COMERCIO: Tiempo desapacible afecta a Ronda de Doha

El clima de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se presenta incierto aunque con posibilidades de algunos claros en la negociación sobre agricultura, pero en contraste se avecinan borrascas en materia de productos industriales.

Ese pronóstico surge de las primeras reacciones observadas esta semana de los efectos causados por dos verdaderos meteoros: los borradores de acuerdos para esas dos negociaciones presentados por los presidentes Crawford Falconer, del comité de agricultura, y Donald Stephenson, del comité de productos industriales.

Las ideas de Falconer para fijar las modalidades de la negociación para liberalizar el comercio agrícola internacional merecieron muchas objeciones, pero casi todas las opiniones convinieron en admitir que constituían un punto de partida aceptable.

En cambio, las propuestas de Stephenson, aceptadas solamente por algunas delegaciones, se hicieron acreedoras de ciertos rechazos tan categóricos que insinúan la probable aparición de un veto a ese texto por parte de un grupo de países.

Los dos documentos, elaborados con la esperanza de que contribuyan a desbloquear las negociaciones de la Ronda de Doha, se debaten esta semana de manera preliminar en diferentes cuerpos de la OMC.
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Pero el futuro de las dos iniciativas, y por ende de todo el proceso de profundización de la apertura del comercio internacional lanzado en la capital de Qatar en 2001, comenzará a vislumbrarse únicamente en septiembre, cuando la OMC concluya su receso anual del verano boreal.

Por lo pronto, Falconer comentó a IPS que en la sesión sostenida por su comité este martes, recibió indicaciones de que los delegados, "luego de haber sido galvanizados por el documento", se encuentran listos para regresar en septiembre y afrontar "una finalización seria" de la negociación agrícola.

La reacción de los negociadores "respondió a lo que yo esperaba", dijo Falconer. De todos modos, así como fue evidente que en cada tema del documento agrícola "todos disentían con todos", también quedó en claro que ninguno pensaba desistir de la negociación, agregó.

Por ejemplo, Luzius Wasescha, jefe de la misión negociadora de Suiza, sentenció que el proyecto de acuerdo es "suficientemente bueno para no rechazarlo y bastante defectuoso para no aprobarlo".

A su vez, el representante de India, Ujal Singh Bhatia, estimó que el borrador refleja la realidad de las negociaciones. "Es un documento de trabajo que puede se utilizado como la base de una seria negociación multilateral", dijo.

Pero no todas fueron loas para el documento de Falconer. El embajador indio reprochó que algunos aspectos de las negociaciones han sido menos desarrollados en el texto que otros.

"Muchas de esas falencias se observan en cuestiones de interés crítico para los países en desarrollo. No podemos vislumbrar un resultado que no abarque todos los ángulos de la negociación", advirtió Singh.

A su vez, el negociador indonesio Gusmardi Bustami, que representa al Grupo de los 33 países que defienden el establecimiento de una categoría de productos agrícolas especiales para sostener las explotaciones rurales de subsistencia, sostuvo que el rubro de acceso a los mercados es el más desequilibrado en el documento.

El texto de Falconer propone reducciones arancelarias en agricultura que favorecen los intereses de las naciones industrializadas mientras perjudican a los países en desarrollo, dijo Bustami.

Clodoaldo Hugueney, el negociador de Brasil que coordina al Grupo de los 20, una alianza de naciones en desarrollo interesadas en la negociación agrícola, demandó una mejora del texto para corregir sus desequilibrios y colmar los vacíos en las áreas que no han sido cubiertas o lo fueron de manera incompleta.

Pero la exposición de Hugueney se concentró en lo que llamó "la centralidad de la agricultura" en la Ronda de Desarrollo de Doha. Ese carácter determina que la ambición en agricultura debe determinar las negociaciones en otras áreas y no al revés, argumentó.

"Ese concepto es fundamental para corregir los desequilibrios históricos y evitar futuras injusticias", insistió el diplomático brasileño.

Falconer coincidió con la idea de Hugueney. "Soy el presidente del comité y tengo derechos de propiedad sobre las negociaciones agrícolas", ironizó. "Por ello pienso que la agricultura es central, lo que no constituye ningún misterio", dijo a IPS.

Por el contrario, la Unión Europea ha condicionado la aprobación del documento sobre agricultura a que el texto sobre productos industriales corra la misma suerte.

A último momento, los europeos reclamaron también la incorporación de párrafos que reconozcan sus ambiciones de una expansión de las indicaciones geográficas, limitadas ahora a los vinos y los licores, para que abarquen otros productos, especialmente alimentarios.

Alberto Dumont, jefe de la misión argentina, refutó a los europeos con el argumento de que las indicaciones geográficas no figuran en el mandato de Doha y por tanto no son objeto de las negociaciones. "Mañana no nos culpen a nosotros si las negociaciones se caen, son ustedes quienes ponen condiciones", advirtió.

El negociador argentino observó que el texto de Falconer omitió mencionar el párrafo 24 de la declaración ministerial de la OMC de Hong Kong de 2005, que establece la necesidad de alcanzar un nivel comparablemente alto de ambición en los recortes de aranceles aduaneros para productos agrícolas e industriales.

Las disposiciones de ese párrafo no se encuentran adecuadamente reflejadas en los textos que se han presentado en agricultura y en productos industriales, insistió Dumont.

Estas observaciones adelantan el debate que tendrá lugar durante el examen del documento de Stephenson esta semana y en septiembre. Un grupo de países, denominado NAMA 11, ha rechazado el grado de reducciones arancelarias que propone ese texto.

El NAMA 11, que toma su nombre de las siglas en inglés de la negociación de acceso a los mercados para productos no agrícolas, es coordinado por Brasil, Argentina y Sudáfrica, países que defienden el derecho a sostener sus industrias nacientes.

En este debate han irrumpido también las centrales sindicales de los países de América Latina y el Caribe, que divulgaron este martes una declaración de apoyo a las posiciones de NAMA 11.

Los sindicalistas expresaron que han reclamado a los negociadores comerciales de sus países que no cedan a la presión de Estados Unidos y la Unión Europea para que abran sus mercados en una medida mayor de la que están dispuestas a aceptar esas dos potencias.

El documento del presidente del comité de productos industriales de la OMC muestra la enorme desconexión entre esas propuestas y las discusiones actuales sobre estrategias de desarrollo y sobre trabajo decente en los países del Sur, dijeron los sindicalistas

En las presentes circunstancias, demandamos a nuestros gobiernos que no acepten las propuestas de modalidades para la negociación de productos industriales, insistieron.

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