PLÁSTICA-BRASIL: La vieja vanguardia no se rinde

El Tropicalismo, el movimiento artístico que en octubre cumplirá 40 años y que aún hoy es una fuerte influencia para artistas de todo el mundo, recobra su esplendor en el Museo de Arte Moderno de esta ciudad brasileña gracias a la muestra que se extenderá hasta el 30 de septiembre.

"Museo es el mundo, es la experiencia cotidiana", decía Hélio Oiticica, el artista plástico fallecido en 1980, cuando hace cuatro décadas exponía en esta misma sede de Río de Janeiro, dentro del marco de la "Nueva Objetividad Brasileña", una obra emblemática cuyo nombre era Tropicália.

Esa instalación se presentaba en forma de laberintos que buscaban envolver al público con imágenes tropicales, nostálgicas y lúdicas, que anunciaban un futuro próximo, industrial y tecnológico, representado por la televisión.

Su reconocido inconformismo social y su posición crítica ante el sistema del arte imperante se dejaban traslucir en esta exposición, en la que hasta sus instalaciones subvertían los soportes tradicionales y anunciaban un nuevo paradigma en las artes plásticas y en la cultura en general.

Pronto Tropicália bautizaría a todo un movimiento cultural contestatario y de vanguardia que encontró eco en otras manifestaciones artísticas en Brasil de finales de los años 60.

La obra de Oiticica se constituyó así en propulsora de un movimiento que traspasó los dominios de las artes plásticas, influenciando el teatro del grupo Oficina, el cine de Glauber Rocha, así como la música popular de la mano de Caetano Veloso, Gilberto Gil, el grupo Os Mutantes, Gal Costa y Tom Zé, entre otros cantautores.

A fines de la década del 60 y en plena dictadura militar (1964-1985), el tropicalismo fue una manera de apropiarse y leer el mundo, de reinventar la forma de hacer y pensar la cultura nacional. En este difícil escenario brasileño, este movimiento colectivo de contracultura inició una verdadera revolución.

Contemporáneo de otros movimientos de ruptura a nivel mundial, el tropicalismo pretendía plantear una manera más democrática de vivir la diversidad de la cultura brasileña.

Se propuso ofrecer un modelo para comprender la forma en que arte y cultura pueden moldear la identidad nacional en una sociedad multicultural, compleja y en pleno desarrollo como la brasileña.

Por su frontalidad y actitud provocativa, muchos de sus integrantes fueron condenados al exilio por la dictadura. Sin embargo, su actitud crítica ante lo establecido y principalmente ante los preconceptos, supo dejar huellas hasta hoy, influenciando a artistas de diversas disciplinas alrededor del planeta.

La exposición titulada "Tropicália, una nueva revolución en la cultura brasileña (1967-1972)", puede ser disfrutada desde el 7 de este mes agosto en el Brasil, después de haber pasado con enorme repercusión por museos de Berlín, Londres, Chicago y Nueva York.

Esta muestra, que según sus organizadores se presenta más que nada como la primera exposición dedicada a Tropicália como un momento cultural, al mismo tiempo intenta mostrar sus resonancias en las nuevas generaciones de artistas locales como extranjeros.

Con la curaduría del crítico argentino Carlos Basualdo, del Museo de Arte Contemporáneo de Filadelfia, esta exposición se compone de más de 250 objetos artísticos, entre ellos obras, carteles, poesías y ropas, organizadas en diferentes secciones que se corresponden con las áreas a partir de las cuales se elaboró el universo conceptual tropicalista.

Ese universo está conformado por artes visuales, teatro, arquitectura, y para contextualizar, informaciones generales de los hechos que marcaron a Brasil entre los anos 1967 y 1972. De esta forma, la exposición intenta no sólo reflejar las cualidades de aquel momento histórico particular, sino que también ver su importancia en las producciones artísticas contemporáneas.

Según Basualdo, esta exposición es un esfuerzo por restaurar el carácter multidisciplinario del movimiento, demostrando su conquista como una profunda transformación cultural.

"Estos artistas parten de una serie de disciplinas e influencias locales e internacionales para crear una nueva forma híbrida, únicamente brasileña", indicó el curador.

Recorriendo desde fines de los años 60 hasta la actualidad, la muestra documenta los íconos claves del movimiento tropicalista.

Además de la reconstitución de la muestra "Nueva Objetividad Brasileña" con trabajos de Hélio Oiticica y Lygia Clark entre otros, la muestra incluye tramos de espectáculos de Costa, Gil, Tom Zé, Os Mutantes y Veloso, así como las tapas de sus discos, revistas, libros y carteles de películas de esa época.

Explora también las ideas de la arquitecta Lina Bo Bardi a través de sus dibujos y maquetas, y presenta una sección completamente dedicada a la pieza teatral "O Rei da Vela", de Oswald de Andrade, cuya original puesta en escena influenció enormemente a artistas, músicos y cineastas brasileños de la época.

Artistas contemporáneos crearon también piezas específicamente para esta exposición, demostrando la importancia del legado de este movimiento y la legitimidad de su renovado interés internacional.

El público que asiste a esta exposición está no sólo invitado a ser mero observador de la misma, sino también a participar activamente en ella.

Dos de las instalaciones de Oiticica, una de ellas la misma "Tropicália", crean ambientes multisensoriales con diferentes texturas, olores, y visiones. "Rueda de Placeres", de Lygia Pape, invita a saborear líquidos de distintos colores, mientras que Clark, a través del uso de anteojos, máscaras y guantes, insta a preguntarse acerca de la propia percepción estética.

Los espectadores, muchos de ellos niños y niñas, se divierten con la idea de poder tocar muchas de las obras en exposición. Los adultos también aprecian la experimentación y el lado lúdico que acompaña a muchas de las piezas en exposición.

"Creo que es importante hacer accesible el arte a las personas, a los niños. Esta es una manera muy directa de restarle solemnidad a las obras que pueden llegar a estar en un museo", confió a IPS Keyla, una profesora de arte de escuela publica que próximamente piensa organizar una visita con sus alumnos a la muestra.

Mientras, mira jugar a un grupo de niños que entra y sale corriendo de una estructura de red llena de pelotas multicolores, otros se descalzan para entrar en un ambiente con cubículos llenos de arena, telas, libros y otros materiales desplegados en el piso para ser pisados, tocados, movidos de lugar.

"La idea de que los museos son aburridos y sólo para alguna clase de personas muy cultas no es así. El arte debe ser para todos", apuntó.

En esta propuesta de complicidad con el espectador, en donde se puede interactuar con la obra, tocar, sentir, jugar, oler y hasta saborear algunas de ellas, es en donde está bien presente el espíritu del movimiento: incluir, romper barreras, desacralizar el arte. En fin, hacer partícipe al público, ya que para estos artistas la convivencia entre público y obra es una parte intrínseca de la misma, que a lo que apunta es a provocar una transformación en ambos.

Junto con la exposición también fue lanzado el libro "Tropicália – Una revolución en la cultura brasileña" (1967-1972), de la editorial Cosacnaify, que más que catálogo de la exposición intenta proporcionar una referencia y reflexión acerca del movimiento.

La publicación contiene no sólo textos históricos fundacionales y manifiestos del movimiento, sino también contribuciones hechas específicamente para este volumen de especialistas reconocidos en diferentes áreas de la cultura.

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