Israel advirtió a Estados Unidos, ya en 2001, que una invasión a Iraq desestabilizaría Medio Oriente, al tiempo que urgió al gobierno de George W. Bush a considerar a Irán como principal enemigo, según Lawrence Wilkerson, entonces alto funcionario de Washington.
Wilkerson, quien integró el Equipo de Planificación Política del Departamento de Estado (cancillería) y luego dirigió el equipo del hoy ex secretario de Estado (canciller) Colin Powell, recordó, entrevistado por IPS, las reacciones inmediatas desde Israel cuando el gobierno de Bush dejó en evidencia que pensaba en invadir Iraq
Cuando el gobierno de Israel percibió los primeros indicios de esa intención, sus representantes "nos decían que el enemigo no era Iraq sino Irán", dijo Wilkerson.
"Si van a desestabilizar el equilibrio de poder, háganlo contra el principal enemigo", fue, según Wilkerson, el mensaje israelí al gobierno de Bush a comienzos de 2002.
La advertencia contra una invasión a Iraq fue "dominante" en las comunicaciones de Israel a Washington, recordó. Y fue transmitida por una amplia gama de funcionarios, entre ellas figuras políticas, de inteligencia y ciudadanos particulares del estado judío.
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El punto principal de esas comunicaciones no fue recomendar un ataque inmediato de Estados Unidos a Irán, sino que Washington no debería apartar de la mira la amenaza iraní para apuntar contra Iraq y el entonces presidente Saddam Hussein (1979-2003), sñaló Wilkerson.
Al parecer, fueron informes recibidos por funcionarios israelíes en diciembre de 2001 sobre planes serios del gobierno de Bush hacia un ataque contra Iraq los que dieron pie a los israelíes para recomendar el no uso de la fuerza militar contra ese país.
En su libro "Plan of Attack" ("Plan de ataque"), el periodista Bob Woodward reveló que, el 4 de diciembre de 2001, el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld ordenó al jefe del comando central, general Tommy Franks, que presentara el primer informe sobre el plan de guerra en Iraq.
Eso abrió un periodo de intensas discusiones sobre planificación bélica entre Rumsfeld y Franks.
Poco después de que los funcionarios israelíes se enteraron de esos planes, el entonces primer ministro israelí Ariel Sharon pidió una reunión con Bush, principalmente para discutir esas intenciones.
En las semanas que precedieron a la reunión de Sharon con Bush, el 7 de febrero de 2002, una procesión de funcionarios israelíes transmitieron el mensaje al gobierno de Bush de que Irán representaba una amenaza mayor, según informó el diario The Washington Post en vísperas de la reunión.
El entonces ministro de Defensa de Israel, Fouad Ben-Eliezer, quien acompañó a Sharon en su visita a Estados Unidos, reveló en esa ocasión las diferencias estratégicas entre ambos países en torno al uso de la fuerza militar.
"Todos están ocupados con Iraq ahora. Iraq es un problema. Pero ustedes deberían comprender, si me preguntan, que hoy Irán es más peligroso que Iraq", dijo Ben-Eliezer a The Washington Post en esa ocasión.
Sharon, quien a comienzos de 2006 ingresó en un coma del que hasta ahora no despertó, nunca reveló públicamente qué le dijo a Bush en la reunión del 7 de febrero.
Pero Yossi Alpher, ex asesor del primer ministro israelí Ehud Barak (1999-2001), escribió en un artículo publicado en enero en el semanario judío neoyorquino Forward que Sharon le aconsejó a Bush no ocupar Iraq.
Alpher agregó que Sharon también aseguró a Bush que Israel no presionaría en ningún sentido en relación a su plan de derrocar a Saddam Hussein.
Washington no quería apoyo público por parte de Israel, agregó. De hecho, requirió que el Estado judío se abstuviera de apoyar abiertamente la invasión, a fin de evitar una automática reacción negativa de los países árabes.
Luego de esa reunión, el gobierno de Sharon en general se mantuvo en silencio a propósito de una invasión a Iraq. Una excepción destacable fue una declaración del 16 de agosto de 2002 a cargo de Raanan Gissin, asesor de Sharon.
"Cualquier postergación de un ataque contra Iraq en esta etapa no cumplirá ningún propósito. Solamente dará (a Saddam Hussein) más de una oportunidad de acelerar su programa de armas de destrucción masiva", declaró Gissin.
Sin embargo, en octubre de 2002 todavía había señales de quejas israelíes sobre la obsesión del gobierno de Bush con Iraq.
Tanto el jefe de las fuerzas armadas como el de la inteligencia militar formularon declaraciones públicas ese mes, cuestionando implícitamente la posición del gobierno de Bush según la cual Iraq constituía una amenaza por su programa armamentístico.
Ambos funcionarios sugirieron que la ventaja militar de Israel sobre Iraq continuó aumentando durante la década transcurrida desde la guerra del Golfo (1991).
El jefe de inteligencia militar de Israel, mayor general Aharon Farkash, dijo que Iraq no había desplegado ningún misil que pudiera atacar a directamente a su país, y desacreditó las afirmaciones del gobierno de Bush sobre la posibilidad de que Saddam Hussein pudiera desarrollar armas nucleares en el breve plazo.
Farkash dijo por la televisión que Iraq no podría contar con armas nucleares en menos de cuatro años. También insistió en que Irán constituía una amenaza nuclear de tanto cuidado como Iraq.
La mayoría de los estrategas israelíes advertían que derrocar al régimen de Saddam Hussein podría alterar más el equilibrio de poder entre Irán e Iraq.
Sin embargo, para 1996, neoconservadores vinculados al partido derechista Likud comenzaban a abogar por una estrategia conjunta estadounidense-israelí, más agresiva, enfocada en reducir a todos los enemigos en la región, entre ellos Irán, pero comenzando por derrocar a Saddam Hussein y reemplazarlo por un régimen prooccidental.
Ésa fue la idea central del informe elaborado en 1996 por un grupo de trabajo liderada por Richard Perle para el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticos Avanzados, una organización de expertos israelíes de derecha. El documento estaba dirigido al primer ministro Binyamin Netanyahu (1996-1999), del Likud.
Pero la mayoría de los estrategas del gobierno israelí y del Likud —entre ellos, el propio Sharon— no compartían ese punto de vista.
Las amplias coincidencias entre neoconservadores estadounidenses y funcionarios israelíes no incluían la necesidad de invadir Iraq.
Israel estaba más preocupado por la relativa amenaza militar de Irán, mientras los neoconservadores del gobierno de Bush estaba más concentrados en promover la caída del régimen de Saddam Hussein como herramienta para alentar cambios políticos ambiciosos en Medio Oriente.
Desde la perspectiva neoconservadora, la propia debilidad militar del Iraq de Saddam Hussein lo convertía en el blanco lógico de una invasión, que se concretó el 20 de marzo de 2003.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.