De cada 100 dólares que se echan al bolsillo los agricultores de los países industriales, 27 provienen de las arcas de sus Estados a través de variadas formas de subvenciones, determinó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Ese mecanismo de intervención estatal, piedra del escándalo que obstruye el progreso de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha sido objeto del nuevo estudio de la OCDE de 2006, divulgado este martes en esta ciudad suiza.
La OCDE —que reúne entre sus 30 miembros comprometidos con la economía de mercado a todos los países industriales— deduce que el apoyo a la agricultura en esas naciones "se mantiene elevado".
El aporte estatal de 2006 registró una ligera inflexión respecto del año anterior, cuando cubrió 29 por ciento del total de ingresos de los agricultores.
Pero esa declinación no fue resultado de políticas de liberalización agrícola aplicadas por los países ricos. Simplemente se originó en el aumento de los precios internacionales de los productos del sector, aclaró Stefan Tangermann, director de comercio y agricultura de la OCDE.
En valores absolutos, las transferencias monetarias a los agricultores de la OCDE en 2006 totalizaron 268.000 millones de dólares. En 2005 habían sumado 280.000 millones y en 2004, 292.000 millones.
El peso de las subvenciones agrícolas varía de manera considerable entre los países de la OCDE. En Nueva Zelanda, un productor agropecuario eficiente, sólo uno por ciento de los ingresos de los granjeros proviene del fisco. En Australia, esa participación aumenta a cinco por ciento.
Estados Unidos y México figuran en un término medio, con 14 por ciento de los ingresos agrícolas originados en el erario público. A partir de allí las subvenciones comienzan a trepar y llegan a 22 por ciento en Canadá y a 24 por ciento en Turquía.
Pero los agricultores de la Unión Europea reciben 34 por ciento de sus ingresos del Estado, un promedio superior en cinco puntos a la media de la OCDE.
Una relación de mayor dependencia de los fondos gubernamentales se verifica en Japón, donde los agricultores perciben de esa fuente 55 por ciento de sus ingresos. Las subvenciones se elevan aún más, a 60 por ciento, en Noruega, Corea del Sur y Suiza.
En este grupo de países predominan todavía los elevados niveles de apoyo a la producción, el tipo de subvenciones que ocasionan mayores distorsiones al comercio.
Sin embargo, ya se aprecia en esas naciones un interés por reformar sus políticas agrícolas y por orientar más las subvenciones hacia los pagos directos a los agricultores, como empieza a ocurrir en Japón y Corea del Sur, explicó a IPS el experto de la OCDE.
También Suiza ha realizado considerables progresos al transferir el apoyo de los precios de mercado a otros pagos más seleccionados, insistió.
Todos esos países siguen otorgando abultadas subvenciones, pero han mejorado de manera especial la forma de hacerlo, se entusiasmó Tangermann.
La OCDE concluye que la intervención de los Estados prosigue con características significativas y con efectos potenciales en la producción, el comercio y el ambiente.
A pesar de los progresos verificados desde 1986, cerca de tres cuartas partes del total de las subvenciones a la agricultura de los países ricos, provenientes de transferencias de los contribuyentes y los consumidores, se destinan todavía a productores individuales.
En resumen, el apoyo a los productores asciende a casi 30 por ciento de los ingresos percibidos por la agricultura. De esa tajada, más de 60 por ciento corresponde a las formas más distorsionantes del comercio, que son los apoyos vinculados con los productos básicos y los insumos, reconoce la OCDE.
El informe menciona la ausencia de progresos significativos en las negociaciones de la Ronda de Doha que se realizan en la OMC.
La agricultura aparece como el área de dificultades particulares, con temas importantes aún pendientes en los tres pilares de esa negociación, que son las subvenciones a las exportaciones, el apoyo interno y el acceso a los mercados, admite el documento.
Tangermann comentó a IPS que algunos de los acuerdos regionales y bilaterales de comercio negociados en los últimos años incluyen también a los productos agrícolas. En consecuencia, esos tratados pueden igualmente contribuir a reducir el grado de subvenciones a ese sector, estimó.
De todos modos, cada acuerdo de esos alcances regionales o bilaterales tiene características particulares y por tanto es necesario determinar lo que estipulan para los productos agrícolas. Por ello es imposible hacer estimaciones de carácter general, dijo.