Tras una serie de fallidas campañas destinadas a contener el daño ambiental, China espera utilizar instrumentos financieros para frenar a los grandes contaminadores.
El organismo de control ambiental de este país formó una extraña alianza con la Comisión Reguladora del Banco de China con el fin de preparar una nueva política de créditos verdes que evaluará si las compañías cumplen con los requisitos en materia ambiental antes de otorgar los préstamos.
"Durante años, la forma tradicional de China para combatir la contaminación fue emitir prohibiciones y órdenes de clausura de empresas contaminantes, explicó el subdirector de la Administración Estatal de Protección Ambiental, Pan Yue.
"Nos dimos cuenta de que necesitamos un impulso económico para avanzar. Tenemos que lograr que las compañías comprendan que es más caro romper la ley que atenerse a ella", explicó.
China alcanzó un punto crítico en el que reconoce el daño que causó al ambiente por perseguir en forma ciega un rápido crecimiento económico durante más de tres décadas.
En este país se encuentran algunas de las ciudades más contaminadas del mundo. Sus ríos más grandes tienen niveles de contaminación peligrosos, y millones de personas carecen de agua potable.
El costo humano de la creciente contaminación se eleva día a día.
Alrededor de 460.000 personas mueren al año en forma prematura por respirar aire contaminado y tomar agua no potable, según el borrador de una nueva investigación del Banco Mundial.
Las autoridades chinas se alarmaron de tal forma, según un informe publicado esta semana por el diario británico Financial Times, que pidieron a ese organismo multilateral que no publicara las estimaciones de los costos físicos y económicos de la contaminación por miedo a generar disturbios.
Hasta ahora Beijing trató de aplacar las quejas emitiendo esporádicas prohibiciones a los grandes contaminadores, identificando algunas ciudades en particular y zonas económicas más vastas que debían ser limpiadas. La última campaña hecha pública el martes se centra en la contaminación de los cuatros mayores cursos de agua del país, los ríos Yangtze, Amarillo, Huai y Hai.
Pero aun al anunciar la prohibición de nuevos proyectos industriales a lo largo del sistema hídrico del país, Pan Yue no se mostró del todo optimista acerca del éxito que pueda tener la nueva campaña. Ofensivas anteriores contra la contaminación industrial duraron poco a causa de la presión ejercida por los poderosos grupos empresariales del país.
La difícil situación ambiental que vive el país llamó la atención de la comunidad internacional en 2005, cuando un derrame industrial contaminó las aguas del río Songhua en el noreste de China y afectó a miles de personas en este país y en Rusia. Desde entonces, la Administración Estatal de Protección Ambiental estima que ese tipo de vertidos accidentales ocurren cada dos días en promedio.
"Sólo con medidas enérgicas no se solucionarán los problemas reales, si no se cuenta con el respaldo de los sistemas político y legal", dijo Pan Yue el martes a la prensa.
"Necesitamos encontrar la forma de integrar los recursos ambientales y naturales a los costos internos de las empresas", añadió.
El programa de créditos verdes a estudio someterá a las compañías a controles ambientales enérgicos para saber si se ajustan a las normas. Las empresas que no completen una evaluación al respecto antes de embarcarse en un proyecto, o no cumplan con los parámetros durante su implementación, no se beneficiarán de los créditos.
Las medidas previstas aún van más lejos. Se prevé revocar los préstamos ya otorgados a las compañías que den marcha atrás a los controles.
Pero los observadores advierten que la implementación de ese tipo de controles financieros estrictos requerirá mucho tiempo y armonía entre las diferentes partes involucradas.
"La postura del gobierno de proteger el ambiente controlando los créditos es loable, pero su puesta en práctica requerirá de nuevos mecanismos legales", según el analista empresarial Shui Pi.
Un obstáculo obvio es que los bancos chinos no tienen políticas ambientales independientes.
Dos de los tres bancos chinos, bajo la jurisdicción directa del Consejo Estatal (gabinete), adoptaron estándares financieros ambientales.
El Banco de Desarrollo de China es responsable de la financiación de grandes proyectos de infraestructura, en tanto que el China Exim Bank es la agencia oficial que otorga créditos a la exportación.
Este país ha sido muy criticado por financiar proyectos en el Sur en desarrollo sin ajustarse a ninguno de los estándares internacionales en materia ambiental.
Este país no pertenece a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y por ello el China Exim Bank no firmó los Enfoque Comunes, que imponen pautas en materia ambiental a las agencias de créditos para la exportación de las naciones miembro.
Ese banco adoptó una política ambiental en 2004, pero sólo la dio a conocer en abril de este año tras una racha de críticas de todas partes acerca de su papel en la financiación de proyectos polémicos en África y otras naciones.
Pero tras conocerse el documento, varios expertos criticaron que no abundaba en cuestiones específicas.
"Su política defiende principios estrictos, pero no los desarrolla en detalle", señaló Peter Bosshard, director de políticas de la no gubernamental Red Internacional de Ríos, con sede en Estados Unidos, tras conocerse el documento.
Aun si los bancos chinos adoptan estándares financieros en materia ambiental, la dificultad radica en cómo hacer cumplir las restricciones, sostuvieron especialistas en cuestiones industriales.
La Administración Estatal de Protección Ambiental tiene poco peso como para clausurar a las empresas. Pero las prohibiciones temporales no se harán sentir lo suficiente como para que las instituciones de crédito reconsideren los préstamos a las compañías contaminantes.