ENERGÍA-BRASIL: Polémica reactivación nuclear

La decisión del consejo de ministros de Brasil de aprobar la construcción de una tercera planta atómica —una obra suspendida hace 21 años— es considerada por ecologistas la reactivación de un plan nuclear de más amplio alcance que superaría inclusive los fines estrictamente energéticos.

La central nuclear Angra 3, que tendrá una capacidad energética de 1.350 megavatios, se integrará al paisaje de Angra dos Reis, un municipio del sur del estado de Río de Janeiro.

Se trata de una zona turística conocida por la belleza de sus playas, el color turquesa del agua y la vegetación exuberante de sus islas, que contrastan con el cemento de otras dos centrales nucleares, Angra 1 y Angra 2, enclavadas a orillas del mar, al borde de una estrecha carretera y los cerros.

La obra, que estará terminada en 2013, le costará al gobierno unos 3.700 millones de dólares y, según justificó el ministro interino de Minas y Energía, Nelson Hubner, es la alternativa de menor costo y mejores condiciones ambientales porque no emite gas carbónico, uno de los contaminantes vinculados al cambio climático.

Esa opinión fue rebatida por Guilherme Leonardi, coordinador de la Campaña de Energía Nuclear de la organización ecologista Greenpeace.

En entrevista con IPS, el experto consideró que se trata de una "decisión equivocada" y "un gran error para Brasil", aunque el presidente Luiz Inácio Lula da Silva , de quien depende la palabra final, puede volverse atrás, dijo.

"La opción que tiene en manos el presidente es la de gastar más de 3.500 millones de dólares en un tipo de tecnología que generará poca energía, que demorará mucho tiempo en producirla, que produce basura radiactiva y (entraña) la posibilidad de graves accidentes", opinó Leonardi.

El programa nuclear brasileño data del año 1975, cuando a través de un acuerdo firmado con Alemania, el régimen militar de entonces se propuso construir ocho centrales atómicas y desarrollar en el país el ciclo completo del combustible nuclear.

En la práctica, además de la central Angra 1, que había sido construida en 1969, se concretó apenas la construcción de una planta más, Angra 2. Juntas representan apenas dos por ciento de la matriz energética brasileña, que en 91 por ciento se origina en turbinas hidroeléctricas.

Greenpeace, al igual que expertos en energía eléctrica como Luiz Pinguelli, del Centro de Posgrado de Ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro, consideran que la opción por la energía nuclear es equivocada, especialmente en un país con tantas opciones de producción de energías renovables y limpias.

Mientras Pinguelli defiende más inversiones en energía hidráulica, Leonardi propone Fuentes como la eólica y la solar.

Según Greenpeace, sólo a partir de los vientos (energía eólica) el potencial energético brasileño es de 1.243 gigavatios. A fines de comparación, Leonardi subrayó que la demanda energética actual de Brasil es inferior a 100 gigavatios, "o sea el potencial eólico brasileño es superior al consumo nacional actual".

Además, se necesita un plan de "eficiencia energética", o sea de reducción de la demanda de energía. En virtud del Programa Nacional de Conservación de Energía Eléctrica en el que el gobierno invirtió 442 millones de dólares, el ahorro energético fue de 5.124 megavatios en 20 años, recordó.

"Con un 12 por ciento de lo que costará terminar Angra 3 se hizo disponible el equivalente a casi cuatro veces lo que generaría esa planta", comparó.

Leonardi anticipa un escenario energético en 2050 con 88 por ciento de la energía procedente de fuentes limpias y 12 por ciento de gas natural.

Brasil tiene la sexta mayor reserva de uranio, materia prima para el combustible utilizado en las centrales nucleares.

Además, a partir del programa nuclear iniciado por la marina de guerra brasileña en 1975, el país consiguió dominar todo el ciclo del combustible nuclear, es decir hasta su enriquecimiento a escala industrial, a partir del método de centrifugación, un proceso que actualmente completa en el exterior porque las dos usinas nucleares en funcionamiento no justifican esa producción en el país.

Sin embargo, para el presidente de Industrias Nucleares Brasileñas, Alfredo Tranjan, con la posibilidad de una tercera usina cambia el escenario, ya que será conveniente dejar de hacer afuera dos etapas del proceso, tanto el enriquecimiento como la conversión (transformación del combustible en estado de pasta a gas).

En este marco, el plan de nacional de energía prevé la necesidad de construir otras cuatro centrales nucleares hasta 2030, con lo cual completar la producción de combustible nuclear en el país sería aun más viable.

Leonardi ve con preocupación esos propósitos, que considera como "el renacimiento del programa nuclear brasileño" que "surgió durante la dictadura militar" y que puede dar pie a "una carrera por la energía nuclear en América Latina", con "un efecto de cascada en otros países" de la región.

En ese aspecto, el interés del gobierno federal "no es apenas energético" sino de dominar el ciclo del uranio que "puede ser utilizado para fines energéticos o militares y que no impide que en el futuro sea utilizado para otras finalidades", advirtió Leonardi.

Brasil firmó varios tratados de no proliferación de armas nucleares. La Asociación Brasileña de Energía Nuclear (ABEN), así como los gobiernos democráticos de los últimos años reafirmaron los fines pacíficos del programa nuclear.

Un comunicado de la ABEN firmado por su presidente, Francisco Rondinelli, celebró la decisión del consejo ministerial de recomendar la construcción de Angra 3, "lo que representa un marco estratégico para la ampliación de la matriz energética brasileña".

Según ABEN, la decisión es también "un reconocimiento de la energía nuclear como una fuente limpia y segura" para reducir el calentamiento global, así como "un paso importante en la consolidación de la tecnología nuclear, preparando al país para enfrentar el desafío de la crisis del petróleo, de la escasez de gas y del agotamiento del potencial hidráulico".

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