TURQUÍA: Luz roja para invasión al Kurdistán iraquí

Parece seguro que el ejército de Turquía no invadirá el norte de Iraq antes de las elecciones legislativas previstas para el 22 de este mes.

En Turquía muchos están desilusionados, entre ellos los propios militares. Pero nadie está sorprendido. Los dedos del primer ministro Recep Tayyip Erdogan son expertos en manejar los semáforos del camino que conduce a la septentrional localidad iraquí de Arbil.

La decisión que tomó Erdogan la noche del lunes, de postergar las operaciones militares en suelo iraquí con el propósito de neutralizar a las milicias armadas del Partido de los Trabajadores Kurdos (PTK), había sido anticipada por líderes de la oposición.

Declaraciones formuladas una semana antes por el jefe del gobierno sobre su decisión de ordenar la intervención, sujeta a aprobación parlamentaria, durante una reunión improvisada con el presidente Ahmet Necdet Sezer, fueron calificadas como astutas.

En su reunión con el presidente, Erdogan había jugado la carta de la reconciliación en bien del interés de la nación, bajo presión de Sezer, quien manifestó las preocupaciones de una gran parte de la población, y particularmente la de las fuerzas armadas, en torno a la inacción del gobierno contra las guerrillas del PTK basadas en Iraq.
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Hace una semana, el primer ministro tuvo poco espacio para maniobrar, dado que el presidente pudo, por lo menos teóricamente y durante el receso de la asamblea nacional, decidir encender la luz verde y dejar que el ejército se abra paso.

Así que Erdogan dejó que todos creyeran que estaba preparado para convocar a una sesión parlamentaria extraordinaria a fin de tomar una decisión sobre la incursión militar.

En la noche del lunes, el primer ministro apareció en la televisión turca y se mostró sereno. "La posibilidad de conseguir la aprobación parlamentaria para una operación no está en nuestra agenda en este momento", afirmó.

Cabe preguntarse si cambió de idea o se trata de otra medida política durante el último trecho previo a las elecciones. Una razón para la nueva posición, planteada por miembros del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (PJD), es que no es buen momento para una ofensiva a gran escala en Iraq, dado que cualquier cosa que distraiga a la población podría ser perjudicial para el proceso democrático.

Son más probables otras consideraciones, tanto internas como externas. Los kurdos turcos, minoría étnica con derechos políticos, están dispersos por 11 provincias de la parte sudoriental del país, y viven en aldeas aisladas en otras regiones. Se calcula que representan unos 12 millones de personas, aunque las estadísticas demográficas oficiales hablan de menos de 10 millones.

Una gran comunidad kurda vive en Estambul y sus suburbios. En los últimos años, la migración kurda se expandió a otras importantes áreas urbanas de Turquía occidental. Algunos kurdos tuvieron éxito como comerciantes o trabajadores calificados, pero muchos debieron aceptar malas condiciones de vida en suburbios convertidos en tugurios alrededor de grandes ciudades.

En años recientes, los kurdos de las áreas más empobrecidas se mostraron leales al PJD. Como los turcos, son musulmanes sunitas, pero su devoción religiosa es muy fuerte. Por lo tanto es comprensible que el partido gobernante, de origen islamista, prefiera ser cauto en un asunto tan delicado como una importante ofensiva contra el PTK apenas días antes de las elecciones.

Pero hay evidencias de que Erdogan también tiene en cuenta factores externos en su cauto enfoque en relación al PTK en Iraq septentrional. Según fuentes de Ankara, la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice, en una conversación telefónica que mantuvo con su par turco, Abdullah Gul, pidió que, antes de lanzar una operación, Turquía esperara hasta ver los pasos que darán Estados Unidos y el gobierno iraquí contra el PTK.

Informes anteriores señalaron que Rice no obtuvo ninguna garantía firme por parte de Gul en cuanto a que Turquía no realizaría una operación transfronteriza.

El lunes, Erdogan dijo estar preocupado por los recientes ataques suicidas del PTK contra minorías de turcomanos que viven en Iraq septentrional, la defensa de los cuales es señalada como una de las razones para la incursión militar turca en el área.

Pese a la irritación crónica de su gobierno en torno a la inacción de las autoridades iraquíes por impedir tales acontecimientos, reiteró su propuesta de que todo el asunto sea tratado a través de conversaciones trilaterales entre Turquía, Iraq y Estados Unidos.

En realidad, Turquía está decepcionada con el apoyo de Estados Unidos al gobierno iraquí y su tolerancia de las crecientes acciones terroristas del PTK dentro de Turquía oriental, con el uso de armas de alta tecnología suministradas por otros países. El gobierno iraquí le aseguró reiteradamente a Turquía su voluntad de tomar medidas drásticas contra las guerrillas.

Independientemente de la geografía, filiación política o clase social, la población turca se hace escuchar cada vez más en su sentimiento antiestadounidense, como revelaron encuestas recientes, y la prensa lo refleja diariamente. Previo a las elecciones, algunos candidatos usaron hábilmente la carta del "estadounidense feo", y abundan las teorías conspirativas.

Muchos analistas, entre ellos ejecutivos empresariales y académicos, parecen auténticamente convencidos de que el gobierno de Estados Unidos planea crear un estado kurdo entre Iraq y Turquía, en un modelo inspirado por la creación de Israel en 1948.

Una encuesta realizada en junio por una universidad privada de Estambul mostró que 35,6 por ciento de los turcos considera a Estados Unidos, un aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una amenaza para su nación.

La formación de un estado kurdo independiente en Iraq es considerada la segunda mayor amenaza, con 25,8 por ciento, e incluso Israel es percibido como desfavorable a los intereses nacionales turcos por 4,2 por ciento de las personas entrevistadas.

La razón para la fobia contra los estadounidenses es que, al crear un estado kurdo independiente, Washington buscaría desestabilizar a Siria e Irán, cuyas poblaciones incluyen a grandes cantidades de kurdos, que van entre siete y 10 por ciento de los ciudadanos del país.

Un argumento presentado para apoyar esta teoría es que los kurdos de Iraq, que representan entre 20 y 25 por ciento de la población, fueron decisivos en el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein (1979-2003). En consecuencia, podrían ser usados para debilitar la paz social en Irán y Siria.

Rumores en las calles de Ankara y otras ciudades del país, así como en las oficinas editoriales de periódicos y canales de televisión, afirman que los servicios de seguridad turcos poseen vídeos que muestran a efectivos militares de Estados Unidos entregando armas a combatientes del PTK en el norte de Iraq. Según críticos del gobierno de Bush, éstas son pruebas de la perfidia de Estados Unidos.

Aunque las razones del primer ministro para postergar sin plazo la marcha a Arbil son consistentes con el pragmatismo que ha mostrado hasta ahora en muchas áreas, está menos claro cuáles son los sentimientos y planes del ejército luego de las noticias del lunes.

Parece improbable que, aunque temporal, un giro político de 90 grados pueda haber sido anunciado a unas fuerzas armadas sedientas de acción sin un consenso previo entre el personal militar, la presidencia y el gobierno.

Según informes actuales, 80 por ciento de los oficiales de carrera activos presentaron declaraciones voluntarias para el despliegue en la zona de combate.

El lunes, un alegato del ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Hoshyar Zebari, un kurdo de Iraq septentrional, de que Turquía había concentrado a 140.000 soldados en su frontera con Iraq puso a prueba los nervios a ambos lados de la misma.

El comando militar de Turquía no hizo comentarios, y el Departamento de Estado estadounidense dijo que no había existido tal concentración. Turquía posee la mayor fuerza militar entre los estados miembro de la OTAN, luego de Estados Unidos.

Sin embargo, en realidad las fuerzas turcas ya están operando dentro de 15 a 25 kilómetros más allá de la frontera, en lo que se llama una operación antiterrorista y de control, con la aceptación tácita del gobierno iraquí y de las autoridades estadounidenses ocupantes.

Mientras los comandantes de tanques turcos permanecen quietos frente a la luz roja en el camino a oriente, todos intentan adivinar cuándo los dedos de Erdogan hallarán el botón para encender la verde.

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