TURISMO-ALBANIA: La kitsch atracción por el pasado comunista

Búnkeres, catacumbas, bases militares submarinas… Albania es una exposición viva de uno de los regímenes comunistas más extravagantes que hayan existido, devenido ahora en potencial turístico inestimable.

Las posibilidades para desarrollar lo que se ha llamado "turismo del patrimonio comunista" están al alcance de la mano.

En Albania, como en otros países del desaparecido bloque socialista, el intento de crear una nueva identidad nacional a partir de la década de los 90 choca con el creciente interés que concitan los vestigios del pasado.

"Si hay personas interesadas en los últimos 50 años de historia, ¿por qué no darles lo que buscan?", señala Nevila Popa, especialista en desarrollo empresarial de la estadounidense Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid), en Albania.

Se trata de un nicho de mercado, pero, como lo confirma Gent Mati, de la agencia de turismo Outdoors Albania, "hay un interés por aquel régimen paranoico y sicótico".
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Varios monumentos fueron destruidos por multitudes furiosas tras el colapso del régimen socialista, pero muchos siguen en pie, a la vista de los curiosos.

"Tenemos tantos elementos comunistas que es imposible no verlos", dice Mati a IPS.

"Es una parte integral de la historia albanesa y está siempre presente, incluso más que algunos monumentos que habría que buscar para verlos", añade.

Al llegar a Tirana se observa que la arquitectura socialista domina el paisaje urbano.

Una visita al Museo de Historia Nacional, cuyo diseño es un ejemplo del realismo socialista, basta para captar el peso que tuvo el comunismo en la historia reciente de Albania.

El comunismo se instaló aquí en 1944. Tirana mantuvo relaciones normales con los otros países del bloque socialista hasta 1961. El líder Enver Hoxha (1908-1985), quien dirigió la nación desde 1945 hasta su muerte, rompió ese año con el "revisionismo" de la disuelta Unión Soviética, tras la muerte de Stalin, y decidió aliarse a China.

Hoxha retomó el concepto de "revolución cultural" de China. La alianza entre ambos países se mantuvo hasta 1978, cuando Beijing normalizó sus relaciones con Estados Unidos, enfureciendo a Tirana.

Albania tomó un camino propio de tipo nacionalista y adoptó un estilo estalinista, que la dejó totalmente aislada y con condiciones económicas aun más duras.

El aislamiento político volvió al régimen paranoico.

Uno de los ejemplos más reveladores es la construcción de unos 750.000 búnkeres entre 1974 y 1986 para proteger a la población porque Tirana sentía que el ambiente internacional era hostil.

El ingeniero que los diseñó estaba tan seguro de que eran indestructibles que se hizo una prueba de su resistencia a los misiles con él adentro.

El ingeniero sobrevivió y así comenzó la construcción en masa de ese tipo de refugios.

Los búnkeres son una marca registrada del paisaje albanés.

Alguno albaneses consideran que los refugios arruinaron la belleza de la campiña, mientras otros, en general extranjeros, piensan que esas construcciones en forma de hongos son un signo escalofriante, pero fascinante, de la oscura historia política de país.

Lo que no se puede negar es que los búnkeres albaneses, cuyo concreto pudo haber resuelto gran parte de los problemas de vivienda de l país, están en todos lados. En diversos tamaños se encuentran a las afueras de pueblos y ciudades, laderas de colinas y montañas y al borde del mar.

La mayoría están abandonados y se usan como baños públicos, depósitos de basura o escondites de amantes.

Aunque otros tuvieron un destino más artístico.

Algunas estructuras de concreto fueron cubiertas con motivos psicodélicos rosados y violetas, a instancias del Ministerio de Cultura.

En el balneario costero de Durres, a menos de una hora en automóvil de Tirana, se les dio un uso más comercial para vender refrigerios a los turistas.

Pero algunas de las atracciones del potencial turismo interesado en el patrimonio comunista no son tan omnipresentes y hay que cavar hondo para encontrarlas.

"El Ministerio de Defensa es presionado para que permita abrir bases militares en desuso, algunas de las cuales están ubicadas en lugares hermosos, que pueden restaurarse y convertirse en museos", dijo Mati a IPS.

Uno de esos lugares está en la bahía de Palermo, al sur, donde una base soviética submarina, ahora abandonada, pide visitantes a gritos.

El Ministerio de Turismo, con ayuda del Banco Mundial, estudia la situación con la intención de transformarla en una atracción turística.

La base se construyó cavando un acantilado en la idílica bahía, también uno de los lugares más seductores por su belleza natural.

Otro de los atractivos son las catacumbas de la época medieval, de la meridional ciudad de Gjirokaster, declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El régimen comunista adaptó algunas de ellas para uso de los líderes del Partido Comunista o para ser empleadas en casos de guerra, y permanecieron cerradas al público..

En sus decenas de habitaciones, conectadas entre sí por corredores, sobrevivieron algunos objetos del régimen comunista como generadores, mesas y placas con nombres.

"El complejo estaba diseñado para resistir un ataque nuclear", dijo a IPS David Bragg, de la organización humanitaria Peace Corps.

"Si se encuentra la ruta correcta, puede ser una muy buena atracción turística", añadió.

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