Los bandos en pugna en Palestina deben reconciliarse y trabajar unidos para lograr una paz sustentable, según el Grupo Internacional de Crisis (ICG), organización no gubernamental dedicada a la prevención y resolución de conflictos internacionales.
Un estudio del ICG indica que si el moderao y laico partido Fatah y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) llegan a un entendimiento para compartir el poder en la Autoridad Nacional Palestina, la comunidad internacional debe estar dispuesta a aceptarlo.
Fatah, el partido creado por el fallecido líder histórico palestino Yasser Arafat y al que pertenece el presidente Mahmoud Abbas, y Hamas, que logró la mayoría en las elecciones legislativas de 2006, chocaron armas en mano por la supremacía política en reiteradas ocasiones.
"En la medida en que persista la lucha interna, el progreso hacia una solución duradera se encuentra en un terreno resbaladizo. La seguridad y un proceso de paz creíble dependen de un grado mínimo de consenso" entre las facciones palestinas, apunta el estudio.
El informe se conoció al tiempo que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, llamó a relanzar el estancado proceso de paz entre Israel y Palestina, que hasta el momento sólo obtuvo una tibia respuesta por parte del estado judío y las naciones árabes.
Pero Washington parece decidido a explotar al máximo la división entre los palestinos, presentando a Fatah y Hamas como opciones claramente contrastantes sobre una posible solución al conflicto.
"Está la visión de Hamas, que el mundo pudo apreciar" durante los últimos episodios de violencia en Gaza, dijo Bush el 16 de julio, cuando propuso una nueva conferencia de paz apuntada a asegurar la gobernanza y, al mismo tiempo, reducir la influencia de Irán en la región.
Si los palestinos siguen la senda de Hamas, agregó Bush, "se garantizará el caos, el sufrimiento y la perpetuación de los agravios. Así se destruirá la posibilidad de establecer un estado palestino" independiente.
"Hay otra opción ( ) representada por la visión del presidente Abbas y el primer ministro Salam Fayyad", agregó. "La de un estado pacífico llamado Palestina como patria del pueblo palestino", dijo Bush.
La mejor forma de caracterizar el discurso de Bush es considerarlo como "una leve pisada en el acelerador de una fallida política en Medio Oriente", dijo Daniel Levy, ex negociador de paz israelí hoy asociado al centro de estudios Century Foundation, con sede en Washington.
"El presidente persiste en profundizar las divisiones de los palestinos, insiste en plantear precondiciones para una solución basada sobre la existencia de dos estados y no muestra cuáles son sus parámetros para un acuerdo final entre israelíes y palestinos", dijo Levy a IPS.
"Incluso la promesa de una ayuda de 190 millones de dólares para un nuevo gobierno palestino es mayormente un reciclaje de viejos compromisos", agregó.
En junio, un brote de violencia entre las facciones palestinas se convirtió en una lucha abierta por el control de Gaza, cuando las fuerzas de seguridad de Hamas arrasaron posiciones de Fatah con un saldo de 140 muertos y más de 1.000 heridos.
"La indiferencia sobre la suerte de los civiles y las propiedades reflejaron la brutalización de la sociedad y la creciente desintegración de las normas y valores desde que el actual enfrentamiento entre israelíes y palestinos estalló en 2000", destaca el análisis del ICG.
Como respuesta, el acosado presidente Abbas disolvió el gobierno de unidad nacional formado tras el triunfo de Hamas en las elecciones parlamentarias de 2006, declaró el estado de emergencia y designó como primer ministro al prooccidental Fayyad, educado en Estados Unidos.
Estas decisiones, adoptadas a través de un decreto de necesidad y urgencia, recibieron apoyo de Estados Unidos e Israel, pero no parecen conformar a la mayoría de los palestinos.
El informe del ICG indica que "muchos están de acuerdo con la idea de que la instalación por parte de Abbas de un gobierno sin ratificación parlamentaria y los decretos presidenciales apropiándose de facultades legislativas violan las leyes palestinas".
Washington se volcó decididamente en favor de Abbas y Fayyad, pues califica a Hamas, que aseguró su firme control sobre Gaza, de organización terrorista, apoyada por Irán.
Esto marginó aun más a Hamas, aisló a los palestinos que viven en Gaza y profundizó la lucha entre facciones. El gobierno de Bush también ha presionado a Israel para que tomara acciones conciliatorias con Fatah.
Israel reanudó los vínculos financieros y de seguridad que había suspendido tras la victoria de Hamas en las elecciones de enero de 2006. También comenzó a girar los ingresos aduaneros de los palestinos, que las autoridades israelíes administran, luego de retenerlos durante un año.
Incluso otorgó una amnistía para 178 "combatientes buscados", la mayoría de ellos miembros de las brigadas al-Aqsa, asociadas a Fatah, y accedió a liberar de prisión a 255 palestinos.
Al mismo tiempo, Israel ha mantenido su cerco sobre Gaza y se niega a dialogar con la dirigencia de Hamas.
Pero dentro de Israel hay un puñado de figuras públicas que piensan que, en vista de la creciente influencia de Hamas, ya es tiempo de negociar con el grupo islámico. Uno de ellos es un ex jefe del Mossad, el servicio de inteligencia, Efraim Halevy.
"Hamas ha demostrado que, bajo presión, tiene una actitud flexible para llegar a acuerdos", escribió Halevy en una columna de opinión publicada en la revista estadounidense New Republic, de orientación progresista.
"Se deben establecer contactos para ver si es posible llegar a un armisticio de largo plazo. Debemos mirarnos a los ojos duramente, en un ejercicio en el cual Hamas sea llevado a un punto en el cual acepte ese entendimiento en interés propio", señaló.
Sin embargo, apenas Abbas estableció un gobierno que excluía a Hamas, Bush lo proclamó "presidente de todos los palestinos" y prometió ayudar a la incipiente administración como parte de su política "Cisjordania primero". Fatah controla esa región, mientras que Gaza es el bastión de Hamas.
El jueves, en una reunión con el gabinete de Abbas, la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, firmó un acuerdo para otorgar a la Autoridad Nacional Palestina 80 millones de dólares destinados a reformar sus servicios de seguridad.
La propuesta de Bush de una nueva conferencia de paz, presidida por Rice, sería una rara ocasión, si se concreta, para que líderes árabes e israelíes trabajen en conjunto hacia la superación de sus diferencias políticas.
La mayoría de los analistas creen que la Liga Árabe y, sobre todo, Arabia Saudita, deben ser convocadas para otorgar mayor legitimidad al encuentro.
Pero en una conferencia de prensa en Ryad, en la que Rice estuvo presente, el ministro de Relaciones Exteriores saudita, príncipe Saud al-Faisal, dijo que su país participaría si se abordan cuatro temas: el destino de los refugiados palestinos, una definición sobre la situación futura de Jerusalén (reivindicada como capital por ambos bandos), las fronteras de un estado palestino y el desmantelamiento de los asentamientos israelíes en Cisjordania.
"Estamos interesados en una conferencia de paz que aborde el fondo, no las formas", dijo Faisal.
En última instancia, un acuerdo de paz duradero depende de un consenso entre las facciones palestinas y la inclusión del grupo islámico en el sistema político. "Esta fue la visión original de Hamas", señala el informe del ICG, "y a pesar de el clima actual de enfrentamiento sigue siendo la correcta".