AMBIENTE: A ciegas en el ojo del huracán

Meteorólogos prevén varias tormentas gigantescas en América del Norte y el Caribe para las próximas semanas, tras el paso del huracán Dean, pero advierten que la falta de voluntad del gobierno de Estados Unidos impide pronósticos precisos.

Estados Unidos y otros países se encuentran en una situación altamente vulnerable. Los recortes en el presupuesto de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) conspiran contra la predicción e investigación de los huracanes.

El huracán Dean, que azotó Jamaica, Dominica, República Dominicana, Haití y México, alcanzó la categoría cinco, la máxima para este tipo de fenómenos en la cual los vientos pueden alcanzar los 250 kilómetros por hora.

"El territorio de Estados Unidos sufrirá entre dos y cuatro huracanes de gran fuerza este año", dijo Gerry Bell, experto de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA), del Centro de Predicción del Clima con sede en Maryland.

"La región del Caribe puede esperar otras dos o tres tormentas de gran magnitud", dijo Bell a IPS.
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Las de mayor potencia están catalogadas como de categoría tres o superior, con vientos de al menos 178 kilómetros por hora. La temporada de huracanes en el océano Atlántico se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre.

Los meteorólogos de la NOAA también predicen entre 10 y 12 huracanes y tormentas tropicales de menor fuerza, categorías uno y dos, aunque de efectos igualmente destructivos. La tormenta tropical Erin provocó muchas inundaciones en la zona centro-oeste de Estados Unidos esta semana.

"Estamos en una época de muchos huracanes y debemos prepararnos para varias temporadas similares consecutivas", indicó Bell.

Las 10 tormentas del año pasado, que incluyeron cinco huracanes, aunque sólo dos de categoría tres o superior, deben ser consideradas como una "afortunada aberración", agregó.

Un cambio en los patrones climáticos en el Atlántico creó condiciones para un ciclo de huracanes mucho más activo, que podría extenderse por 30 años. El cambio climático podría jugar un papel en esta tendencia, pero se requiere mayor investigación para confirmar la hipótesis.

Sin embargo, esos estudios están en riesgo por la decisión de la NASA de postergar o cancelar el lanzamiento de satélites que brindarían información valiosa sobre huracanes, derretimiento de hielos, sequías y avance de la deforestación, entre otros temas.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, "ha decidido que ir a Marte y la Estación Espacial Internacional son más importantes", indicó Judith Curry, experta de la Escuela Técnica de la Tierra y Ciencias Atmosféricas del sureño estado de Georgia.

"Han borrado literalmente 'proteger el planeta' de la carta de objetivos de la NASA", dijo Curry a IPS.

La NASA ha tenido por mucho tiempo satélites que han enviado datos utilizados por científicos para "vigilar" el planeta. Pero 40 por ciento de ellos quedarán fuera de servicio para 2010.

Pocos, si acaso algunos, serán lanzados para reemplazarlos, a causa de un recorte presupuestario de 30 por ciento entre 2000 y 2006 en el área de Ciencias de la Tierra.

En cambio, miles de millones de dólares se han destinado a misiones espaciales tripuladas.

"Ciencias de la Tierra recibió un duro golpe en la NASA. Esto no es bueno para los que vivimos en este planeta. Es un tema muy serio", afirmó Curry.

Uno de los problemas es la pérdida de datos para mejorar la predicción y seguimiento de los huracanes en una época de mayor recurrencia de estas tormentas.

Igualmente grave es la falta de esfuerzos e inversiones para brindar seguridad a las áreas costeras, a pesar del saldo de destrucción que dejó el huracán Katrina en 2005. Casi no existen zonas ribereñas en Estados Unidos preparadas para recibir una tormenta de gran fuerza, advirtió Curry.

"Nueva Orleáns sigue siendo un desastre. Si recibe este año un huracán de categoría tres será un desastre", agregó.

Más de 1.000 millones de dólares se han invertido para reparar y mejorar el sistema de diques y canales de Nueva Orleáns. El Cuerpo de Ingenieros del ejército de Estados Unidos indicó esta semana que se requieren al menos 14.000 millones de dólares para proteger adecuadamente a la ciudad de un huracán de magnitud tres.

No está claro si ese enorme esfuerzo incluye la restauración de las vastas áreas pantanosas de la región y sus bosques de cipreses.

Lo que es seguro es que el huracán Katrina fue un desastre creado por los humanos, señaló William Freudenburg, profesor de ambiente y sociedad de la Universidad de California en Santa Bárbara.

El meridional estado de Louisiana ya había perdido en 2000 alrededor de 4.000 kilómetros cuadrados de pantanos. Freudenburg ofreció un ejemplo sobre cómo los esfuerzos humanos pueden tener consecuencias no previstas.

En la década de 1960 se construyó en el área un gigantesco canal, que demandó más excavaciones que el de Panamá. La obra expuso una amplia zona de pantanos y cipreses al agua salada del mar, que rápidamente mató a la mayor parte de la vegetación.

Esto dejó el territorio al sudeste de Nueva Orleans desprotegido cuando recibió el impacto de Katrina. "Fue una corruptela política para beneficiar a unos pocos con buenas conexiones", afirmó Freudenburg.

A pesar de los beneficios económicos prometidos, pocos barcos usaron o necesitaron ese canal. El cuerpo de ingenieros dice ahora que debe ser cerrado. Pero rellenarlo tomará 35 años.

"El canal contribuyó a la economía de Louisiana tanto como una serie de robos de bancos", ironizó Freudenburg.

La lección del huracán Katrina es que se ignoraron las advertencias sobre los riesgos ambientales y sus costos económicos y humanos, agregó.

Esa lección tampoco ha sido aprendida a lo largo de la costa del golfo de México y, sobre todo, en el sureño estado de Mississippi, donde los efectos de Katrina fueron más devastadores.

"La costa de Mississippi fue arrasada, pero los precios de las propiedades inmobiliarias aumentaron 20 por ciento", señaló Stephen Leatherman, director del Centro de Investigación de Huracanes de la Universidad Internacional de Florida.

El valor de las propiedades en el área costera del estado de Florida también está en alza, aunque sufrió ocho huracanes entre 2004 y 2005 y las primas de seguros contra tormentas se duplicaron, dijo Leatherman a IPS.

"Los huracanes no son vistos como un motivo para no vivir en la costa, sino sólo como un inconveniente", agregó.

Esto es así porque el gobierno local y el nacional subsidian el costo de vivir en esa zona de riesgo, por ejemplo en el caso de las primas de seguros. También se invierten millones de dólares para reconstruir rompeolas y reponer arena en las playas después de las tormentas.

"No puedo decir qué tan mejor estamos preparados en general, pero en Nueva Orleans el riesgo es el mismo que existía antes de Katrina", advirtió Leatherman. "Los diques se han quebrado más de 10 veces en el pasado", concluyó, "y esto volverá a suceder".

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