La cuenta regresiva para una invasión del norte de Iraq por parte del Turquía probablemente comenzó el martes, en una reunión entre el presidente turco Ahmet Necdet Sezer y el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.
Ambos funcionarios, en teoría, deben reunirse todos los jueves, pero frecuentemente no lo hacen a causa de sus diferencias políticas. La sorpresiva reunión del martes alimentó las especulaciones sobre una inminente invasión.
Pero observadores consideran que se trata sólo de una puesta en escena para llamar la atención de Estados Unidos, que se opone a una acción militar turca contra grupos del independentista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) que operan en Iraq.
Las falsas alarmas han sido casi una rutina desde principios de este año, cuando el Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas turcas demandó al gobierno la aprobación de una invasión masiva del norte de Iraq.
El objetivo era tomar represalias por las bajas sufridas semana tras semana por el ejército en el sudeste de Turquía, que se registran semana tras semana en ataques de combatientes del PKK radicados en aldeas y campamentos de refugiados en Iraq.
El ejército turco tiene planes para la "limpieza total" de esa región, pero el gobierno eludió dar una respuesta clara. Una actitud de aguardar el curso de los acontecimientos ha prevalecido en el gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de tendencia islámica moderada.
Otros episodios corroboraron la percepción de una incursión militar inminente. La Embajada de Estados Unidos en Turquía se vio obligada a desmentir públicamente que ese país haya vendido armas al PKK. El gobierno de George W. Bush, al igual que la Unión Europea y Turquía, consideran al partido kurdo como una organización terrorista.
El pueblo kurdo, de 19 millones de personas, se extiende sobre el territorio de cuatro países (Turquía, Siria, Irán e Iraq), y constituye la minoría étnica más grande del mundo sin territorio propio. Su población en Turquía se calcula en cinco por ciento de los 67 millones de habitantes del país.
El PKK lucha armas en mano desde 1984 por la independencia, o al menos la autonomía y el respeto del idioma y la cultura, de los kurdos que se concentran en el sudeste de Turquía. El conflicto ha causado decenas de miles de muertes.
En cambio, el Kurdistán iraquí goza de una gran autonomía desde la derrota del régimen de Saddam Hussein en 1991 en la guerra del Golfo, a manos de una coalición militar internacional encabezada por Estados Unidos.
Desde entonces, los kurdos de Iraq gozaron de la protección de la aviación de potencias occidentales que los libraron de la autoridad de Bagdad. La actual constitución iraquí, aprobada tras la caída de Saddam Hussein en 2003, les garantiza aun hoy gran autonomía.
Según las fuerzas armadas y el gobierno turco, el PKK realiza ataques contra el ejército desde el Kurdistán iraquí.
El jefe del Estado Mayor turco, general Yasar Buyukanit, criticó a la comunidad internacional por lo que consideró una falta de comprensión de lo que está ocurriendo, así como por la insuficiente cooperación para "combatir el terrorismo kurdo" que actúa contra su país desde Iraq.
"Mientras mantenemos nuestra lucha contra esta organización terrorista y esperamos la cooperación internacional para llevarla a cabo, afrontamos dificultades para entender algunas posiciones y actitudes que se nos presentan. No sólo nos decepcionan, sino que contradicen la idea de que combatir al terrorismo requiere una mayor cooperación", dijo el jefe militar.
Otra señal sobre una inminente incursión militar fue la huída de un pequeño grupo de combatientes del PKK desde campamentos de refugiados en el norte de Iraq, quienes solicitaron asilo político a Turquía.
En una conferencia de prensa, organizada por autoridades locales, declararon que un gran número de kurdos abandonan la región en previsión de un avance turco, cuya artillería, aseguraron, ya bombardea con intensidad posiciones de combate del PKK
Observadores sospechan, sin embargo, que esas deserciones podrían haber sido organizadas por los servicios de seguridad turcos en un contexto de guerra psicológica, con la intención de incitar a miembros del PKK a abandonar el norte de Iraq o preparar a la opinión pública turca para futuros acontecimientos.
La reunión del martes entre el presidente y el primer ministro indica que el islamista Erdogan se encuentra bajo presión para complacer a los militares, apoyándose mutuamente con el secular Sezer, o afrontar las consecuencias de su manejo moderado de la cuestión kurda.
El 13 de junio, el primer ministro rechazó la presión de los militares que pretendían ingresar en territorio iraquí. Esto resultó consistente con declaraciones anteriores suyas, según las cuales Turquía debía establecer un vínculo provechoso con las autoridades del Kurdistán iraquí más que castigarlas por el apoyo de sus seguidores al PKK.
Para negar la solicitud de invasión, el gobierno turco alegó que el problema no son los kurdos en el norte de Iraq sino los combatientes del PKK en la propia Turquía.
"Hay 500 terroristas en Iraq y 5.000 en Turquía", declaró entonces el primer ministro. "¿Pensamos invadir Iraq porque desapareció el terrorismo en Turquía?", se preguntó.
Erdogan parece estar con la espalda contra la pared: o autoriza la invasión o el ejército podría incursionar en el norte iraquí aun sin su consentimiento.
El Congreso legislativo se encuentra en receso y el país sufre ataques semanales de las guerrillas apostadas en Iraq. El presidente Sezer, por lo tanto, tiene las manos libres para actuar.
El primer ministro Erdogan, sin embargo, ya sea porque recibió el mensaje político o porque vio una oportunidad, rápidamente "acomodó" a los "halcones" y asumió la iniciativa.
Ergodan planearía llamar a una sesión extraordinaria del parlamento en procura de aval para la operación militar. Esto llevaría a una votación de "sí" o "no", pero en cualquier caso el "pueblo" habrá tomado una decisión que el presidente y los militares deberán acatar.
Otra razón por la cual el gobierno se alinea con los militares es que un creciente número de candidatos y votantes del partido oficial desean ver una acción decisiva en contra del PKK.
La oposición, y especialmente el partido de izquierda fundado por Mustafá Kemal Ataturk, el "padre" de la república turca, está capitalizando ese sentimiento en vísperas de las elecciones parlamentarias del 22 de julio.
Sin embargo, el momento para dar la luz verde a la invasión de Iraq no aparece con claridad. Si se concreta antes de las elecciones, podría aumentar la popularidad de Erdogan.
Pero también podría llevar a una postergación de los comicios, a causa de la emergencia nacional. Esta alternativa sería bien recibida por la oposición y probablemente deseada por el presidente Sezer.