Los millones de indígenas que viven en Asia y el Pacífico logran, por fin, reconocimiento por su vital papel en la conservación de los bosques naturales.
Este cambio de imagen marcó el tono de la conferencia celebrada entre el martes y este jueves en la septentrional ciudad tailandesa de Chiang Mai con la finalidad de delinear políticas de administración forestal en esta región para los próximos 20 años.
Defensores de la causa de las comunidades locales ven con buenos ojos este viraje, pues los bosques, para ellas, son sagrados y constituyen la seña central de su identidad.
"Los indígenas tienen una relación sagrada con los bosques. Las sociedades deben trabajar con ellos a la hora de hacer sus planes. Potenciar a los indígenas es esencial para el manejo forestal", dijo Peter Walpole, director ejecutivo de la red de organizaciones no gubernamentales Asia Forest Network, con sede en Filipinas.
"Para proteger los bosques hay que comenzar tratando con los indígenas. No se puede pasarles por arriba, como ocurrió siempre. Estas comunidades estaban allí mucho antes de que los bosques fueran declarados áreas protegidas", explicó en una entrevista.
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De imponerse, este enfoque contribuiría a sacar de la pobreza a las comunidades aborígenes.
Muchos gobiernos de la región se niean a darles la ciudadanía a los indígenas, advirtieron investigadores que estudian las políticas forestales.
Actualmente hay entre 210 y 260 millones de indígenas viviendo en Asia y el Pacífico, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero solamente India abordó legalmente la situación de estas comunidades.
En diciembre pasado, Nueva Delhi presentó proyectos de ley que abordan los problemas de comunidades que viven en el cinturón tribal del centro del subcontinente sudasiático.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), anfitriona de la reunión en Tailandia, el nuevo énfasis en las poblaciones aborígenes refleja una ampliación de la agenda global sobre manejo de los bosques y deforestación.
"Hace una década, la elaboración de políticas estaba guiada por un enfoque estrecho y convencional. Pero eso debe cambiar, dada la gama de presiones sobre en los bosques", opinó C. T. S. Nair, economista jefe del departamento forestal de la agencia de la ONU.
La necesidad de esa respuesta exhaustiva requerirá que los políticos comprendan el vínculo entre los indígenas y los bosques en los que viven en sus términos más amplios, dijo Nair a IPS.
"Por un lado queremos saber qué están haciendo los países respecto de sus pueblos originarios. Pero solamente darles poder no es suficiente. Ellos tienen que beneficiarse del cambio", enfatizó.
En ese sentido, la FAO está aprobando llamados a que se construyan instituciones locales para apoyar a los grupos indígenas. "Ellos necesitan estructuras estables y confiables que los protejan del rápido cambio que impacta al sector forestal debido a la globalización", dijo Nair.
La conferencia de esta semana atrajo a 250 participantes de 39 países. Se celebra, bajo la consigna "El futuro de los bosques en Asia y el Pacífico, panorama para 2020", casi una década después del primer estudio al respecto en Asia-Pacífico, presentado en 1998.
El debate sobre la ampliación de la agenda forestal estuvo moldeado por los acontecimientos y debates que se desencadenaron desde entonces. Las amenazas y nuevas presiones sobre los bosques van desde la deforestación y la degradación hasta el cambio climático, el comercio maderero en expansión y el turismo.
Actualmente, la cobertura forestal del mundo se calcula en 3.900 millones de hectáreas, alrededor de 30 por ciento del total de tierras. La región Asia-Pacífico concentra unos 700 millones de hectáreas.
"Cómo manejan los países sus bosques se ha vuelto una preocupación internacional, debido al amplio impacto de la deforestación y la degradación forestal sobre el clima y los recursos hídricos", dijo Jagmohan Maini, ex coordinador del Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques, en su discurso inaugural ante la conferencia.
Según Jan Heino, director de la división forestal de la FAO, el comercio de productos forestales ha acompasado el aumento del intercambio mercantil mundial en las últimas dos décadas.
El valor del comercio global pasó de casi dos billones de dólares en 1983 a 10 billones de dólares en 2005, dijo, agregando que durante el mismo periodo el comercio de productos forestales había crecido de 50.000 millones de dólares a 260.000 millones de dólares.
La demanda dejó una huella gigante en la cobertura forestal de todo el continente asiático.
La región Asia-Pacífico "perdió 10 millones de hectáreas de sus bosques en los últimos 15 años, en gran parte en la campaña para abastecer las crecientes demandas de productos agrícolas y forestales", advirtió la FAO.
"Hace poco surgieron nuevas amenazas a los bosques en la campaña para desarrollar recursos bioenergéticos de cultivos tales como la palma aceitera", agregó la agencia.
Pero hasta ahora, los testigos presenciales de semejante cambio y devastación fueron dejados de lado debido a su débil estatus económico y a su falta de poder como electores políticos.
"A las comunidades indígenas se las dejó más pobres a causa de la mala calidad de los bosques. La enorme explotación de los recursos forestales impactó severamente en ellos", dijo Walpole.