El 9 de agosto de 1945, la meridional ciudad japonesa de Nagasaki fue devastada por una bomba atómica lanzada desde el bombardero estadounidense B-29 Superfortress.
Tres días antes, un avión del mismo tipo, bautizado "Enola Gay", había dejado caer la primera bomba atómica de la historia, irónicamente llamada "Niño Pequeño", sobre la ciudad de Hiroshima.
La Fundación para la Investigación de los Efectos de la Radiación admite, 62 años después, que todavía existen dificultades para determinar el número exacto de muertes a causa de las explosiones.
Se estima, sin embargo, que en un plazo de entre dos y cuatro meses posteriores al bombardeo, entre 90.000 y 140.000 personas perdieron la vida en Hiroshima, mientras que entre 60.000 y 80.000 murieron en Nagasaki.
Las razones que impiden establecer con precisión el número de víctimas son múltiples, aunque la fundamental es que muchas de las muertes se produjeron meses e incluso años después como consecuencia de los efectos de la radiación.
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Las críticas hacia Estados Unidos y su presidente Harry S. Truman (1945-1953) por la decisión de lanzar las bombas también conspiraron contra la difusión de información más completa sobre sus consecuencias.
Sin embargo, lo que resulta evidente es que Hiroshima y Nagasaki fueron dos episodios de gigantesca destrucción y muerte. También constituyen los únicos casos en que armas atómicas fueron utilizadas en un conflicto.
Este hecho provocó que su empleo estuviera rodeado por sentimientos de horror y una dura controversia, ya que la ciencia y la guerra parecían haber alcanzado un nuevo umbral que se extendía más allá de cualquier cosa que la humanidad hubiera conocido hasta ese momento.
SuZen, fundadora y codirectora de la no gubernamental Iniciativa para la Paz Universal, con sede en Nueva York, cree que el lanzamiento de las bombas "cambió el mundo".
Muchos comparten esta opinión. Entre esas personas se encuentra Anne Gibbons, de la organización pacifista de mujeres Código Rosa, también con sede en esta ciudad. Los ataques a las ciudades japonesas "son una mancha en la historia" que la deja "horrorizada", afirmó.
Es por esto que muchos creen que es de extrema importancia recordar el aniversario y no dejar que la destrucción de Hiroshima y Nagasaki desaparezca lentamente de los libros de historia. Ciudades en todo el territorio de Estados Unidos organizaron actividades para conmemorar lo ocurrido.
En esta ciudad, el área de Manhattan hizo su contribución con una serie de actos que se desarrollaron durante el fin de semana pasado y continuarán durante los próximos días.
El coordinador de la Red Global contra las Armas y el Poder Nuclear en el Espacio, Bruce Gagnon, planteó un desafío intelectual con el discurso que pronunció en la Iglesia Unitaria de Todas las Almas de Manhattan. Habló sobre la necesidad de acelerar el desarme nuclear y detener el despliegue de estas armas en el espacio.
Gagnon reconoció las dificultades que existen para alcanzar esos objetivos, en la medida que los gobiernos continúan volcando más dinero con propósitos militares, pero sugirió posibles respuestas. Enfatizó la importancia de los movimientos locales de base y la comunicación entre ellos para alcanzar el éxito.
La Iglesia Budista de Nueva York también fue anfitriona de una ceremonia de conmemoración, que contó con la presencia de un sobreviviente de Hiroshima, Koji Kobayashi.
Durante el acto se proyectó la película "La Generación Perdida" y se hicieron repicar las campanas a la hora exacta de la explosión en Hiroshima (11.15 PM hora de Greenwich). También se leyeron mensajes de los alcaldes Tadatoshi Akiba, de Hiroshima, y Tomihisa Taue, Nagasaki.
Akiba describió en su mensaje la miseria de los sobrevivientes en su lucha cotidiana y sus cuestionamientos "acerca del significado de la vida".
Las actividades no sólo tuvieron por objetivo conmemorar el aniversario de la destrucción de ambas ciudades, sino también generar conciencia en los asistentes sobre los peligros actuales de las armas nucleares.
La directora ejecutiva de Acción por la Paz, con sede en el estado (provincial) de Nueva York, Cheryl Wertz, sugirió que aunque las armas nucleares sólo se usaron en Hiroshima y Nagasaki no existe ninguna garantía de que no ocurra nuevamente.
"Existe una idea equivocada muy extendida, respecto de que la amenaza atómica desapareció con el fin de la Guerra Fría. Esto sencillamente no es así, particularmente en el caso de Irán", dijo Wertz.
SuZen se refirió al significado de la conmemoración en esta época, luego de haber asistido a la Guerra de Vietnam (1964-1975), los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York del 11 de septiembre de 2001 y mientras continúa el conflicto en Iraq, una muestra "del estado de insanía en que se encuentra el mundo".
Los activistas por la paz reclamaron la adopción de medidas para que la sociedad contemporánea no olvide las atrocidades de Hiroshima y Nagasaki y los riesgos que las armas nucleares plantean a la civilización en la actualidad.
El alcalde de Hiroshima criticó a Estados Unidos, entre otros países, durante la ceremonia que se realizó este fin de semana en un parque de la ciudad cercano al lugar donde cayó la bomba.
"El gobierno japonés tiene el deber de trabajar por la abolición de las armas nucleares a través de la ley internacional. Debe proteger su Constitución pacifista y estar orgulloso de ella y decir claramente 'No' a las políticas anticuadas y equivocadas de Estados Unidos", dijo Akiba.
Gagnon se dirigió a los ciudadanos estadounidenses, a quienes pidió que dejen de lado el consumismo y tomen nota de la amenaza para la vida que plantean las armas nucleares, así como el papel desempeñado por Washington en ese estado de cosas.
"Hay algo más importante que los bienes materiales y el consume, algo más importante que el nombre en su tarjeta", afirmó, "y es el futuro de nuestro planeta".