EEUU-MEDIO ORIENTE: Malabarismo armamentista

Cada vez que Estados Unidos vende armas de última generación a las naciones árabes entrega, invariablemente, otras más letales a su más firme aliado, Israel, para que pueda contrarrestar el poder de fuego de sus vecinos.

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Así fue cuando Egipto recibió tanques de combate M60A3 y M1A1, e Israel tuvo acceso a los misiles Hellfire con los que podría volarlos al infierno en el caso de un enfrentamiento entre ambos países que firmaron el tratado de paz de Camp David en 1979.

Asimismo, cuando Washington vendió a regañadientes aviones F-15 a Arabia Saudita, Tel Aviv obtuvo en compensación misiles aire-aire Sidewinder y Sparrow, así como tierra-aire Hawk y Stinger, que le permitirían derribar a los cazas sauditas.

Todos los gobiernos estadounidenses, sin distinción de partidos, se han asegurado de que ninguna venta de armas a países árabes erosionara la tradicional "ventaja cualitativa" militar de Israel respecto de sus potenciales enemigos.

A fines de julio, el gobierno del presidente estadounidense George W. Bush respetó esta regla no escrita cuando anunció su decisión de vender armas a Israel y a siete países árabes: Arabia Saudita, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar.
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El "paquete", que se estima está diseñado para mantener el balance militar en el estado previo a la decisión de venta, contempla la entrega de equipos por valor de 20.000 millones de dólares a Arabia Saudita y otros países de la zona del Golfo Pérsico, más 30.000 millones en asistencia militar a Israel y 13.000 millones en créditos similares a Egipto, cuyo destino principal es la compra de armamento estadounidense.

Washington justificó esta enorme venta como un intento de fortalecer a Egipto, Israel y las naciones del Golfo frente a Irán.

Sin embargo, académicos, activistas por la paz y analistas militares ven una razón más siniestra y comercial detrás de esta venta de armas a una región políticamente volátil.

"Los únicos ganadores son los contratistas del Pentágono", dijo Natalie J. Goldring, asociada del Centro por la Paz y Estudios de Seguridad de la Escuela Edmund A. Walsh del Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown.

"Para el complejo industrial-militar de Estados Unidos, esto equivale a una Navidad en julio", agregó, al tiempo que calificó como no convincente el argumento de Bush de que las ventas serían un elemento disuasivo frente a Irán.

"Los intentos anteriores de etiquetar a Irán como parte de un 'eje del mal' sólo parecen haber silenciado a las voces moderadas y acicatearon a Teherán para continuar con sus programas de armas convencionales y nucleares", señaló Goldring a IPS.

Además, los precedentes respecto de desalentar el desarrollo de armas nucleares a través de medios militares se ha revelado como un fracaso, apuntó la experta.

"Nuestros éxitos en el campo de la no proliferación fueron el resultado de acciones políticas, económicas y diplomáticas, no militares", enfatizó Goldring.

Durante su última gira por países de Medio Oriente, la secretaria de Estado (canciller), Condoleezza Rice, dijo que las ventas de armas "fortalecerán a las fuerzas moderadas y servirán de apoyo a la estrategia para contener influencias negativas como las de Al Qaeda, Hezbolá, Irán y Siria".

Según Goldring, Rice no pudo refutar convincentemente el argumento de que estas ventas generarán una mayor inestabilidad en los países compradores, a causa de la hostilidad hacia Estados Unidos.

Varios miembros del Congreso legislativo en Washington han amenazado con bloquear el acuerdo de venta de armas, particularmente a Arabia Saudita, porque, argumentan, Riyad "no ha sido un fiel aliado para promover los intereses de Estados Unidos en Medio Oriente".

Está por verse si estos críticos tienen suficiente poder para enfrentar al complejo militar-industrial de Estados Unidos.

Frida Berrigan, asociada del Proyecto Armas y Seguridad de la Fundación Nuevo Estados Unidos, con sede en Nueva York, predijo que las ventas pueden desatar una carrera armamentista en la región.

Las entregas de equipo militar a Egipto y Arabia Saudita estimularán el deseo de Jordania de tener armamento más avanzado, señaló la analista. "El apetito de los sultanatos por nuevos juguetitos voladores es casi insaciable", ironizó Berrigan.

"Esta iniciativa busca reparar el daño impuesto a la región por la desastrosa guerra de Iraq tirando más leña al fuego, enviando más armas a una región ya devastada por luchas sectarias que se expanden en un interminable círculo de devastación", dijo a IPS.

Berrigan aseguró que la decisión de Washington envía a Arabia Saudita un mensaje incorrecto.

"Los acuerdos de toma y daca no funcionan en las ventas de armas. Basta con ver lo ocurrido con los intentos de Estados Unidos de influenciar el comportamiento del gobierno de Indonesia reteniendo la entrega de repuestos para sus aviones F-16", afirmó.

Aún peor, dijo, ni siquiera se están poniendo condiciones para estas ventas de armas y otorgamiento de ayuda militar.

Además, indicó Berrigan, sólo una de las naciones que van a recibir las armas, Israel, tiene un régimen democrático, cuando Estados Unidos asegura que su objetivo es promover el establecimiento y desarrollo de la democracia en la región.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos destacó que en Egipto, a pesar de sus manifestaciones sobre la existencia de elecciones libres, existen "limitaciones al derecho de los ciudadanos de cambiar su gobierno", entre las que se incluyen "el estado de emergencia en vigor, prácticamente ininterrumpido desde 1967".

El resto de los países que van a recibir las armas estadounidenses son monarquías o sultanatos donde, según el informe anual del Departamento de Estado, no existe el derecho a "cambiar el gobierno a través de medios pacíficos".

Goldring señaló que estas ventas perpetúan el mito de que el gobierno de Washington puede predecir el futuro y decir con seguridad que algunos gobiernos se mantendrán en el poder por dos, tres o cuatro décadas.

"Bush no evalúa correctamente las consecuencias de largo plazo de esta decisión", advirtió.

En Medio Oriente, explicó Goldring, Estados Unidos se embarcó en una carrera armamentista contra sí mismo. Busca "balancear" sus intereses en la región a través de crecientes niveles de ayuda militar y venta de armas.

El gobierno de Bush, añadió, sigue argumentando que de esta forma estabilizará Medio Oriente, a pesar de que todas las evidencias indican lo contrario.

Goldring no cree en la palabra del gobierno de Estados Unidos cuando dice que las armas están destinadas a propósitos defensivos. "¿Si es así, por qué el trato incluye límites en el alcance de las mismas y las zonas en las que pueden desplegarse?", se preguntó.

Washington, además, "está 'comprando' a Israel al aumentar su ayuda militar a más de 30.000 millones de dólares en la próxima década", afirmó.

Berrigan no comparte el argumento de Rice de que las armas fortalecerán a los "moderados" de la región. La ayuda militar está destinada a países que reprimen a sus pueblos, acusó.

Los receptores de la ayuda militar, que superará los 60.000 millones de dólares en 10 años, dijo, tienen "serios" problemas en materia de derechos humanos: torturas (en Egipto, Israel y Qatar, según organizaciones de derechos humanos), ejecuciones extrajudiciales (Kuwait), azotes y otros castigos corporales (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait), asesinato y abuso de mujeres que incluyen la mutilación genital (en Egipto).

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