Griselda Portillo, una joven campesina de El Salvador, sufrió cáncer de cuello de útero cuando tenía 19 años. La idea de la enfermedad la sigue perturbando, aunque su vida ya no corre peligro.
La lozanía del rostro de Portillo, que abandonó la escuela secundaria a los 14 años porque "éramos varios hermanos y los recursos no alcanzaban para todos", no refleja el costo que muchas mujeres de este país deben pagar por la ausencia histórica de servicios médicos en las áreas rurales, los patrones culturales machistas y la pobreza.
Esas condiciones explican los cada vez más recurrentes casos de cáncer de cuello de útero en esta zona, según miembros de organizaciones de salud.
Especialistas locales señalan que El Salvador tiene la tasa más alta de mortalidad por cáncer uterino de América Central, un diagnóstico avalado por estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La pobreza, deficientes cuando no inexistentes servicios de salud en áreas rurales, falta de información sobre la importancia de estudios preventivos y una cultura machista que se opone a que las mujeres sean examinadas, ya que el médico vería sus genitales, crean el caldo de cultivo para que la enfermedad se extienda.
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Esta comunidad rural, 75 kilómetros al noroeste de la capital, tiene una de las tasas más altas de morbilidad, y el caso de Portillo es una muestra de lo que ocurre en el resto del país.
"Me puse mal al darme cuenta de que estaba enferma. Ahora ya no me aflijo porque no es grave", dice.
Portillo habla, un poco nerviosa, mientras tiene en brazos a Oliver, su hijo de un año, sentada en un banco de madera que descansa sobre el piso de tierra de su casa, símbolo de la extrema pobreza en que viven los pobladores de esta localidad.
Con ayuda de la no gubernamental Asociación de Promotores Comunales de El Salvador (Aprocsal) fue al hospital, relató a IPS, para realizarse un "raspado" de útero para remover células cancerígenas. En unos meses se hará nuevamente un estudio para garantizar que no hubo un rebrote.
Gloria Cruz, que se dedica a la atención primaria de la salud en Aprocsal, aseguró que las mujeres con este tipo de de cáncer han sido generalmente contagiadas por sus parejas sexuales, estables u ocasionales, con el virus llamado papiloma.
Muchos, añadió Cruz, trabajan en las ciudades y han tenido relaciones "no seguras" con otras mujeres afectadas por la enfermedad.
Los papilomas facilitan que las células del útero se vuelvan malignas y aparezca el cáncer.
Este virus puede ser tratado pero nunca eliminado. Permanece en forma latente, por lo que la única manera de no propagarlo es el uso permanente de preservativos, indicó Cruz.
El inicio de relaciones a temprana edad, la existencia de múltiples parejas y embarazos, cuestiones hereditarias y contaminación ambiental son otras causas que provocan la enfermedad, agregó.
El cáncer de cuello de útero es más común en mujeres entre los 30 y 50 años, aunque en San Isidro Lempa muchas adolescentes y jóvenes han pasado a formar parte de las estadísticas.
La enfermedad puede ser prevenida y es tratable si se la detecta en forma temprana. En caso contrario el riesgo de muerte es alto.
Aprocsal, con fondos aportados por organizaciones internacionales, firmó este año un convenio con un hospital privado de San Salvador para que las parejas se sometan a exámenes, ya que ahora algunos hombres "han accedido" a realizarse los estudios.
"Se han descubierto 13 casos de cáncer; afortunadamente hasta ahora sólo en la primera fase", manifestó Cruz.
En estos casos se realizó la "remoción de células muertas que si no se tratan se pueden convertir en un cáncer mayor. Cuando las mujeres se dan cuenta de que tienen cáncer se deprimen y bajan sus defensas. La enfermedad entonces avanza mucho más rápido", explicó.
Según una encuesta sobre "Salud sexual y reproductiva y violencia de género", realizada por Aprocsal en 2004, 70 por ciento de las 150 mujeres consultadas de esta comunidad estaban afectadas por cáncer uterino.
El estudio también estableció que muchas mujeres no se protegen durante el acto sexual porque a sus parejas "no les gusta usar condón, ya que les molesta, o porque ambos no sienten la misma satisfacción".
Cruz señaló a IPS que en su primera experiencia de pruebas masivas, en 2004, apenas nueve de 50 mujeres convocadas llegaron a la consulta, en muchos casos porque desconocían la necesidad de tomar medidas de prevención.
"Algunas mujeres no se hacían los estudios porque no les entregaban los resultados en la unidad de salud o no tenían dinero para ir hasta el hospital o porque sus maridos no se lo permitían, ya que el médico les vería sus órganos genitales", señaló Beatriz Segovia, una líder comunal que desde hace dos años es una de las 18 voluntarias del programa de salud preventiva implementado por Aprocsal.
En San Isidro Lempa existe un solo centro de salud, atendido por un promotor que cobra un salario estatal, pero la sala no cuenta con equipo para realizar los exámenes y en sus anaqueles escasean los medicamentos.
Este panorama es una constante en el sistema de salud salvadoreño, particularmente en las áreas rurales, según la coordinadora del programa de salud de Aprocsal, Ana Mercedes Bonilla.
Asimismo, cuando algunas mujeres deciden realizarse el estudio, "en el hospital o unidad de salud les manifiestan que los resultados estarán dentro de tres a seis meses o simplemente les dicen que están bien, sin mostrar los resultados", agregó.
El jefe del programa de Atención a la Mujer del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (Mspas), Jorge Cruz, reconoció a IPS que El Salvador tiene "la tasa más alta de mortalidad por causa de cáncer de cuello uterino en Centroamérica".
Según Cruz, en el mundo se registran unos 500.000 nuevos casos por año, 80 por ciento en países en desarrollo.
De acuerdo con la OMS, la tasa de mortalidad en mujeres por esta causa en El Salvador en 2002 era de 23,5 por cada 100.000, frente a un índice de 23 en Belice y de 12 en Costa Rica.
Cruz indicó que se reportan 45,6 nuevos casos por cada 100.000 mujeres.
El Hospital Nacional de Maternidad de San Salvador es la única institución pública para la mujer en esta nación centroamericana.
Cruz admitió que no tienen "los recursos económicos y técnicos para atender a toda la población que necesita esos servicios. No hemos podido manejar este problema de forma eficiente".
A fin de junio, el ministro de Salud, Guillermo Maza, fue sancionado por el Tribunal de Ética Gubernamental por mantener en depósito por más de tres años un equipo de tomografía computada.
Muchos pacientes que no pudieron hacerse esos exámenes en el hospital público fueron remitidos a clínicas privadas propiedad de familiares del funcionario. Maza continúa en el cargo.