TERRORISMO-PAKISTÁN: Misión cumplida

La racha de atentados suicidas que dejó más de 130 muertos en todo Pakistán ha desmoralizado a las fuerzas de seguridad desplegadas en las zonas tribales del noroccidente, paraíso de grupos radicales islamistas en la frontera con Afganistán.

La mayoría de los ataques de esta semana fueron en la Provincia de la Frontera Noroccidental, y 70 de las 110 personas muertas allí eran soldados o policías.

Se supone que los ataques contra la policía y el ejército fueron en represalia por la violenta toma de Lal Masjid (Mezquita Roja) en Islamabad, en la que murieron la semana pasada 75 combatientes simpatizantes del movimiento islamista afgano Talibán.

También se cree que los atentados expresan la oposición de los radicales al apoyo del presidente pakistaní, general Pervez Musharraf, a la llamada "guerra contra el terrorismo", encabezada por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.

Esta es la primera vez que las fuerzas de seguridad pakistaníes tienen un gran número de víctimas en tiempos de paz. Por eso, muchos efectivos solicitaron licencia y pidieron trabajar sin uniforme.
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"Tenemos miedo de llevar uniforme. Los combatientes están mejor equipados que nosotros y no hay forma de parar los atentados suicidas", dijo a IPS un agente de policía del distrito de Swat, en la Provincia de la Frontera Noroccidental, principal entrada a Afganistán.

La amenaza es lo suficientemente seria como para que las autoridades hayan permitido a los agentes trabajar sin su vestimenta habitual, agregó.

La Provincia de la Frontera Noroccidental tiene unos 35.000 efectivos para una población de 22 millones de habitantes, y la septentrional Área Tribal Bajo Administración Federal tiene 7.000 khasadar (policías locales) para unos cuatro millones de personas.

Se considera que esas fuerzas son insuficientes, y la región puede recurrir a los servicios de la Policía de Frontera, con unos 17.000 efectivos.

Además, también hay una fuerza regular de unos 80.000 soldados desplegados a lo largo de la porosa frontera con Afganistán para chequear los movimientos de grupos armados en la zona limítrofe.

Pero el ejército no puede actuar debido a un acuerdo de cese del fuego pactado con líderes tribales en septiembre y que el gobierno pretende respetar.

"Nuestras fuerzas no están bien capacitadas, carecen de equipos, vehículos y armamento adecuados", dijo a IPS un policía de alto rango, quien confirmó, además, que cientos de oficiales habían solicitado licencia por temor a la inseguridad.

"Es sobre todo en los alrededores de Swat, Tank y Dera Ismail Khan donde nuestros hombres deben evitar el uniforme", señaló un oficial.

En el último ataque del jueves, un coche bomba que explotó en Hub, unos 30 kilómetros al oeste de la meridional ciudad de Karachi, mató a 26 personas, siete de las cuales eran policías.

Seis más murieron en un centro de entrenamiento policial de la ciudad de Hangu en esta misma provincia, según fuentes oficiales.

Los atentados suicidas son el desafío más serio que afronta el gobierno dictatorial de Musharraf, quien llegó al poder hace ocho años tras un golpe de Estado militar, y ha logrado eludir los reclamos de restaurar la democracia exhibiendo su utilidad en la campaña antiterrorista de Afganistán.

Los ataques contra las fuerzas de seguridad en la región noroccidental se cometieron tras el abandono unilateral de los líderes tribales del acuerdo de paz de septiembre, en cuyo marco el ejército pakistaní se retiraba de sus zonas a cambio de que ellos evitaran que los talibanes y militantes de la red terrorista Al Qaeda, del saudita Osama bin Laden, perpetraran ataques en Afganistán.

Este año hubo 21 atentados suicidas en Pakistán que mataron a 225 personas y que con bastante precisión se centraron en objetivos policiales, militares y otros paramilitares.

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, acusó reiteradas veces a Pakistán de estar involucrado en el entrenamiento y envío de atacantes suicidas a su país en forma encubierta, pese a que cada vez buscan más objetivos en este país.

Hace poco, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió a sus efectivos en las áreas tribales y la Provincia de la Frontera Noroccidental evitar acercarse a dependencias policiales y militares.

Todas las agencias del foro mundial restringieron sus movimientos y detuvieron sus actividades.

En marzo, el ministro del Interior de Pakistán, Aftab Sherpao, se salvó por poco cuando un atacante suicida se inmoló mientras él estaba en una reunión en Charsadda, en esta provincia.

También a principios de año, dos altos funcionarios policiales fueron asesinados en dos incidentes distintos en Peshawar, la capital provincial.

"Los grupos radicales querían intimidar a policías y militares y lo lograron", indicó Ashraf Ali, quien investiga al movimiento Talibán para el doctorado que realiza en el Centro de Estudio del Área, de la Universidad de Peshawar.

En su opinión, el presidente pakistaní se siente aislado políticamente y trata con desesperación de complacer a Estados Unidos.

"La única forma de que Musharraf agrade a Washington es combatiendo a los radicales", sostuvo.

El Partido Nacional Awami, favorable a la etnia "pashtún" (patán) mayoritaria en el norte de Pakistán y en Afganistán, pidió el miércoles a los radicales y al Talibán detener los ataques suicidas contra personas inocentes y oficiales de las fuerzas de seguridad.

"Esta situación es obra de los servicios secretos de Pakistán. Pusieron a los militantes islámicos del Talibán contra el ejército ruso en Afganistán y ahora combaten a ese movimiento en nombre de la guerra contra el terrorismo", sostuvo Ghulam Ahmad Bilour, vicepresidente del Partido Nacional Awami.

El especialista en asuntos afganos Afrasiab Khattak dijo a IPS que lo ideal sería que el gobierno estableciera una relación de confianza con la población local mediante un diálogo directo, si realmente quiere terminar con la actividad insurgente.

"Todas las decisiones acerca de la guerra contra el terrorismo dependen de unas pocas personas en Islamabad y no hay confianza en la población de la Provincia de la Frontera Noroccidental y del Área Tribal, por eso las cosas llegaron a esta situación lamentable", sostuvo.

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