90 por ciento de la producción nacional. En el año pasado se fabricaron dos millones de unidades. En Estados Unidos alcanzaron a seis millones.

Además, se multiplican los países que, como Australia, China, Japón y algunos europeos, mezclan de tres a diez por ciento de etanol en la gasolina.

El comercio internacional del carburante alternativo, sin embargo, sigue restringido por los elevados aranceles y las exigencias de certificados que aseguren una producción ambientalmente sana y que respete los derechos laborales.

Todos en Brasilia aprobaron las certificaciones, y los aranceles poco preocupan, porque tarde o temprano los países ricos —Estados Unidos, Japón y los europeos— tendrán que abrir sus mercados de biocombustibles, comentó Knack.

Pero no faltaron quejas por la "contradicción" que representa el proteccionismo contra el etanol, mientras se deja libre la importación de petróleo, mucho más contaminante.

Es el biodiésel el que presenta iniciativas más novedosas, porque se trata de un mercado en construcción.

Mientras Río de Janeiro se enorgullece de tener ya una flota de autobuses que funcionan con una mezcla de cinco por ciento de biodiésel, reduciendo la contaminación del humo negro en 10 por ciento, Brasilia puso en marcha un proyecto de reaprovechamiento del aceite vegetal de cocina.

La empresa Eco Brasilia Diésel ya recoge el aceite usado en 1.280 empresas comerciales para la producción de 50.000 litros de biodiésel por día a partir de enero próximo, capacidad que podrá aumentar hasta 200.000 litros.

La Unión Brasileña de Biodiésel (Ubrabio), que reúne a 24 empresas productoras de ese combustible y de equipos necesarios para la nueva industria, sostuvo que Brasil dispone de materia prima y capacidad productiva para asegurar el consumo nacional. En enero entrará en vigencia la ley que impone una mezcla de dos por ciento de biodiésel al combustible petrolero, componiendo el llamado B2.

Para cumplir ese primer paso, Brasil sólo necesita consumir 12 por ciento de los 24 millones de toneladas de soja que exporta anualmente, destacó el presidente de la Ubrabio, Odacir Klein. El país ya tiene capacidad para el B5, aseguró. Esta mezcla de cinco por ciento está prevista para 2013, pero el gobierno pretende anticiparla en tres años.

El programa nacional del biodiésel estimula la producción de oleaginosas en la agricultura familiar a través del sello Combustible Social, que libera de impuestos a la industria dedicada a promover la pequeña producción, generando ingresos y empleos.

Pero las cooperativas de productores se quejaron de la legislación que, opinan, no estimula el desarrollo del cooperativismo en la refinación del biodiésel. La imposición de ciertas normas técnicas favorece a la gran industria, dificultando que los grupos de productores de oleaginosas accedan a la industrialización.

La Enerbio de este año comprobó su éxito, según Knack, no sólo por la amplia participación, sino también por el interés y el acuerdo de llevarla a África y Europa. En el próximo año, se celebrará asimismo en Mozambique y en Portugal.

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