China teme que su tolerancia ante las agresiones del gobierno de Sudán a la población de la occidental región de Darfur reste brillo a los Juegos Olímpicos Beijing 2008 y perturbe su realización.
Este país iniciará el 8 de agosto, con una gran celebración, la cuenta regresiva hacia el gran acontecimiento deportivo que se realizará el año próximo.
Los organizadores reclutaron a las personas más capaces en cada área para mostrar al mundo, en ocasión de los Juegos Olímpicos, el crecimiento y poderío de esta nación.
La comunidad internacional cuestiona cada vez más a China por su postura favorable al gobierno sudanés.
Activistas de derechos humanos lanzaron campañas de desprestigio contra los Juegos Olímpicos y consideran, incluso, boicotear el torneo, pues, según ellos, los negocios petroleros de China apuntalan las operaciones del régimen árabe e islamista sudanés en Darfur.
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Según diversas denuncias, Jartum financia a las milicias árabes Janjaweed ("hombres a caballo"), que atacan y aterrorizan a la población de Darfur, mayoritariamente negra y musulmana.
Se estima que más de 250.000 personas murieron y 2,5 millones debieron abandonar sus hogares desde que estalló la violencia entre las comunidades de esa región y las milicias árabes en 2003.
La actriz estadounidense Mia Farrow y otros conocidos artistas del país norteamericano acusan a China, principal inversor extranjero en Sudán y socio del gobierno islamista en varios proyectos energéticos, de negarse a censurar la violencia.
En ese sentido, advirtieron que la competencia del año próximo podría llegar a conocerse como "Juegos Olímpicos Genocidas".
Mientras, el cineasta Steven Spielberg, asesor artístico de los Juegos Olímpicos, amenazó con renunciar si China no actuaba para detener el derramamiento de sangre en Darfur.
Por otra parte, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se apresta a considerar esta semana un proyecto de resolución que aceleraría el envío de una fuerza de paz conjunta en que participarían el foro mundial y la Unión Africana (UA).
La postura de China es crucial, pues es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y, como tal, tiene la facultad de vetar sus resoluciones. Beijing habría presionado a Jartum para aceptar el despliegue de la fuerza de paz.
Tras meses de negociaciones, Sudán aceptó el contingente conjunto pero objetó la propuesta de las potencias occidentales de recurrir al capítulo 7 de la carta de la ONU.
Ese capítulo autoriza a los contingentes internacionales a cargo de mantener la paz a recurrir a la fuerza sin tener en cuenta la opinión del país donde se desplegaría.
China, aliado y protector diplomático de Sudán, respaldó el pedido del régimen islamista de mantener cierto control sobre la fuerza conjunta.
La resolución de conflictos sin enfrentamiento y la no interferencia en los asuntos internos de las naciones son principios de la política exterior china. Beijing es conciente de las consecuencias de su respaldo a Jartum.
Ante la amenaza de Spielberg, el enviado especial de China a Darfur, Liu Guijin, pidió paciencia el viernes, en declaraciones a la prensa estatal, y advirtió que la coacción y el enfrentamiento "no conducirán a ningún lado".
Liu fue nombrado en mayo en lo que pareció una respuesta a los cuestionamientos internacionales de la inoperancia del régimen frente a la violencia de Darfur.
El funcionario enfatizó que el conflicto es una prioridad diplomática para China, pero no su responsabilidad.
"No es el Darfur de China: es el Darfur de Sudán y, en segundo término, el Darfur de África", subrayó Liu.
China atribuyó el conflicto a la pobreza, y sostuvo que sus inversiones son la única forma viable de acabar con la violencia.
Este país compra dos tercios de las exportaciones sudanesas de crudo y financia varios proyectos de infraestructura, incluidos un oleoducto y una central hidroeléctrica.
Beijing cuestionó a principios de año a organizaciones defensoras de derechos humanos según las cuales aislar a Jartum es la única forma de detener a las milicias árabes, consideradas responsables de violaciones y asesinatos masivos.
"Las inversiones y la asistencia chinas contribuirán, en el largo plazo, a resolver el problema de Darfur", declaró en mayo Li Ruogu, presidente del estatal Banco de Comercio Exterior de China, a cargo de la mayoría de los préstamos para proyectos en el extranjero.
China rechazó que se vinculara la violencia en Darfur con la organización de los Juegos Olímpicos del año próximo, en lo que consideró una muestra de la mentalidad de la Guerra Fría.
Al defender el respaldo chino a Jartum, Liu remarcó que el estilo de diplomacia de su país consiste en evitar la política de mano dura, con un enfoque respetuoso y sutil.
"China insiste en utilizar la influencia sin interferir. Sabemos que el respeto entre todas las partes es importante para alcanzar una solución adecuada", declaró Liu al gubernamental Diario de China.
También el enviado especial de Estados Unidos a Sudán, Andrew Natsios, defendió la diplomacia silenciosa y cautelosa de China.
El funcionario admitió en abril que la diplomacia china podría haber sido el "factor crítico" que convenció a Jartum de aceptar el despliegue de la fuerza de paz de la UA en Darfur, de 7.000 efectivos.
Pero activistas siguen sosteniendo que este país puede hacer mucho más para terminar con la violencia.
Spielberg escribió una carta en mayo al presidente chino, Hu Jintao, implorándole que hiciera algo por Darfur.
El director aseguró estar considerando "todas las opciones", hasta renunciar a su cargo en la preparación de los Juegos Olímpicos.
Su decisión depende de un esperado comunicado de Beijing acerca de su política en Darfur, declaró la semana pasada el portavoz de Spielberg, Andy Spahn, a la cadena de televisión estadounidense ABC News.
Un grupo de 108 legisladores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos también envió una carta al gobierno chino, en la que le advierte del peligro que corren los Juegos Olímpicos si el país asiático no cambia su política hacia Sudán.