La renuncia del jefe del Estado Mayor del ejército iraquí, Babaker Zebari, y de varios altos oficiales militares es una muestra más de la persistente descomposición del gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki, respaldado por Estados Unidos.
Todos en Iraq —políticos, analistas, poetas, científicos y obreros— parecen estar de acuerdo en que el gobierno instaurado hace 14 meses es un total fracaso.
La seguridad, los servicios básicos y toda la infraestructura están hoy peor que bajo el régimen del ejecutado dictador Saddam Hussein (1979-2003). Pero Estados Unidos, Gran Bretaña e Irán continúan apoyando al gobierno.
"Los políticos de este país son los mejores cuando se trata de beneficiarse a sí mismos, y eso es lo que ha mantenido a Maliki en el poder", dijo a IPS el periodista iraquí Amjad Hussein, radicado en Bagdad.
"La gente se queja en todas partes por las malas condiciones de vida que causaron las políticas gubernamentales equivocadas. Aun quienes votaron por la coalición chiita se arrepienten del apoyo que dieron a éstos que condujeron el país a la oscuridad", agregó.
Las renuncias de funcionarios individuales e incluso de partidos enteros al gobierno fue la primera señal del fin de la vida política de Maliki, pero el gobierno de Estados Unidos insiste en mantenerlo en el cargo.
"Creo firmemente que fue la presión estadounidense sobre el grupo sunita Al-Tawafuq lo que detuvo su retirada del gobierno", dijo a IPS un alto dirigente de ese partido a condición de mantener su identidad en reserva.
"Yo preferí limpiar mi conciencia, y, por lo tanto abandoné la actividad política. Estoy buscando el modo de sacar a mi familia del país para nuestra seguridad. En estos días, es pecado ser político en Iraq", se lamentó.
El 1 de agosto, el principal bloque político sunita y árabe de Iraq, el Frente de Acuerdo, anunció su retirada del gobierno. Este grupo posee 44 de los 275 escaños del parlamento.
Pero no fue el primer partido que deja a Maliki. En abril, cinco ministros leales al clérigo chiita Muqtada al-Sadr renunciaron por la reticencia del primer ministro en exigir plazos para la retirada de las fuerzas estadounidenses de Iraq.
Uno de las deserciones más resonantes ocurrió el martes, con la renuncia del general Zebari, quien se dirigió a su lugar de origen, la septentrional región autónoma de Kurdistán. Nueve generales habían renunciado antes en protesta por "la interferencia de Maliki en el trabajo profesional" y por "la debilidad del Ministerio de Defensa".
Según diversas versiones que circulan en Bagdad, Maliki rechazó la renuncia de Zeberi y tratará el asunto con el presidente de Kurdistán, Massoud Barzani, en una próxima visita a Bagdad.
"Sólo aquellos que tengan fuertes vínculos con Irán seguirán con Maliki", dijo a IPS una fuente cercana a uno de los militares renunciantes. "Preferiríamos ser asesinados por escuadrones de la muerte que ser parte de este gobierno, que insiste en el sectarismo y en su apego a Irán."
Maliki es el secretario general del partido Al-Dawa, y estuvo exiliado en Irán luego de liderar grupos insurgentes contra el régimen de Saddam Hussein.
El vínculo entre Maliki y los representantes de Washington en Iraq tampoco son las mejores.
La relación con el general David Petraeus, al mando del contingente estadounidense, es tan mala que el jefe del gobierno iraquí le pidió directamente al presidente George W. Bush que lo cesara en sus funciones, según el diario británico Daily Telegraph.
Según esta versión, Maliki reclamó por videoconferencia que Petraeus dejara de armar a combatientes sunitas tribales para luchar contra Al Qaeda pues, de lo contrario, él mismo ordenaría armar a milicias chiitas, según una fuente iraquí. "Bush tuvo que pedirle que calmara", agregó.
El portavoz de Petraeus, coronel Steve Boylan, desacreditó esos informes, pero las evidencias sugieren que Maliki ha permitido a milicias chiitas armarse y controlar vastos territorios.
Un dirigente de Dawa que reclamó reserva sobre su identidad dijo que el ex primer ministro Ibrahim al-Jaafari encabeza una rebelión contra Maliki dentro del partido, la mayoría de cuyos miembros ya no comulgan con el actual jefe de gobierno.
"Los estadounidenses e iraníes hacen el gobierno en Bagdad. Los estadounidenses trajeron a Maliki para aprobar leyes que sirvan a sus intereses y para garantizar una larga estancia en Iraq. Ahora, él trabaja para Irán y los estadounidenses pierden Iraq", dijo a IPS el jeque Alí Mansoor, miembro del grupo sunita opositor a la ocupación Asociación de Adadémicos Musulmanes.
Maliki llegó a la jefatura del gobierno luego de que la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice y el ex secretario de Relaciones Exteriores británico Jack Straw presionaron a Jaafari para que renunciara.
"Ahora deben cambiar los rostros, pero no queda claro quién debe ser el reemplazo. Estadounidenses e iraníes siempre buscarán a alguien que sea peor para Iraq y mejor para ellos", dijo a IPS el médico Lukman Salim, residente en Bagdad.