Una nueva tecnología que identifica el ADN con un código de barras ayudará a mantener el pescado y la madera obtenidos ilegalmente fuera de los mercados mundiales y enlentecerá la propagación de pestes, se congratularon expertos.
Este avance científico contribuirá, además, con la seguridad alimentaria, prevendrá enfermedades y permitirá un mejor control ambiental.
Algunas agencias regulatorias del gobierno de Estados Unidos, como la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, comienzan a utilizar esta tecnología, desarrollada hace apenas tres años.
"Ahora es una tecnología probada. Todos quieren usarla", dijo David Schindel, secretario ejecutivo del Consorcio para la Codificación en Barras de la Vida, integrado por 160 organizaciones científicas y regulatorias de 50 países y basado en la Smithsonian Institution, en Washington.
"También es una tecnología increíblemente útil para que los países en desarrollo investiguen y protejan su biodiversidad", dijo Schindel a IPS.
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El código de barras para el ADN (ácido desoxirribonucleico) es una herramienta rápida y de bajo costo para identificar especies de flora y fauna. Fue desarrollada en 2003 por Paul Herbert, del Instituto de Biodiversidad de Ontario, en la canadiense Universidad de Guelph.
El ADN, que se halla en todos los seres vivientes, es una molécula compleja que contiene todas las instrucciones genéticas para que un organismo se desarrolle. El ADN de un ser humano es más complejo que el de un gusano, pero es similar al de un ratón.
Las diferencias entre de los millones de partículas que constituyen el ADN de diversas especies animales fueron muy difíciles de hallar.
El gran avance alcanzado por Herbert fue el descubrimiento de una porción de un gen que es único para cada especie animal: su "código de barras de ADN".
Se espera que establecer un código de barras de los varios miles de especies de mosquitos del mundo se vuelva una prioridad, pues son responsables de 500 millones de infecciones humanas con paludismo (malaria) y de un millón de muertes cada año.
Los mosquitos también transmiten otras muchas enfermedades devastadoras, como el virus del oeste del Nilo y el dengue, así como parásitos.
"La clave para el manejo de las enfermedades es el control del vector", es decir, el ser vivo que las transmite, dijo la científica Yvonne-Marie Linton, del Museo de Historia Natural de Londres, a cargo de la Mosquito Barcoding Initiative (Iniciativa para la Codificación en Barras del Mosquito).
Hasta ahora, los esfuerzos de control fueron debilitados por la mala identificación de especies. El código de barras del ADN puede ayudar mucho a los taxonomistas de mosquitos del mundo, que se esfuerzan por estar al día con los descubrimientos de nuevas especies, agregó.
Los investigadores de otras partes del mundo se concentran en establecer el código de barras de otros insectos que pican y que afectan a aves y seres humanos, además de a otros mamíferos, causando enfermedades, estrés y reacciones alérgicas.
Otra prioridad son los hongos. Ecológicamente importantes para la vida sobre la Tierra, entre 90 y 99 por ciento de ellos no han sido documentados. La intención es identificar tanto los hongos que producen enfermedades como los que tienen utilidad médica.
Reuniones anteriores en África identificaron otras prioridades, como establecer el código de barras de pestes transmitidas por insectos a los cultivos, especies de peces e insectos polinizadores, dijo Schindel.
Los científicos establecen redes para que uno pueda tomar una muestra en Camerún, extraer el ADN y enviarlo a un laboratorio allí o en otra parte de África, donde se puedan secuenciar los genes.
Esa secuencia de genes luego es comparada con otras en Genbank, una base de datos en Internet que contiene casi 300.000 secuencias genéticas.
"Si no hay ninguna que combine, entonces puede ser una especie no identificada antes, pero la secuencia revelará las especies relacionadas", explicó Schindel.
Acceder a los bancos de datos no tiene costo. El Consorcio se comprometió a que esas bases sean gratuitas y estén abiertas para todos, añadió.
Los códigos de barras también juegan un papel importante en la protección de la biodiversidad, la compleja red de plantas y animales que mantienen saludables a los ecosistemas. Es imposible protegerla sin saber qué hay en ellos, observó Schindel.
Moorea, una isla en la Polinesia francesa, se convirtió en un laboratorio montado en colaboración entre franceses y estadounidenses, en el que se construye una biblioteca de códigos de barras para todas las especies terrestres y marinas.
En América del Sur, científicos y reguladores aspiran a usar esta tecnología para identificar especies de peces, con el objetivo de controlar mejor las reservas pesqueras y las cuotas, y de impedir la venta de pescado de especies amenazadas o en peligro.
Una necesidad también urgente para países como Brasil es identificar rápidamente las especies de árboles nobles de las que se compone un trozo de madera.
"Cuando un árbol es convertido en una pila de madera, es muy difícil saber de qué especie era", explicó Schindel.
En Estados Unidos, la FDA ya determinó el código de barras de 100 especies de peces comerciales, tras varios casos fatales de ingestión de pez globo (conocido en Japón como fugu, donde sirve de base a un plato muy lujoso que, de ser mal preparado, puede resultar venenoso) que fueron vendidos como frailecillos.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica planea usar los códigos de barras para regular mejor la pesca comercial e investigar qué están comiendo los peces al analizar los contenidos de sus intestinos.
Los códigos de barras del ADN también permiten una rápida identificación de especies invasoras, dijo Scott Miller, un entomólogo de la Smithsonian Institution.
"Las especies invasoras ahora pueden proceder de cualquier parte del planeta, a bordo de los medios mundiales de transporte", expresó Miller a IPS.
La capacidad de impedir la propagación de esos seres vivos mejora con la identificación, "vital en una región como las islas Galápagos, con muchas especies endémicas fácilmente perturbadas por las invasoras", dijo Miller.
Miller espera que, en 10 años o menos, funcionarios portuarios e inspectores de Galápagos cuenten con lectores inalámbricos de código de barras de ADN en sus cinturones para identificar especies en el momento.
"El código de barras está ampliando nuestro conocimiento de la naturaleza, y al mismo tiempo proporciona beneficios tangibles, específicos y significativos a la sociedad", concluyó Schindel.
Trescientos cincuenta expertos en ADN de 46 naciones se reunieron este mes en Taipei con funcionarios de la salud, agencias gubernamentales y otros para lograr una mejor comprensión del uso de esta nueva tecnología.