La violencia en Baquba, capital de la oriental provincia iraquí de Diyala, convierte cualquier actividad cotidiana en una lucha por sobrevivir.
Una combinación de incursiones militares de Estados Unidos, escuadrones de la muerte de carácter religioso y combatientes de la red terrorista internacional Al Qaeda tornaron imposible la vida en Baquba, 50 kilómetros al noreste de Bagdad.
Los residentes de la ciudad ni siquiera pueden irse de allí sin pasar por numerosos peligros. Los secuestros proliferan por la anarquía imperante. El control del gobierno es meramente virtual.
La inseguridad y la dificultad de circulación causaron una grave escasez de combustible, suministros médicos y otros recursos de primera necesidad.
El mercado central de esta ciudad de unos 325.000 habitantes se esfumó. Pero no sólo desapareció un lugar de compras: era un espacio de socialización y, a veces, para concretar negocios.
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La violencia acabó con todo eso. Los puestos del mercado se desparramaron por diversos distritos de la ciudad. Muchos propietarios cerraron sus locales y reabrieron en sus casas.
Entre dos y tres personas por día han sido asesinadas o secuestradas en el mercado en las últimas semanas, aun antes de la operación militar Arrowhead Ripper ("punta de flecha desgarradora") lanzada por Estados Unidos el 18 de junio contra Al Qaeda.
Pero el comandante de la operación declaró tres días después de su inicio que 80 por ciento de los líderes de Al Qaeda habían abandonado Baquba antes del primer ataque.
Ahora la situación es mucho peor, según los residentes.
"Los soldados cerraron todas las vías de salida de la ciudad y no permiten la circulación de automóviles", dijo a IPS Amir Ayad, de 51 años, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Diyala.
"Tengo que ir a trabajar en carro como muchas otras personas. Está a cinco kilómetros, es mejor que caminar", añadió Ayad.
"Para las pruebas finales, que por desgracia se realizaron en el marco de esta ofensiva, los estudiantes debieron caminar horas hasta la facultad. Llegaron exhaustos y sudorosos", relató Majeed Abid, otro profesor.
Los carros tirados por animales, en general burros, se han vuelto un medio de transporte habitual aquí. Cada uno tiene una capacidad de entre 10 y 15 pasajeros y el costo del traslado es de entre dos y tres dólares.
"Todos los días hago cuatro kilómetros para traer legumbres en carro y trasladarlas me cuesta entre 25 y 35 dólares", dijo a IPS Adil Omran, de 29 años. "Por eso los precios aumentaron muchísimo."
"Cada tomate, que se cultivan en las cercanías, solía costar unos seis centavos de dólar", relató Mahmood Ali, un profesor jubilado. "Pero ahora subió a 1,25. Las familias compran entre una o dos bolsas de papas, de 30 kilogramos cada una, porque no pueden pagar los elevados precios de las otras legumbres."
Además, la situación es más complicada porque la inseguridad dificulta el pago de salarios.
"Antes cobrábamos todos los meses, pero desde hace un año y medio nos pagan cada 50 o 70 días", dijo a IPS Kadhim Raad, funcionario de la municipalidad de Baquba de 44 años de edad.
"Los funcionarios del Ministerio de Educación hace tres meses que no cobran porque no hay dinero en los bancos", dijo a IPS Sara Latif, del Departamento Financiero del Consejo de Administración de esa cartera.
La gente trata de abandonar la ciudad por la violencia permanente, el retraso en el pago de salarios, la falta de trabajo y de mercados, el cierre de fábricas, la paralización de la municipalidad y la escasa actividad agrícola por falta de agua y electricidad.
Los hogares tienen en promedio una o dos horas de electricidad al día. Pero es común que pasen tres o cuatro días sin nada de energía.
Mucha gente compró pequeños generadores de energía, pero es imposible hacerlos funcionar por la falta de combustible.
Antes de la invasión de Iraq, encabezada por Estados Unidos en marzo de 2003, un litro de gasolina costaba unos cinco centavos de dólar, pero el precio actual en Baquba es de unos dos dólares.
Las gasolineras no funcionan. La gente compra bidones de gasolina de 20 litros.
"La población se olvidó de la existencia de las gasolineras, cuyos propietarios venden la carga de los camiones de combustible antes de que lleguen a Baquba para hacer más dinero", dijo a IPS, Hamid Alwan, un conductor de taxis de 46 años.
Pero todo esto no es lo más importante, sino cómo sobrevivir.