La ministra de Ambiente de Brasil, Marina Silva, propuso un modelo de sustentabilidad ética y política en la VII Conferencia Latinoamericana sobre Medio Ambiente y Responsabilidad Social, que analiza soluciones para combatir los cambios climáticos en la región.
"Más importante que la propuesta de un modelo de desarrollo sustentable es su dimensión política y ética", dijo la ministra al inicio del encuentro promovido por la consultora privada Ecolatina, que se celebra desde el martes hasta este viernes en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, en el sudeste de Brasil.
"Del gobierno y las empresas dependerán las soluciones. Todos tenemos que salir de nuestra cajita, del gobierno, de las organizaciones no gubernamentales, de la comunidad científica, de la sociedad civil" para encontrar respuestas a esta "crisis urgente", agregó Silva, al referirse a los cambios climáticos.
La mayoría de científicos estiman que la quema de combustibles fósiles, la deforestación y otras actividades humanas emiten gases que agravan el efecto invernadero natural, atrapando el calor del sol en la atmósfera.
Ese fenómeno provoca el recalentamiento global que ha dado pie al cambio climático.
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Ecolatina propone un amplio debate entre líderes de sectores políticos, académicos, organizaciones no gubernamentales y empresas para combatir el calentamiento global.
El encuentro aspira a discutir nuevas "opciones de negocios" y la adopción de modelos novedosos de consumo para aliviar las consecuencias del aumento de la temperatura media del planeta.
Según el director para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Ricardo Sánchez, la región tiene que contribuir al combate del calentamiento "con un principio de responsabilidad, pero con desafíos diferenciados" en relación a los países ricos.
Esa posición fue reafirmada por Silva en una conferencia de prensa.
El combate al "calentamiento global debe ser hecho como un esfuerzo de todos los países, porque aunque los países en desarrollo, que son responsables de 20 por ciento de las emisiones de gases, cumplan en 100 por ciento sus tareas de casa, también serán afectados si los países desarrollados no disminuyen su 80 por ciento", declaró.
Silva recordó que los países ricos "tienen mayor responsabilidad histórica porque comenzaron sus emisiones de gases de combustibles fósiles desde la revolución industrial, mientras los países en desarrollo, desde la década de los 40" del siglo XX.
Brasil, que ¬ocupa el quinto lugar mundial en la contaminación de gases invernadero principalmente por la deforestación de la Amazonia, "tiene 45 por ciento de su matriz energética limpia, comparada con apenas seis por ciento de los países desarrollados", recordó Silva.
La ministra insistió en la necesidad de asumir esfuerzos multilaterales "para que los países ricos aumenten sus obligaciones" y los "países en desarrollo puedan ser ayudados", dijo.
La propuesta de Brasil es promover incentivos positivos a la reducción de las emisiones frenando la deforestación, "para que podamos cambiar el modelo de desarrollo", sostuvo.
La ministra recordó que en los últimos cuatro años se redujo el ritmo de deforestación amazónica en 50 por ciento y aseveró que este año se llegará a un abatimiento de 65 por ciento.
Entre las acciones que permitieron ese logro, Silva mencionó la creación de 20 millones de hectáreas de unidades de conservación ambiental, la homologación de 10 millones de hectáreas de tierras indígenas, la aplicación de multas por valor de unos 1.600 millones de dólares contra empresas que contravinieron leyes ambientales, la anulación de 1.500 compañías que cometieron actos "criminales" contra el ambiente y penas de cárcel para 665 personas.
América Latina "tiene que hacer un esfuerzo para evitar la deforestación, no sólo por los cambios climáticos sino por el desastre del éxodo de personas que esto puede causar", alertó Sánchez.
Al aludir a los llamados "migrantes ambientales", Sánchez dijo que 20 millones de personas en la región están expuestas a desastres de origen meteorológico.
Pese a un aumento del producto interno bruto regional de 16 por ciento entre 2003 y 2007, que representa "el mayor crecimiento económico" desde la década de 1970, eso no se reflejó en mejores condiciones de vida, alegó.
La región ostenta la mayor desigualdad social entre ricos y pobres y mantiene 43 por ciento de su población en la pobreza, dijo Sánchez.
Las perspectivas son peores, porque con mayor crecimiento económico sin equidad "habrá más presión sobre los recursos naturales", destacó el director regional del Pnuma.
José Marengo, del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE), una de las entidades que han contribuido al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), recordó en entrevista con IPS que América Latina es particularmente susceptible a las modificaciones del clima en grandes áreas como la selva amazónica.
"No tendremos que esperar al fin del siglo XXI para ver el impacto de los cambios climáticos. Los estudios muestran que ya para 2040 ó 2050 tendríamos un proceso de sabanización de la Amazonia y de desertificación en áreas actualmente semiáridas, como el Nordeste brasileño", dijo Marengo.
En el "peor de los escenarios" para Brasil, la temperatura que ya aumentó 0,7 grado en los últimos 50 años, podría elevarse 3 ó 4 grados más hacia el final de este siglo, anticipó.
Ecolatina busca soluciones productivas y de consumo en foros y exposiciones, como una sobre tecnologías sustentables y empresas generadoras de servicios ambientales y sociales.
En un foro de combustibles agrícolas se analizará el potencial y los impactos ambientales de ese tipo de fuente energética alternativa que se obtiene de la destilación de aceites y alcoholes vegetales.
La bionergía es un mercado en vertiginosa expansión, que ha recibido grandes inversiones en los últimos años, —unos 21.000 millones de dólares solamente en 2006— sobre todo por la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono de las gasolinas y otros combustibles fósiles.