ENERGÍA-ASIA: Uranio, negocio y estrategia

El acuerdo nuclear entre Estados Unidos e India puede formar parte de una estrategia del gobierno de George W. Bush para «contener a China», mientras que el de Australia, que suministra uranio a los gigantes de Asia sudoriental, se centra más en los beneficios económicos, pero aun así tiene consecuencias políticas.

"El gobierno del primer ministro John Howard trata de maximizar su influencia económica en la región y utilizar el abundante uranio que hay en Australia para elevar su perfil económico", señaló James Leibold, especialista de Política y Estudios Asiáticos de la Universidad La Trobe.

Australia, que se estima tiene 40 por ciento de las reservas de uranio conocidas en el mundo, revirtió su política de venta de combustible nuclear sólo a los países signatarios del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TPN) y concluyó un acuerdo de principios con India, que aún no firmó, a principios de este mes.

El convenio entre Australia e India, sujeto al cumplimiento de ciertas condiciones, sigue los pasos de otro pactado en julio entre Washington y Nueva Delhi, para que el país norteamericano le suministre tecnología y combustible nuclear.

El acuerdo entre Estados Unidos e India cuenta de dos aspectos, según Robert Ayson, del Centro de Estudios Estratégicos y de Defensa de la Universidad Nacional Australiana, en la meridional ciudad de Canberra.

El primer lugar, "la decisión de Estados Unidos de contar con un acuerdo de cooperación nuclear civil con India es una forma del gobierno de Bush de dar la bienvenida a India como gran potencia y consolidar la relación bilateral entre ambos países", indicó Ayson.

"También puede ajustarse a la idea del gobierno de Bush de querer controlar el poderío de China y de que las relaciones más estrechas con India forman parte de eso", añadió.

El acuerdo de Estados Unidos tiene fines geopolíticos, pero el de Australia responde sobre todo a intereses económicos, arguyó el profesor Joseph Camilleri, director del Centro de Diálogo y colega de Leibold en La Trobe.

"En el caso de Australia, creo que, primero y antes que nada, responde a una cuestión económica, pura y simplemente, y es una reacción a las presiones que padece el gobierno de quienes esperan obtener ganancias del crecimiento de la industria de uranio", sostuvo Camilleri.

El segundo aspecto de la buena disposición australiana es "una vez más, apoyar a Estados Unidos", añadió.

Canberra construye lazos económicos con Beijing. Su acuerdo con India se concretó menos de un año después de haber alcanzado otro para exportar uranio China.

Australia ve al gigante asiático con otros ojos que Estados Unidos, sostiene Ayson. "Creo que, en parte, se debe a los grandes lazos económicos que lo unen al gigante asiático", señaló.

Datos del Instituto de Estadística australiano revelan que en los 12 meses previos a marzo de este año, China se convirtió en su mayor socio comercial de este país. El intercambio alcanzó 42.000 millones de dólares, superando a Japón y Estados Unidos, socios tradicionales clave.

Australia "no considera necesariamente el desarrollo de China como un desafío para sí misma, como es claro que sí lo es para Estados Unidos", señaló Ayson. "Creo que este país ve, en general, a China como una oportunidad más que como una amenaza".

El crecimiento de China en los próximos años obligó a otros países de Asia a reajustarse, señaló Leibold.

Australia se cuida de que China no considere que sus políticas formen parte de ningún plan de contención, pero hace poco se integró más con otras potencias regionales.

Canberra firmó una declaración conjunta de seguridad con Japón en marzo, iniciativa criticada por Beijing, en el marco de la cual en junio mantuvieron conversaciones acerca de un sistema de defensa de misiles.

Ayson señaló que algunos pueden percibir la declaración como un paso hacia una posible alianza trilateral entre Australia, Estados Unidos y Japón.

Pero, según él, el texto se centra en la cooperación entre ambos países en la lucha antiterrorista.

"Su redacción no supone una amenaza. Más bien es el ambiente y su significado político lo que importa", añadió.

Al ministro de Defensa de Australia, Brendan Nelson, le costó mucho convencer a Beijing de que su país no trata de crear un pacto de defensa cuadrilateral, integrado por su país, Estados Unidos, India y Japón.

Ni Australia ni India consideran su acuerdo vinculado al uranio como parte de una política para contener a China, según Ayson.

"Básicamente, Australia es más sensible a la opinión de China al respecto de lo que es Washington. India también es bastante delicada en lo que respecta a Beijing", apuntó.

Pero China, advierte, puede considerar los estrechos vínculos entre Australia, India y Japón, así como la abarcadora presencia estadounidense, como una prueba de la construcción de una política de contención en ciernes.

"Creo que Beijing ya está bastante convencida de que los acuerdos toman ese rumbo", añadió.

Esta semana hubo una serie de visitas a India de altos funcionarios de defensa pertenecientes a las naciones del posible pacto "cuadrilateral", con vistas a un gran ejercicio naval en aguas de ese país a principios de septiembre.

Entre los visitantes se encuentra el jefe de la marina australiana, Russ E. Shalders, el jefe del comando estadounidense en el océano Pacífico, Timothy J. Keating, y la ministra de Defensa japonesa Yuriko Koike.

Si China cree que la están cercando, existe la posibilidad de que se formen dos "bloques" opuestos en Asia, sostuvo Ayson.

China, junto a Rusia y otros cuatro estados de Asia central, integra la Organización de Cooperación de Shangai, sucesora del los Cinco de Shangai.

"En vez de una especie de superpotencia en Asia, se creó una división en la región", indicó Ayson.

Él no cree que la presencia de los dos bloques necesariamente implique un equilibrio seguro.

"Históricamente, Europa tenía un equilibrio de grupos antes de 1914 con la Triple Entente y la Triple Alianza y ya sabemos lo que pasó", añadió.

Los grupos de presión corporativos de Estados Unidos y Japón invistieron de intereses las relaciones entre sus naciones con China, señaló Leibold.

"La gente se refiere a una nueva guerra fría contra China, pero lo que es sustancialmente distinto ahora es la interdependencia económica entre sus economías", recordó.

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