Berat es una bella ciudad de Albania, con calles estrechas y ventosas, que sobrevivió al caótico desarrollo urbano y ahora tienen puestas sus esperanzas en el turismo. Pero también deberá superar los inevitables peligros urbanos y ambientales de una economía en transición.
Pocas ciudades europeas pueden ofrecer un ambiente pintoresco y culturalmente rico sin hordas de turistas hormigueando por sus calles, pero Berat, una de las más antiguas de Albania, es un lugar especial para los visitantes, en el que ellos se sienten igual.
Al deambular por las calles de esta localidad de 65.000 habitantes, la curiosidad de los viajeros hacia la población local es retribuida, pues esta joya de la región de los Balcanes aún no ha llegado a manos de la industria turística.
Sólo uno de cada seis visitantes provienen del exterior y muchos de ellos, incluso, son albaneses con residentes en países vecinos.
La ciudad tiene más de 4.000 años y ahora simboliza perfectamente los rasgos más característicos del país: una tierra por la que muchos imperios derramaron sangre, pero también donde la convivencia religiosa se mantuvo más que en cualquier otro lugar de la región.
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Tribus ilirias, macedonios, romanos, eslavos, gobiernos otomano y bizantino, todos dejaron su huella en la zona, pero nada es tan asombroso como las antiguas mezquitas e iglesias ortodoxas que atestiguan la tolerancia religiosa que prevalece en este país mayoritariamente musulmán.
El régimen comunista de la segunda parte del siglo XX la designó "ciudad museo" en 1976 y sus monumentos y viejas residencias blancas quedaron fuera de la planificación urbana socialista y su campaña atea dejó intactas las bellas construcciones como hizo en otras partes del país.
Ahora Fadil Nasufi, alcalde de Berat, quiere más protección y mayor conciencia de los valores que ofrece la ciudad ante los riesgos que supone el salvaje desarrollo urbano y la negligencia ambiental que adquirió nuevas dimensiones en la era post-socialista.
"Estamos en las primeras etapas del desarrollo turístico que nos permitirá enfrentar los retos y evitar errores", dijo el alcalde a IPS.
Con la ayuda de instituciones locales y nacionales y especialistas extranjeros, el gobierno de Berat propuso que la ciudad forme parte de la lista de Patrimonio Mundial que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco).
La mayor parte del país carece de instalaciones turísticas básicas y Berat, pese a tener mejores condiciones, tendrá que realizar un mayor esfuerzo si quiere que su infraestructura cumpla con los requisitos de los viajeros que visitan los sitios declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco.
El proceso ya comenzó pues la cooperación internacional "capacitó a especialistas en técnicas de preservación", dijo Nasufi a IPS. Pero siguen faltando fondos.
La Unesco no proporciona en forma automática el dinero, pero los funcionarios municipales consultados parecen confiados de que por esa vía, aunque de forma indirecta, llegue la financiación necesaria y no sólo mediante nuevos turistas.
"La municipalidad espera que esto aumente la conciencia del valor que tiene la ciudad a escala nacional y regional e incluso para los donantes extranjeros. Será como una luz verde para nosotros, nos coloca en el mapa mundial", sostuvo Nasufi.
Pero nada va a pasar, según el alcalde, si los ciudadanos se sientan a esperar un milagro. Al reclamar una mayor conciencia, Nasufi alertó que "también depende de nuestro trabajo".
La cooperación internacional atrajo algo más que meras quimeras turísticas, algunos de los desafíos ambientales los superan ampliamente, aunque no pueden estar desconectados por completo.
El municipio tiene varios proyectos con organizaciones internacionales y la Unión Europea para resolver los problemas del manejo de desperdicios, el gran peligro ambiental que afronta y que, si se resuelve, puede mejorar la posición de Berat como destino turístico.
En casi todo el país se incinera la basura para procesarla. Pero Berat construye un campo de desperdicios en las afueras de la ciudad que, con suerte, garantizará su total eliminación.
Pero la contaminación del aire no es el único peligro. Otro de los sitios en riesgo es una de las bellezas naturales de Berta, el río Osum, que recorre la ciudad.
Durante décadas, dos fábricas y el sistema de saneamiento de Berat arrojaron vertidos al río. La caída del régimen socialista llevó al cierre de ambas plantas, una medida que no fue bien recibida por la población local.
Ahora esta ciudad sólo debe preocuparse por las aguas servidas que siguen vertiéndose en ese curso de agua.
Si se recupera, "el río puede tener un gran valor paisajístico y para el turismo", dijo a IPS Vladimir Cela, responsable de la división Turismo y Relaciones Internacionales de la alcaldía. "Podemos crear un lago donde la gente pueda bañarse y alquilar barcos", propuso.
Nuestro objetivo es construir una planta de tratamiento de desperdicios fuera de la ciudad, siguiendo un ejemplo italiano.
"Puede ponerse la basura en una cámara y recuperar el gas producido por su descomposición para generar energía eléctrica, muy necesaria en Albania", indicó Cela.
Pero aquí siempre parece haber una piedra en el camino. "Necesitamos financiación para eso", remarcó Cela.
La población que dependen del turismo y necesita electricidad y un ambiente limpio con seguridad lo va apreciar mucho", sostuvo.