Los intentos por demostrar que todo está bien en esta central ciudad iraquí chocan con la perspectiva de sus habitantes, que conocen bien la situación en que viven.
Rafi al-Issawi, quien renunció al cargo de canciller de Iraq el 1 de agosto, visitó 21 días después Faluya, 60 kilómetros al oeste de Bagdad, junto a otros miembros del partido Al-Tawafuq, que se había retirado del gobierno.
Allí, se reunieron con autoridades y líderes comunitarios en un intento de demostrar que la ciudad había pasado de ser la más violenta a ser la más pacífica de Iraq.
El canal de televisión del Partido Islámico Iraquí, Al-Baghdad, acompañó a Issawi en su recorrida y transmitió imágenes desde Faluya. En ellas se apreciaba la verdadera y dolorosa situación que se vive aquí: calles desiertas, comercios cerrados y gente triste.
"Es obvio que queremos que haya paz en nuestra ciudad", dijo a IPS el abogado Ahmed Hammad.
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"La policía local, por orden del ejército estadounidense y con su apoyo, prohibió en mayo el tránsito vehicular hace casi tres meses. No deberían sentirse orgullosos de mantener la ciudad tranquila de esta forma, pues nos mata a todos de hambre y enfermedades", añadió.
Algunos residentes locales aplaudieron la decisión de la policía, pero otros acusaron de salvajismo a sus agentes.
"Todos los policías que no son ciudadanos de Faluya deberían ser expulsados y reemplazados por nuestros propios hombres", dijo a IPS el ex agente Nassir al-Dulaymi.
"Insultan a la gente por la calle y la detienen a su antojo. Por supuesto, no hay un gobierno real que los haga responsables de su delitos. Probablemente los recompensen por sus actos salvajes", apuntó.
Un informe publicado el 21 de agosto en la página web estadounidense salon.com, titulado "Faluya recobra su aliento", describe mejoras en la situación de esta ciudad.
"Faluya, otrora símbolo de todo lo malo de la misión estadounidense en Iraq, parece que vuelve a respirar", escribió David Morris, marino retirado hoy trabajando como periodista "embedded" (integrado en filas de las fuerzas estadounidenses y con su autorización).
"Casi la mitad de los comercios abrieron y los niños saludan efusivamente a los soldados estadounidenses a su paso", señaló.
Pero un periodista iraquí que vive en esta ciudad dijo a IPS que varios colegas suyos habían sido detenidos para advertirles que si no querían tener problemas, sólo deberían transmitir "buenas noticias" acerca de Faluya.
"La prensa occidental miente cuando dice que todo está bien en Faluya", sostuvo.
"¿Qué tiene de bueno una ciudad que no tiene electricidad, agua ni combustible, donde todo es caro y ni siquiera circulan vehículos? Además del excesivo desempleo", añadió.
Otros señalan que los miembros del Partido Islámico Iraquí y el bloque Al-Tawafuq son débiles y actúan en beneficio propio.
"Esos partidos y sus aliados nos convencieron de que la situación estaría mucho mejor tras las elecciones y les creímos", dijo a IPS el comerciante Sulayman Mahmood, de 60 años. "Todo lo que hicieron fue cubrir al gobierno sectario, enriquecerse y tener miles de guardaespaldas."
Un recorrido a pie por la ciudad da la impresión de estar en la Edad Media. La gente volvió a andar en burro.
Todos los residentes en Faluya con los que dialogó IPS se quejaron de los altísimos precios de artículos de primera necesidad y de la falta de trabajo para hacerles frente.
"Una bombona de gas cuesta 22 dólares y está a medio llenar", protestó Um Ali, del distrito de Shurta, en el oeste de la ciudad. "Los alimentos son demasiado caros. No sabemos qué comer, en especial desde que la ración de comida se redujo a la nada. Nuestros hijos está desempleados o en prisión."
Ocho millones de iraquíes, en una población de 24 millones, necesitan asistencia de emergencia, según un informe de la organización humanitaria Oxfam Internacional del 30 de julio.
"Los iraquíes sufren la creciente falta de alimentos, refugio, agua y saneamiento, asistencia médica, educación y empleo", señaló la organización humanitaria.
"De los cuatro millones de iraquíes que dependen de la distribución de alimentos, sólo 60 por ciento acceden realmente a las raciones que suministra el gubernamental Sistema de Distribución Pública. Eran 96 por ciento en 2004", añadió.
Cuarenta y tres por ciento de los iraquíes viven en condiciones de pobreza absoluta y más de la mitad de la fuerza de trabajo sufre desempleo.
Esta ciudad también se vio afectada por la dependencia de la autoridades iraquíes y estadounidenses en las tribus predominantes en Faluya y la occidental provincia de Al-Anbar. Los jeques son los verdaderos líderes ahora.
"Nos están haciendo retroceder a la época de la colonia británica, cuando el poder fue entregado a estos jeques tribales ignorantes y no a dirigentes políticos y académicos", dijo a IPS Shakir Ahmed, historiador de Faluya.
"Es una concepción lamentable que nos lleva a la Edad Media en vez de al progreso y la prosperidad prometidas. Esos hombres son muy respetados por ser lo que son, no por conducir una ciudad, una provincia o un país", añadió.