Uno de los principales argumentos de la hostilidad del gobierno de George W. Bush hacia Irán cayó víctima de «fuego amigo». El que lo disparó fue el propio comandante de las fuerzas de ocupación de Estados Unidos en Iraq.
La Fuerza Quds, unidad de elite de la Guardia Revolucionaria iraní, entrena a rebeldes chiitas iraquíes con el objetivo de convertirlos en un equivalente del Partido de Dios (Hezbolá) de Líbano, aseguró el general David Petraeus, en el recinto del Congreso legislativo estadounidense.
La intención de Irán, afirmó, era que estos insurgentes pelearan una "guerra por terceros" ("proxy war") contra "el Estado iraquí y las fuerzas de la coalición" occidental.
Sin embargo, Petraeus hizo trizas su declaración escrita y la teoría del gobierno de Bush al responder la pregunta de un legislador, pues admitió que los miembros de la Fuerza Quds "han sido retirados del país, así como los instructores de Hezbolá empleados para reforzar sus actividades".
Estas contradicciones son emblemáticas del desmoronamiento de la propaganda probélica a causa de su total falta de contacto con la realidad.
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Nueve meses después de que el gobierno de Bush declarara que iba tras los agentes iraníes que amenazaban a las tropas estadounidenses en Iraq, no existe ninguna evidencia sobre ese supuesto apoyo de Teherán a los insurgentes.
El comando militar de Estados Unidos en Iraq no logró capturar a ningún miembro de la unidad de elite iraní ni probar que la proclamada asistencia existiera.
Por el contrario, parece que un creciente número de oficiales de inteligencia en Iraq han llegado a la conclusión de que han evitado trabajar con los insurgentes que combaten a las tropas estadounidenses para no brindar a Washington una excusa que le permitiera atacar territorio iraní.
El 11 de febrero, un funcionario estadounidense en Bagdad afirmó que Teherán estaba enviando armas, pero no pudo presentar ninguna evidencia concreta para respaldar sus dichos.
Desde entonces, los militares estadounidenses capturaron al supuesto número dos y al principal oficial de logística de una red iraquí que fabricaba explosivos, a un miembro de Hezbolá que tenía contacto con ellos y a varios "miembros" o "líderes" de esas células terroristas que transportaban las armas de Irán a Iraq.
Sin embargo, el interrogatorio de esos detenidos no llevó a la captura de un solo funcionario iraní.
El 6 de julio, el comandante de las operaciones al sur de Bagdad, general Rick Lynch, declaró a la prensa que sus hombres no habían arrestado "a nadie que pueda ser relacionado con Irán".
Más devastador para el argumento de la "guerra a través de terceros" fue el reconocimiento por parte de la portavoz de Lynch, Alayne Conway, de que no habían capturado a nadie que abasteciera de armas iraníes a los insurgentes chiitas.
Pero existen evidencias, desde hace mucho tiempo, de vínculos entre los rebeldes y Hezbolá para la obtención de armas.
Un alto dirigente del Ejército Medhi, organización chiita encabezada por el clérigo Moqtada al-Sadr, Ahmad Jawwad al-Fartusi, vivió varios años en Líbano y tenía contacto personal con Hezbolá, según informó el 27 de marzo el diario The New York Times. Al-Fartusi fue capturado en septiembre de 2005.
También existen pruebas de un creciente vínculo entre Hezbolá y el Ejército Mehdi, que instaló una oficina en Beirut. Pero lo prolongado de ese vínculo sugiere que la cooperación con los insurgentes chiitas no fue necesariamente ordenada por Teherán.
Oficiales británicos y estadounidenses reconocieron que la tecnología para fabricar los explosivos podría haber ingresado a Iraq desde Líbano, no de Irán.
La afirmación de que las tropas de elite iraníes estaban instruyendo a los insurgentes que atacaban a las fuerzas estadounidenses fue desmentida por Lynch el 19 de agosto, quien dijo a la prensa dijo que Teherán "facilitaba" el entrenamiento de "extremistas chiitas", dando a entender que la tarea corría por cuenta de Hezbolá.
Varios diarios estadounidenses citaron el comentario de Lynch, pero indicaron, sin embargo, que el militar había acusado directamente a los iraníes. Una fuente cercana al general dijo a IPS que jamás hizo una declaración en ese sentido.
Petraeus dio el golpe de gracia a la teoría del protagonismo de la Fuerza Quds en el entrenamiento de los extremistas cuando comentó que los integrantes de Hezbolá también habían abandonado Iraq.
El 2 de julio, el general Kevin Bergner ofreció una conferencia de prensa que buscaba, fundamentalmente, promover la idea de que Hezbolá actuaba en Iraq como "delegado" de Irán.
Pero lo realmente importante de su informe, no publicado por los medios de comunicación, fue que por primera vez un militar estadounidense sugirió que los iraníes podrían haber evitado contacto directo con insurgentes chiitas.
Cuando un periodista le preguntó si era posible que Teherán "subcontratara" con Hezbolá el entrenamiento de las milicias, Bergner respondió que los iraníes podrían delegarles cosas que "ellos no quieren hacer por sí mismos en términos de interactuar de manera directa con grupos especiales".
La portavoz de Lynch dijo que estimaba que había unos 50 agentes iraníes en el área bajo su responsabilidad, en el sur de Iraq. Cuatro días más tarde, Lynch dijo en persona a la prensa que 30 de esos agentes eran "subrogantes", en aparente referencia a miembros de Hezbolá.
Las acusaciones sobre la intervención de Irán fueron un intento de aumentar la tensión con Teherán y contar con una justificación para un ataque de Estados Unidos a ese país.
Asimismo, las referencias a la participación del grupo de elite de la Guardia Revolucionaria tuvieron como fuente a funcionarios del gobierno de Bush, que querían mostrarse resueltos a un enfrentamiento armado con Irán.
Ese curso de acción era visto con "escepticismo" por las agencias de inteligencia estadounidenses y funcionarios del gobierno porque podría contribuir a una escalada del conflicto con Irán, señaló el diario The Washington Post en un artículo que publicó el 26 de febrero.
"Esto tiene poco que ver con Iraq", dijo un oficial de inteligencia a la autora de ese informe periodístico. "Es sólo una cuestión política."
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.