TEATRO: Terapias infantiles a escena

El teatro puede ayudar a niños y niñas a afrontar las consecuencias de la violencia padecida en ambientes conflictivos, según directores, expertos y activistas reunidos en esta ciudad japonesa.

Varios expertos que trabajan en zonas de conflicto se reunieron en Okinawa con motivo de la "Kijimuna Festa", festival internacional de teatro anual de dos semanas, para compartir experiencias sobre asistencia a víctimas de abuso infantil.

Desde especialistas palestinos hasta psicólogos que tratan casos de abuso infantil en Japón coincidieron en que el arte, en general, y el teatro, en particular, alivian el sufrimiento de niños y niñas.

"Al mirar obras o actuar en ellas y al narrar historias, los niños reviven la tragedia padecida", dijo Marina Barham, responsable de la compañía teatral palestina Alharah. "El teatro les brinda un ámbito donde imaginar una solución a sus problemas y la oportunidad de afrontar y aliviar su trauma."

Esta compañía teatral de 12 integrantes trabaja con personas que viven en condiciones de opresión. Los menores padecen la violencia a diario a causa del conflicto con Israel, la pobreza y el escaso desarrollo.

Okinawa, donde se celebró la Kijimuna Festa, que se celebra desde 2003, ofrece un ambiente propicio para ese mensaje de paz.

Esta isla, con una población de 1,22 millones, sufrió en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la muerte de uno de cada cinco de sus habitantes, cuando su territorio concentró la batalla entre el ejército japonés y el estadounidense.

Las consecuencias de ese episodio aún obsesionan a Okinawa y a todo el archipiélago del mismo nombre, donde la presencia continua de militares estadounidenses implica desde entonces enfrentamientos permanentes con la población civil.

Kijimuna Festa se dedicó este año a analizar el papel del arte y el teatro como herramienta para que niños y niñas hagan frente a sus tragedias, dada la creciente inseguridad mundial, explicó el director del festival Hisashi Shiroyama.

Kijimuna es el nombre de un duende mítico de Okinawa que simboliza la paz.

"El problema no se limita a países en guerra. Los niños son víctimas de agresión de adultos en diversas formas. La creciente delincuencia juvenil también podría considerarse consecuencia de la violencia social que ellos padecen", explicó a IPS.

El abuso infantil se disparó en Japón hasta alcanzar los 37.343 casos en 2006, una cifra sin precedentes.

La delincuencia de menores de edad también se elevó, con más de 113.000 detenciones al año, lo que alentó la aprobación de una nueva ley por la cual niños y niñas de apenas 12 años pueden ser recluidos a un reformatorio.

Psicólogos explicaron en el seminario cómo la actuación ayudó a niños traumatizados a romper el cascarón de dolor que los inmovilizaba.

"Tomamos el problema de la violencia de los padres como argumento central de una obra. Al representar el drama, la víctima toma conciencia de lo que sucede en su entorno", relató Naoko Nomura, experto en niños con problemas.

"Al final nos dimos cuenta de que a medida que el niño comprende las razones detrás del abuso se torna más seguro y encuentra formas de lidiar con él", explicó.

Los especialistas también advirtieron del uso excesivo de la estética en cuestiones sociales porque, según Nicola Zceineh, de Croacia, puede combatir el propósito del teatro.

"Si bien la educación es el gran objetivo del teatro, el medio no debe olvidar el fin original: crear un ambiente para que los menores puedan imaginar y descubrir sus propios sueños. Los artistas no son terapeutas", explicó.

La especialista japonesa en educación dramática Toyoko Nishida sostuvo, por su parte, que el teatro para niños de Japón se propone proyectar un mundo fantástico y no lidiar con la realidad, que les impide utilizar emocionalmente su imaginación para afrontar una crisis social, explicó Nishida.

"La enseñanza artística para niños tiende a vincularse con relatos tradicionales y buenas costumbres, derivadas de valores históricos japoneses, según los cuales los menores no son personas con derechos sino propiedad de sus padres", indicó la especialista.

Nishida encabeza un movimiento que se propone convencer a los padres para que apoyen a los elencos que llevan problemas sociales al teatro infantil y permitan que los niños se involucren.

La Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ratificada por Japón, defiende el derecho de expresión de los menores, lo cual constituye un factor clave para el movimiento.

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acerca del futuro de los medios de comunicación y de la educación también describe la importancia de incluir la educación estética en los programas escolares.

Nishida concentra su trabajo en presionar por un aumento de las horas de educación artística en las escuelas con esos argumentos, contra la tendencia actual a imponer programas de enseñanza rígidos.

En un contexto de guerra, Barham, de Palestina, relató su experiencia en teatro infantil y señaló que la representación de una obra contribuye a que niños y niñas valoren conceptos como humanidad y paz, pese a vivir en un entorno violento.

La obra "Nostalgia del mar" muestra a un grupo de niños en Palestina que añoran ir a la costa a pesar de la ocupación israelí. La representación, con canciones y bailes, les permitió convertir ese sueño en realidad.

"El teatro brinda una oportunidad para que los niños oprimidos revivan su infancia en un ambiente que se las niega. Al mirar una obra pueden dejar volar su imaginación y sentir que controlan sus vidas, lo que les permite pensar y desarrollar un pensamiento político propio", explicó a IPS.

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