AMBIENTE: Ambicioso estudio de la vida marina

La inclusión de los corales en la Lista Roja de Especies Amenazadas 2007 de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) es el primer resultado de un ambicioso proyecto de observación de la vida marina con fines de conservación.

Corales de las ecuatorianas islas Galápagos. Crédito: Photo Stock (Por copia en alta resolución ver http://www.photostock.com.mx)
Corales de las ecuatorianas islas Galápagos. Crédito: Photo Stock (Por copia en alta resolución ver http://www.photostock.com.mx)

La inscripción de los corales en la Lista Roja se basó en estudios iniciados hace poco más de un año por el proyecto Evaluación Global de Especies Marinas (GMSA, por sus siglas en inglés), un esfuerzo conjunto de UICN y Conservación Internacional.

Diez especies de corales de las ecuatorianas islas Galápagos —dos de ellas en peligro crítico de extinción y una en estado vulnerable— han sido incluidas en la Lista Roja, la guía más detallada sobre el estado de conservación o declinación mundial de animales y vegetales.

Ésta es la primera de una serie de evaluaciones y adiciones a esa Lista sobre especies marinas de todo el mundo, dijo a esta reportera Kent Carpenter, coordinador del proyecto GMSA, con sede en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Old Dominion, en el oriental estado estadounidense de Virginia.

La GMSA compila información sobre todas las especies conocidas de vertebrados y de una selección de invertebrados y vegetales, y la agrega a la base de datos del Sistema de Información sobre Especies de la UICN.
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Los responsables del proyecto esperan tener datos detallados sobre la situación de 20.000 especies marinas en todo el mundo para 2010 y así determinar el riesgo relativo de extinción de cada una de acuerdo con los criterios y categorías de la Lista Roja.

Hasta el momento sólo figuran 1.530 especies marinas de las 41.415 incluidas en la Lista Roja este año en diferentes categorías, desde «extinta» hasta «no evaluada». Según los expertos de GMSA, la vida del mar no ha sido adecuadamente estudiada en el pasado.

«El mundo marino ha sido relativamente poco estudiado y explorado en comparación con las especies terrestres», aseguró en una entrevista Stuart Banks, oceanógrafo de la Fundación Charles Darwin.

«La poca evaluación de las especies marinas se debe a las limitaciones de acceso a la información, así como a factores logísticos. Grupos tan importantes como algas y corales, que forman ambientes productivos, que sustentan a comunidades enteras, han sido muy difíciles de identificar», subrayó.

Para Stefan Hain, director de la Unidad de Arrecifes de Coral del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), esto tiene una explicación simple.

«Es muy difícil proteger lo que no vemos. Es mucho más fácil monitorear las poblaciones terrestres porque podemos observarlas directamente», dijo entrevistado para este artículo.

La Fundación Charles Darwin proveyó de información a GMSA y UICN para la conservación de especies de las Galápagos y ha sido fundamental en la valoración de las especies agregadas a la Lista Roja.

Los datos del primer reporte sobre corales de las Galápagos fueron obtenidos por Carpenter y otros investigadores tras una serie de talleres y observaciones realizadas desde el año pasado en la Estación Científica Charles Darwin, con sede en ese archipiélago del océano Pacífico.

En la Lista se señalan el coral floreana (Tubastraea floreana) y el solitario de Wellington (Rhizopsammia wellingtoni) como en peligro crítico o en riesgo de extinción extremadamente alto, y a la Polycyathus isabela como vulnerable.

Los corales están formados por placas de carbonato de calcio producidas durante miles de años por unas criaturas pequeñas, los pólipos, a los que se suman algas coralinas y una enorme y variada fauna y flora. Los arrecifes de coral son verdaderas comunidades que albergan a una de cada cuatro especies marinas.

El reporte indica que los corales de Ecuador han sido particularmente sensibles a las anomalías térmicas, principalmente al fenómeno climático periódico de El Niño, una corriente de agua cálida en el océano Pacífico, entre los años 1982 y 1983.

Según Carpenter, el calentamiento global es determinante en la extinción de estas especies y en el declive en su distribución.

La casi desaparición de la Tubastraea floreana ilustra esta amenaza. Según el reporte, se destruyó 80 por ciento de ella desde principios de los años 80, cuando su población se dispersaba hasta en seis lugares diferentes del archipiélago.

Asimismo, en los arrecifes del Pacífico oriental tropical se amplió el blanqueamiento de corales, la pérdida de color de esos ecosistemas por el aumento de la temperatura del océano o por su baja salinidad, explicó Carpenter.

Esta condición se produce cuando los pólipos son abandonados por las algas que los alimentan.

La salud de los ecosistemas costeros también se ve afectada por la contaminación y la pesca, que influyen tanto en los corales como en las poblaciones de algas, pues ocasionan impactos en la cadena alimenticia de esas especies.

La Lista Roja, presentada el 12 de septiembre, también evalúa 74 algas de Galápagos, 10 de ellas en peligro crítico y seis posiblemente extintas.

De acuerdo con Banks, la pérdida de especies en el archipiélago debe detenerse controlando el manejo de los recursos pesqueros y asegurando su sostenibilidad a largo plazo.

«La estrategia más viable es la implementación de medidas a fin de evitar que factores provocados, como el turismo y la pesca, empeoren la situación y comprometan la recuperación natural de esas especies», señaló.

Para los expertos, sin embargo, el mayor reto es mitigar los efectos del cambio climático en estos ecosistemas especialmente vulnerables.

«La cuestión es cómo podrían estos ecosistemas adaptarse a estos cambios», planteó Banks. En este aspecto, Galápagos está en una situación única como laboratorio sociobiológico, como una reserva multiuso donde se podrían «aprender nuevas medidas para contrarrestar la pérdida de especies».

Para Hain, lo principal es asegurarse «de que los arrecifes coralinos estén saludables y fuertes para poder enfrentar el cambio climático».

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales). Publicado originalmente el 13 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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