Todos los días, un autobús repleto parte desde Malawi hacia Sudáfrica. La mayoría de los pasajeros son comerciantes que venden artesanías de madera en grandes urbes como Johannesburgo, Durban y Ciudad del Cabo.
Algunos pocos hacen escala en Harare, la capital de Zimbabwe, para ofrecer allí ropa y productos básicos como harina y azúcar.
Al volver de Sudáfrica, los comerciantes traen vestimenta, calzado, aparatos electrónicos y accesorios personales. Los que regresan de Zimbabwe, a su vez, compran allí manteca, mermelada y salsa de tomate para vender en Malawi.
Algunos comerciantes también cruzan las fronteras hacia Mozambique, Zambia y Tanzania, los tres únicos países que rodean a esta nación de África austral. Ellos también vuelven con mercaderías para vender.
Otros manejan grandes sumas de dinero y viajan por avión a Kenia, la región china de Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos y Tailandia en busca de artículos electrónicos y ropa.
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Para llegar desde Malawi a Sudáfrica y Zimbabwe, se deben atravesar grandes extensiones de territorio mozambiqueño, y un tramo aun mayor de Tanzania para acceder a Kenia.
Maria Kachale, de 32 años, se dedica al comercio transfronterizo desde 1999. Con las ganancias obtenidas en esa actividad construyó una vivienda de tres dormitorios y compró un automóvil usado.
La tarea no es fácil. Kachale, por ejemplo, pasa mucho tiempo en la carretera. "Lleva dos días enteros conducir entre Malawi y Sudáfrica. Es muy cansador", relató.
Esta mujer de negocios, que permanece en Lilongwe, la capital de Malawi, también cubre largas distancias para comprar mercaderías para sus clientes, que luego lleva a Malawi.
Antes de la crisis económica de Zimbabwe, los comerciantes podían optar por realizar su tráfico con ese país ahora azotado por la pobreza o dirigirse a Sudáfrica.
"Zimbabwe está un poco más cerca, pero ahora no tenemos muchas más opciones que viajar a Sudáfrica, un destino comercial más lucrativo", expresó.
Otro comerciante transfronterizo informal, Zalimba Khoviwa, de 27 años, vive en Mulanje, meridional distrito de Malawi limítrofe con Mozambique.
Desde hace ocho años, Khoviwa cruza la frontera en bicicleta para comprar maíz, pasta, jabón y dentífrico en Mozambique, que luego revende en su área. "El maíz es un alimento básico en Mulanje, pero las cosechas suelen ser insuficientes para alimentarnos", dijo.
Khoviwa figura entre los 500 comerciantes transfronterizos informales registrados en su zona por una encuesta realizada en noviembre pasado por la Asociación Nacional de Mujeres Empresarias, que promueve actividades económicas a pequeña escala.
El coordinador nacional de créditos de la Asociación, Lackson Kapito, dijo que la capital y Blantyre, el principal centro comercial del país, albergan a unos 10.000 de esos comerciantes. La tercera ciudad, Mzuzu, y el distrito de Mangochi cuentan cada uno con 2.000.
Kapito calculó que al menos 100 personas de los otros 23 distritos del país están involucradas en comercio transfronterizo. El país tiene 12 millones de habitantes, 65 por ciento de los cuales viven debajo de la línea de pobreza, es decir con un ingreso inferior al dólar diario.
El analista económico Mavuto Bamusi señaló que el comercio transfronterizo informal ofrece oportunidades económicas a mujeres y jóvenes que, de otro modo, carecerían de empleo.
"Lo que preocupa es que estos comerciantes suelan afrontar toda clase de injusticias sociales y económicas, entre ellas acoso de las autoridades públicas, en especial las del área impositiva. Sufren inspecciones no reguladas y son obligados a pagar impuestos exorbitantes", dijo Bamusi.
La otra desventaja de estos comerciantes es que, en su mayoría, son analfabetos e ignoran los gravámenes sobre diferentes tipos de mercaderías, agregó.
"Desafortunadamente, no hay una agrupación formal que vele por los intereses de estos comerciantes, lo que los deja inermes a la hora de pelear por sus derechos", enfatizó Bamusi.
Otro analista económico, Abel Mwanyungwe, coincidió en que el comercio transfronterizo informal brinda empleo a muchas personas que terminan haciendo un importante aporte a la economía nacional, pues pagan impuestos y mantienen a sus familias.
A Mwanyungwe le preocupa la falta de investigación sobre el mercado y de información sobre el comercio informal, una situación que impide a la mayoría de los comerciantes conocer la demanda de las mercaderías que ofrecen.
"El entorno económico en el país no es amigable para ellos", destacó. Los bancos dudan a la hora de conceder créditos a comerciantes informales o de establecer las garantías que les requerirán, explicó.
Mwanyungwe también dijo que aunque los comerciantes accedieran fácilmente a préstamos deberían soportar intereses prohibitivos, que actualmente oscilan entre 23 y 26 por ciento.