AMBIENTE: Montreal muestra el camino a Kyoto

Representantes de 191 países están reunidos en esta ciudad canadiense para ampliar el tratado ambiental más exitoso del mundo: el Protocolo de Montreal, destinado a proteger la capa de ozono.

En sus 20 años de vigencia, que se celebran esta semana, se logró eliminar 95 por ciento de los productos químicos que dañaban esa capa atmosférica.

A través del convenio, se procesa un fuerte apoyo a la intención de acelerar la prohibición del uso de otras sustancias que, además, agravan el recalentamiento planetario.

De hecho, muchos expertos creen que en esta conferencia se podría lograr un avance mayor hacia la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que el más conocido Protocolo de Kyoto de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Sin embargo, todavía existen desafíos en el marco del Protocolo de Montreal.
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Estados Unidos continúa usando gran cantidad de bromuro de metilo, que afecta la capa de ozono, y el crecimiento económico en China e India hizo aumentar rápidamente el número de acondicionadores de aire que emplean químicos con efectos perjudiciales.

Los participantes en la celebración del aniversario del Protocolo de Montreal y a la 19 conferencia de las partes del convenio se definen a sí mismos como "la familia del ozono".

Llegaron por primera vez a esta ciudad a mediados de la década del 80 para tratar el adelgazamiento y la aparición de agujeros en la capa de ozono, que protege a todos los seres vivos del planeta de los daños que produce la exposición a los rayos ultravioletas del Sol.

El aumento en la frecuencia de cánceres de piel y enfermedades de la vista en seres humanos y en muchas otras especies en las últimas décadas ha sido atribuido a un mayor nivel de estas radiaciones.

En aquel momento no existía mucho conocimiento científico sobre las causas del adelgazamiento de la capa de ozono, recordó el investigador Tom McElroy. Pero "la comunidad internacional se dedicó a tratar el problema a causa de sus riesgos potenciales", agregó.

Los estudios iniciados en 1974 por Sherwood Rowland, de Estados Unidos, y Mario Molina, de México —ganadores del premio Nobel de Química por este trabajo, junto con el holandés Paul Crutzen—, estableció que la reducción del ozono era provocada por dos tipos de sustancias químicas.

Se trata de los clorofluorcarbonados (CFC), empleados en refrigeración, acondicionadores de aire y aerosoles, y el gas halón, utilizado en extinguidores de incendios.

Molina y Rowland recordaron el domingo, ante los participantes de la reunión en Montreal, que debieron que desarrollar un nuevo tipo de química atmosférica. La creciente evidencia de que los niveles de ozono habían caído 30 por ciento sobre la Antártida alarmaba a algunas naciones, particularmente Argentina.

"En el sur del país, se recomendaba que los niños no jugaran al aire libre en horas en que los rayos solares eran más intensos, a causa del agujero de ozono", dijo a IPS la secretaria de Medio Ambiente de Argentina, Romina Picolotti.

"Había suficiente evidencia científica para actuar. No se necesita una certeza de 100 por ciento", agregó.

Junto con Canadá, Estados Unidos y otros países, Argentina impulsó un tratado internacional para reducir el uso de sustancias como los CFC.

"Se alcanzó un acuerdo en nueve meses, un plazo asombrosamente breve", recordó el diplomático retirado Richard Benedick, principal negociador estadounidense.

En 1987, 24 naciones firmaron el Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Reducen la Capa de Ozono. Actualmente, 191 países son parte del tratado.

Benedick señaló que esa rapidez fue resultado de adoptar un tratado flexible, que podría ser ajustado a medida que surgieran nuevas evidencias científicas, y que contó con la total colaboración de la industria química.

El reducido número de países que participaron en las negociaciones también facilitó esa tarea, a diferencia de lo que ocurre hoy, por ejemplo, con la Convención sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto.

"Las negociaciones de 1987 fueron muy duras, pero alcanzamos un precario equilibrio", comentó el ingeniero químico Victor Buxton, uno de los representantes canadienses.

En los casos en que resultó imposible llegar a acuerdos formales, los países optaron por mecanismos informales en muchos puntos clave, como transferencia de tecnología, créditos de emisión y asistencia financiera.

El Protocolo de Montreal incluía incentivos para que las naciones no firmantes se sumaran con rapidez, y contemplaba sanciones comerciales a aquéllas que no lo cumplieran.

Otro elemento clave fue la creación, en 1990, del Fondo Multilateral para la Implementación del Protocolo de Montreal, que puso a disposición de los países en desarrollo el dinero necesario para dejar de lado la producción de sustancias químicas que dañaban la capa de ozono.

Hasta el momento, 49 países industrializados aportaron más de 2.200 millones de dólares que fueron distribuidos entre 146 naciones.

"Fue fundamental para el éxito" en la implementación del tratado, dijo el embajador mexicano Juan Antonio Mateos. "No logramos crear uno similar en el caso del Protocolo de Kyoto."

Aunque el problema no ha sido superado completamente y la capa de ozono no se recuperará completamente hasta 2060 ó 2070, el cambio climático es el principal tema de discusión en esta conferencia de las partes.

Hay dos razones para que así sea. La mayoría de los gases que dañan el ozono también influyen en el recalentamiento planetario. Por otra parte, existe la esperanza de que el Protocolo de Montreal sirva como modelo para alcanzar un tratado efectivo sobre el clima.

Entre 1990 y 2000, la eliminación de esas sustancias tuvo como resultado una reducción neta de emisiones de gases invernadero equivalente a 25.000 millones de toneladas.

"Las últimas evidencias científicas muestran que acelerar la desaparición de los químicos que afectan al ozono nos ayudará a tener un futuro con menos carbono", dijo Achim Steiner, subsecretario general de la ONU y director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Los hidroclorofluorcarbonados (HCFC), que reemplazaron a los CFC, son empleados hoy en sistemas de refrigeración y acondicionadores de aire. Pero son poderosos gases invernadero. Según el Protocolo de Montreal, deben quedar fuera de uso en 2030 en los países industriales y 10 años más tarde en las naciones en desarrollo.

Una reducción más rápida en el consumo y producción de HFCF y el adelantamiento en unos 10 años de la fecha para dejar de usarlos podría reducir las emisiones de dióxido de carbono en 38.000 millones de toneladas en las próximas décadas, según datos del Pnuma.

Con el Protocolo de Kyoto sólo se intenta eliminar 2.000 millones de toneladas en su primera fase, entre 2008 y 2012. Esto representaría una reducción anual de poco más de 3,5 por ciento de las actuales emisiones de gases invernadero.

Los delegados reunidos aquí expresaron su apoyo para un prohibición adelantada de los gases que afectan la capa de ozono, pero los detalles tienen que ser negociados.

"Si podemos usar el Protocolo de Montreal para avanzar más rápido, será un tremendo beneficio para la capa de ozono y una gran contribución a la reducción de gases invernadero", concluyó Steiner.

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