«Crecí en esta jungla», dice Anil Krishna Mistry, quien hizo el tránsito de cazador furtivo a defensor de la vida salvaje en la región de los Sunderbans, India.
«Como muchos otros, mi padre vino desde lo que hoy es Bangladesh para dedicarse a la agricultura. Talar los bosques y matar animales era común y no veíamos nada malo en ello. Hoy ayudamos a prevenir que otros lo hagan», afirma.
Mistry, de 40 años, ha estado a la vanguardia del proteccionismo de la vida salvaje desde 1999. Vive en los Sunderbans, que se extienden a través del sur de Bangladesh y del vecino estado indio de Bengala Occidental, en el amplio delta formado por la confluencia de los ríos Ganges, Brahmaputra y Menga, que desembocan en la bahía de Bengala.
Es un delta pantanoso de 26.000 kilómetros cuadrados, en el que cientos de pequeñas islas están entrelazadas por canales de agua. Se trata de la mayor área de manglares en el mundo y es famosa por ser el hábitat natural del tigre de Bengala.
Mistry fue uno de los organizadores de la campaña «Bagh Bachao» (Salven a los tigres) en el marco de Semana Mundial de la Vida Salvaje, del 1 al 7 de octubre. La mayoría de los participantes fueron escolares de la zona. Hiren Jotdar caminó dos horas para llegar a la escuela a media mañana. «Soy miembro del club de ciencias naturales», dice con orgullo.
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El director, Sukumar Poira, afirma que su escuela fue la primera en crear un club de ciencias naturales para transmitir a los niños la idea de la conservación en un área ecológicamente delicada. Ahora ya existen 22, donde los alumnos aprenden a proteger la naturaleza, el valor de las plantas medicinales, el empleo de biofertilizantes y la importancia de las campañas «no al plástico».
«El entusiasmo de la gente para salvar a los tigres es algo que uno jamás hubiera imaginado unos pocos años atrás. La hostilidad hacia ellos era tal que los funcionarios del Departamento de Bosques no se atrevían a hablar a los aldeanos sobre la importancia de protegerlos», señaló Neeraj Singhal, director de la Reserva de Tigres de Sunderbans.
La parte de los Sunderbans en territorio indio tiene una extensión de 9.630 kilómetros cuadrados. Fue incluida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en su Lista del Patrimonio Mundial en 1987, y en 1989 se declaró a este parque nacional como reserva de biosfera.
En 1973 el gobierno indio inició un proyecto para afrontar el problema de la decreciente población de tigres y los Sunderbans se convirtieron en parte importante de esa iniciativa. Pero la caza furtiva de estos animales no se detuvo: se informó de 38 casos en 1999, 39 en 2000, 35 en 2001 y 47 en 2002.
Sin embargo, en los Sunderbans —donde los tigres viven en las proximidades de asentamientos humanos— no se registran casos desde 1990.
Según el censo de 2004, había 271 tigres en el área y se aguardan los resultados del realizado en 2006.
Los conflictos entre los humanos y los animales tienen una larga historia en los Sunderbans. Forzados a sobrevivir en este duro ámbito, los tigres se adaptaron a beber agua salobre y comer cualquier cosa disponible, incluso cangrejos. También personas: ataques a recolectores de miel, leñadores y pescadores han ocurrido con frecuencia.
Las leyendas sobre tigres y su adoración como forma de evitar los ataques, son algo común entre los pobladores, ya sean hindúes o musulmanes.
A medida que aumentaron los asentamientos humanos, los conflictos se convirtieron en confrontación abierta. Pero las tareas de persuasión del personal de la oficina forestal detuvieron la caza, al punto de que cuando un tigre acechaba una aldea en julio, los pobladores llamaron a los guardias para que lo salvaran.
«Ningún tigre fue cazado desde 1990», afirma Pradeep Vyas, director de la Reserva de Biosfera de los Sunderbans. «Este año, más de 100 animales —jabalíes, ciervos axis y otras especies— fueron rescatados con ayuda de los pobladores. Si tomamos en cuenta que aquí la gente es en general pobre y no es vegetariana, no es poca cosa», agrega.
Las campañas de información también llevaron a usar dardos tranquilizantes para capturar los tigres que amenazan a alguna comunidad, y luego liberarlos. Mistry es uno de los encargados de cumplir con esa tarea.
El proyecto de los Sunderbans está considerado como un buen ejemplo de conservación. Un estudio del Instituto de la Vida Salvaje de India calificó la reserva como la «mejor manejada» del país.
Una estricta supervisión de las actividades humanas ha contribuido a los buenos resultados. La miel se recolecta en un área demarcada, cortar madera está estrictamente prohibido y la pesca se permite sólo en «zonas tapón». En los últimos tres años también se registraron en forma mensual los avistamientos de tigres, sobre los que previamente no se informaba en la mayoría de los casos.
Los responsables del proyecto entendieron que debían involucrar a los pobladores para que fuera exitoso. Se formaron comités en las aldeas.
«Los niños que integran los clubes de ciencias naturales les dicen a sus padres que no maten a los ciervos, porque los tigres no van a tener comida y atacarán a las personas. Creo firmemente que son los niños quienes transmitirán la idea de la conservación», dice Belinda Wright, directora ejecutiva de la no gubernamental Sociedad de Protección de la Vida Salvaje de India (WPSI, por su sigla en inglés).
La WPSI apoya las actividades de la Sociedad de Conservación de la Naturaleza y Vida Salvaje de Bali, de la que Mistry es el principal oficial en el terreno. Desarrolla varias actividades, como ayudar a las niñas de pocos recursos a continuar sus estudios y administrar una biblioteca para estudiantes pobres.
También maneja un complejo turístico de seis cabañas, que generó alrededor de 100 empleos directos e indirectos para los pobladores. Pintu Mirdha, quien trabaja en la cocina, admite que antes él también era un cazador furtivo.
El lugar es popular entre los turistas y está completo todo el año, señala Shakti R. Banerjee de la WPSI, un ex oficial del ejército y uno de los principales impulsores del complejo turístico. «Una tarde, sentado frente al río, pensé: ¿por qué no involucrar a los que cazan a causa de su pobreza en actividades conservacionistas para darles una forma alternativa de ganarse la vida?», relató.
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).