ARQUITECTURA-MÉXICO: Fastuosa torre nace débil

El gobierno de izquierda de la capital mexicana quiere celebrar los 200 años de la independencia del país patrocinando la construcción de un edificio que rompa el récord de altura en América Latina, en el emblemático parque de Chapultepec y para uso de un puñado de corporaciones.

La torre de casi 300 metros de altura, con 70 pisos, cuyo diseño algunos lo comparan con un ataúd puesto de pie, será construido por una firma liderada por ex funcionarios y amigos del municipio y se hará gracias a que se "flexibilizaron" normar urbanas, según ha confesado el propio alcalde Marcelo Erbrad.

La intención de sus responsables es inaugurar el edificio el 16 de septiembre de 2010, cuando se cumpla el bicentenario del inicio de la guerra de la independencia de España y 100 años del comienzo de la Revolución Mexicana que dio nacimiento a la llamada República.

Pero el plan, que según observadores contradice los postulados de moralidad y transparencia con los que afirma trabajar la alcaldía, colisionó con vecinos, algunos arquitectos y autoridades de cultura, que además advierten que la obra se haría tras demoler un edificio de los años 40 considerado patrimonio cultural de la ciudad y que ocupa un área de 3.800 metros cuadrados.

Ebrard, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), señala que es esencialmente política la oposición al edificio, bautizado como Torre Bicentenario y ubicado en Lomas de Chapultepec, una zona de alto valor inmobiliario ubicado al noroeste de la ciudad.

"No hay ningún interés en que se pueda realizar, puesto que pudiera prestigiar a la ciudad y a su gobierno (municipal)", sostuvo.

Sobre las limitaciones legales que hay para poder construir una torre de 300 metros en la zona y sobre un inmueble considerado patrimonio, indicó que esas normas se pueden flexibilizar o cambiar.

Carteles con la leyenda "suspensión de actividades" firmados por la delegación Miguel Hidalgo, que administra esa parte de la ciudad y es del gobernante Partido Acción Nacional, opositor al PRD, rodean por ahora la fachada del viejo edificio triangular de no más de nueve metros de altura que se quiere demoler.

La gasolinera, los comercios, el taller de autos, el restaurante, las oficinas y el salón de baile que allí funcionaban, dejaron de operar. En los alrededores, donde comparten un atiborrado y ruidoso espacio urbano altamente cotizado viviendas, edificios de oficinas y un hospital público de niños, cuelgan algunos carteles en los que se lee "¡No a la megatorre!".

Otras rezan: "Sr. Jefe de Gobierno: cumpla la ley. Escuche a los ciudadanos. Construya una ciudad sustentable".

En la estrecha calle que flanquea al edificio por derrumbar, diseñado por el arquitecto ruso nacionalizado mexicano Vladimir Kapé, los transeúntes se quejan.

"Aquí una torre, cómo cree que esté bien si va a generar un caos vehicular", dice Aníbal González, un químico farmacéutico, mientras la secretaría Elena Lara sostiene que el proyecto "es una locura".

La decisión para permitir la construcción o no está desde inicios de este mes en manos de jueces y legisladores de la capital. Los primeros deben resolver un amparo solicitado por los constructores ante la oposición de la delegación, y los otros cambiar algunas normas para permitir un edificio de tal altura.

"Hay mucho de la Torre que huele mal, se ve mal, corre en contra de la transparencia y los esfuerzos para fomentarla. Paso tras paso, declaración tras declaración, el proyecto revela todo aquello que lo hace criticable", señaló la politóloga Denise Dresser, columnista del semanario de izquierda Proceso y del diario Reforma.

El proyecto es patrocinado "por un gobierno que se dice vanguardista pero sugiere, tanto con la sede escogida como con el proceso cuestionable para conseguirla, que aún no entiende cómo serlo", apunta esta observadora.

Son "70 pisos de tergiversaciones. 300 metros de manipulaciones, 6.500 lugares de estacionamiento cargados de contradicciones. Una trampa para la ciudad, para el PRD que la gobierna, para los ciudadanos que la habitan", opina Dresser.

El estatal Instituto Nacional de Bellas Artes, que desde 1990 tiene al inmueble que se pretende demoler en su lista de edificaciones con "valor artístico", advierte que hará todo lo posible por evitar que se construya la torre.

El Grupo Danhos, impulsor de la gigantesca edificación y con 30 años de actividades en la ciudad, defiende a capa y espada su proyecto. Es sustentable, se hará con técnicas vanguardistas, representa una inversión de 600 millones de dólares y generará 4.400 empleos directos, 13.200 indirectos y 600 puestos permanentes, indica.

La Torre simbolizará el bicentenario de la independencia de España y "contribuirá a consolidar la modernización urbana de nuestro país", argumenta. Además, "será el más alto, más moderno y más equipado de América Latina y un elemento urbano característico de la ciudad", añade.

El proyecto del Grupo Danhos es liderado por Jorge Gamboa de Buen, quien fue secretario (ministro) de Desarrollo Urbano del municipio de la capital a inicios de los años 90, cuando el actual alcalde Ebrad era secretario de Gobierno (Interior) en aquella gestión.

El secretario en funciones de Desarrollo Urbano, Arturo Aispuro Coronel, fue colaborador cercano de Gamboa de Buen en la alcaldía de la ciudad.

El privado Grupo Danhos ha promocionado sus construcciones en la capital con mantas donde se observa el logotipo de la alcaldía de la ciudad, aunque no forma parte de ella, lo que ha generado aún más suspicacia entre los opositores a la torre.

"Aquí parece haber un contubernio para favorecer a una empresa privada y una actitud extraña de la municipalidad que pretende celebrar el bicentenario con una construcción en una zona ya saturada y que será ocupada, finalmente, sólo por firmas de mucho poder económico", dijo a IPS el arquitecto urbanista Fernando Montes.

Con el propósito de que la Torre Bicentenario cuente con suficientes espacios para vehículos, la alcaldía firmó un acuerdo con Danhos. Eso le permitirá hacer un estacionamiento subterráneo de 30.000 metros cuadrados que pertenecen al parque de Chapultepec, una zona verde que colinda con el proyecto.

Ebrad ha reiterado que apoya plenamente la construcción del nuevo inmueble. Sin embargo, hasta la fecha el Grupo Danhos no presentó a la municipalidad los estudios de impacto ambiental y urbano requeridos para sustentar este tipo de obras.

El alcalde capitalino "aspira a presentarse como miembro de una izquierda distinta, pero su comportamiento en este tema (de la torre) indica que todo cambia para permanecer igual. La misma discrecionalidad, la misma opacidad, la misma manera de gobernar el Distrito Federal (capital) que contribuye a su retroceso en lugar de asegurar su avance", opinó Dresser.

La delegación que se opone a la construcción, los vecinos de la zona y el Instituto Nacional de Bellas Artes advierten que harán todo lo que esté a su alcance para evitar que se realice la obra.

Representantes del Grupo Danhos dialogaron en las últimas semanas con los opositores a la construcción tratando de que su opinión cambie. Pero en lugar de acercar posiciones, éstas se han radicalizado.

El arquitecto que diseñó y que supervisaría la torre es el holandés Rem Koolhaas, quien obtuvo en 2000 el premio Pritzker (considerado el Nobel de arquitectura). Se trata de un profesional que dicta clases en la escuela de diseño de la universidad estadounidense de Harvard.

De construirse, el edificio que tendrá decenas de oficinas, tres restaurantes, 10 grandes zonas comerciales, gimnasio, un centro de negocios y hasta un museo, será catalogado de forma inmediata como el más grande y moderno de América Latina.

Para tener un espacio en ese lugar, los interesados deberán pagar miles de dólares en renta.

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