Por segundo año consecutivo, la violencia en Iraq provocó un marcado incremento en el número de personas que, en todo el planeta, se vieron forzadas a abandonar sus hogares, señaló el Comité Estadounidense para los Refugiados y los Inmigrantes (Uscri, por su sigla en inglés).
Según el informe "Refugiados en el Mundo", a fines de 2006 había unas 14 millones de personas en esa condición, con un aumento de dos millones sobre el total registrado el año anterior, lo que marcó la cifra más alta desde 2001.
Casi la mitad de las personas desplazadas el año pasado eran iraquíes. El estudio, divulgado el miércoles, cuestiona a Estados Unidos, la principal potencia ocupante en Iraq, por otorgar refugio a sólo 202 iraquíes, aunque Washington luego prometió concederlo a otras 3.000 personas antes del 30 de septiembre.
En cambio, Siria admitió el ingreso de unos 450.000 iraquíes en 2006, lo que llevó el total de ciudadanos de ese país en su territorio a alrededor de 800.000. Jordania recibió a unos 250.000, elevando su número a casi 700.000. Otros 80.000 iraquíes fueron aceptados por Egipto.
"Al igual que la guerra, esta crisis de refugiados es complicada, ha crecido de manera exponencial, no tiene un fin a la vista ni una solución simple", afirmó la presidenta del Uscri, Lavinia Limón.
"Hay una tendencia silenciosa que está proveyendo seguridad temporaria a millones. Pero ha sido poco tomada en cuenta por los medios, generó una respuesta mínima de parte del Congreso legislativo en Washington y fue virtualmente ignorada por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush y su administración, al igual que por las capitales europeas y de Medio Oriente y la comunidad internacional", escribió Limón en la introducción del informe.
Además de Iraq, entre las mayores nuevas fuentes de refugiados se encuentra Somalia, donde una ofensiva militar etiope el año pasado generó un éxodo de decenas de miles de personas hacia la propia Etiopía, Kenia y Yemen.
También Sri Lanka fue responsable por el desplazamiento de un alto número de personas, como consecuencia de un recrudecimiento de los combates entre fuerzas del gobierno y los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil. Unas 26.000 personas debieron huir a India.
Asimismo, la violencia que afectó a Chad, República Centroafricana y Sudán provocó el desarraigo de decenas de miles de pobladores.
De los casi 14 millones de refugiados y solicitantes de asilo, menos de 70.000 fueron reasentados de manera permanente durante 2006. Estados Unidos aceptó unos 41.000 y lo siguieron Australia (12.133), Canadá (10.600), Suecia (1.555) y Noruega (924), según el informe del Uscri.
A fines de 2006, los afganos eran la mayor población de refugiados, con un total aproximado de 3,4 millones. Se encontraban además en esa condición unos tres millones de palestinos, 1,7 millones de iraquíes (que desde entonces aumentaron a más de dos millones, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), 693.000 birmanos y 453.000 colombianos.
Por otra parte, Pakistán fue el país receptor de la mayor cantidad de refugiados, con unos 2,2 millones, la mayoría afganos. Detrás se ubicaron Siria (con alrededor de 1,3 millones), Irán (un millón), la Franja de Gaza (un millón), Jordania (862.000) y Cisjordania (722.000).
El informe, como en los años anteriores, calificó a los países según su respeto hacia los derechos básicos garantizados por la Convención sobre el Status de los Refugiados de 1951. En esta materia, hubo un retroceso general durante 2006.
Rusia y Tanzania obtuvieron una nota reprobatoria en relación con la protección física de los refugiados, el no forzarlos a retornar a sus países de origen, garantizarles acceso a la justicia, respetar su libertad de movimiento y su derecho a ganarse la vida.
Argelia, Bangladesh, Irán, Israel en los territorios ocupados, Malasia, Namibia, Sudáfrica, Sudán, Tailandia y Yemen también fueron reprobados en al menos dos de estas categorías.
Por el contrario, Australia, Benín, Canadá, Estados Unidos, Etiopía y Sierra Leona recibieron la máxima calificación en al menos dos de los puntos citados, aunque Estados Unidos también recibió la más baja por la repatriación forzosa de haitianos y una pobre evaluación por las detenciones de solicitantes de asilo.
Los cinco mayores receptores de refugiados iraquíes (Siria, Jordania, Egipto, el Líbano e Irán) también merecieron mayoritariamente bajas calificaciones. Jordania, por ejemplo, por realizar repatriaciones forzosas y todos por negarles el derecho a ganarse la vida. Egipto y Siria fueron sin embargo evaluados positivamente por asegurar la libertad de movimiento de los refugiados.
El informe del Uscri se hizo público casi inmediatamente después de una crítica inusualmente dura realizada la semana pasada por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), dirigida a los países donantes de ayuda por su desatención de la situación de crisis de los desplazados iraquíes.
Apenas 80 millones de dólares fueron prometidos o donados a Acnur para atender el flujo de refugiados, cuando se estima que cientos de millones son necesarios para afrontar la crisis.
"Los dos países que cuentan con la mayor proporción de refugiados iraquíes, Jordania y Siria, hasta ahora han recibido prácticamente nada en concepto de ayuda bilateral de parte de la comunidad internacional", señaló el portavoz de Acnur, Ron Redmond. Advirtió, además, que los desplazados "están experimentando penurias que no harán otra cosa más que empeorar si la comunidad internacional no respalda sus dichos con dinero".
Limon destacó en su análisis que la crisis actual es "atípica". Se produjo de manera gradual y sin atraer mucho la atención de los medios, en parte debido a que "no había miles de personas huyendo a través de la frontera, cargando a sus hijos y unas pocas pertenencias, a las que se pudiera tomar fotos".
La crisis también generó un complicado desafío porque la mayoría de quienes abandonaron Iraq son "refugiados urbanos". La respuesta típica es tratarlos como "inmigrantes ilegales y no reconocer su derecho a reclamar la condición de refugiados o asistencia económica proveniente de Acnur", agregó Limón.
El resultado ha sido una amplia desatención de su situación apremiante. Esto, indicó la presidenta del Uscri, "es inconsistente con todas las manifestaciones de preocupación y el compromiso con la libertad y bienestar del pueblo iraquí realizadas por gobiernos, organismos de derechos humanos y los medios".
"El silencio y la inacción de la comunidad internacional son vergonzosos y agravan la tragedia del pueblo iraquí", agregó Limón.
Asimismo, reclamó a Estados Unidos que asumiera "un liderazgo moral" y garantizara la cobertura de todos los costos asociados con la recepción de estos refugiados. Hasta el momento, Washington sólo contribuyó 18 millones de dólares para las tareas del Acnur vinculadas con Iraq.
Esta suma representa aproximadamente la mitad de lo que Estados Unidos gasta cada dos horas realizando operaciones en ese país.
Limón también reclamó a Estados Unidos la puesta en práctica de un programa de reasentamiento eficiente en su territorio y apuntó que es probable que ni siquiera cumpla con el objetivo actual de reubicar a 3.000 iraquíes antes de octubre.
Este pedido es un eco de propuestas más radicales realizadas por ex funcionarios de primer nivel en el área de los refugiados. Los críticos contrastaron el fracaso de la administración de Bush en garantizar un "santuario" para los iraquíes con la reubicación en Estados Unidos de más de 131.000 vietnamitas, a quienes se consideró en peligro de ser perseguidos cuando los comunistas tomaron el poder en Vietnam del Sur en 1975.