Las humildes viviendas del barrio Varadero de Asunción aún muestran los efectos devastadores de una explosión ocurrida hace tres años en el arsenal de la marina de guerra de este país mediterráneo.
En la madrugada del 28 de febrero de 2004, un incendio en el depósito de municiones desató una lluvia de proyectiles que arrasó con unas 50 casas en los alrededores de la unidad militar y dejó varios civiles y militares heridos.
Desde entonces, Patricia Reyes y su familia viven con temor a que en cualquier momento se produzca otra catástrofe. "Fue de terror, esto era un infierno. Nosotros pensamos que era un terremoto", relata a IPS la pobladora, mientras exhibe restos de proyectiles que guardó como recuerdo de esa noche.
Tras el incendio, los vecinos de este barrio ubicado en la ribera del río Paraguay iniciaron una intensa campaña para forzar el traslado del destacamento fuera de la ciudad, mediante manifestaciones y cartas al municipio de Asunción, a la cancillería, al Ministerio de Defensa e incluso al presidente de la República. Ninguna tuvo efecto.
Lo único que lograron fue una pequeña indemnización para la reconstrucción de sus viviendas y una promesa de redoblar las medidas de seguridad en el polvorín de la armada de este país sin salida al mar.
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La armada paraguaya sólo cuenta con 3.500 efectivos, indica el balance militar de América Latina que elaboró en 2004 el centro de estudios argentino Nueva Mayoría, y sólo cuenta con embarcaciones menores. No tiene portaaviones, cruceros, destructores, fragatas o corbetas, agrega el informe.
Aunque los pobladores no consiguieron su objetivo, su lucha sirvió para reabrir el añejo debate sobre la presencia de cuarteles en la ciudad, asunto muy sensible en este país que durante 35 años vivió bajo una dictadura militar.
A 18 años del derrocamiento del ex dictador Alfredo Stroessner, en 1989, las Fuerzas Armadas siguen pisando fuerte en Asunción. Prueba de ello son los destacamentos militares que ocupan terrenos de propiedad municipal y que están ubicados en puntos neurálgicos de esta ciudad.
Según los registros municipales, los militares ocupan 11 kilómetros cuadrados de los 117 que tiene la capital. Hay 20 bases de las Fuerzas Armadas, principalmente a lo largo de la costa del río Paraguay. Sólo 14 tienen títulos de propiedad, mientras el resto está asentado en forma irregular en terrenos municipales.
Todos los alcaldes elegidos tras el golpe de Estado de 1989, que dio pie a un proceso democrático, intentaron recuperar parte de estos emplazamientos. No tuvieron éxito.
Uno de los ejemplos más representativos es el Regimiento Escolta Presidencial, encargado de la seguridad del jefe de Estado, que ocupa 14 hectáreas en uno de los barrios asunceños más residenciales y poblados.
En ese predio rodeado de árboles hay un depósito de municiones y un polígono de tiro donde los soldados hacen habitualmente sus prácticas. Muchas viviendas de civiles ya han sufrido daños por balas perdidas e incluso hubo casos de personas heridas.
La casa de Luis Alberto Duarte está justo detrás del polígono de tiro. Hace dos años, el silbido de un proyectil que rozó su cama y se incrustó en la pared de su dormitorio lo despertó de una siesta.
La polémica se reavivó a fines de mayo, cuando el concejal Juan Radice presentó un pedido ante la Junta Municipal para se atendiera de una vez por todas el reclamo de los vecinos.
"Los pobladores de esta zona siempre se vieron avasallados en sus derechos ante el silencio cómplice de las autoridades nacionales y locales de turno", señaló Radice a IPS. El concejal pertenece al oficialista Partido Colorado, que se ha mantenido en el poder desde hace más de medio siglo.
Radice propuso que el cuartel se transformara en una plaza. Los 24 miembros de la Junta Municipal aprobaron el pedido por unanimidad y urgieron a la alcaldía que iniciara las negociaciones con las Fuerzas Armadas. Pero todo indica que esta batalla no será fácil de ganar.
El comandante de las Fuerzas Armadas, general Bernardino Soto Estigarribia, dijo a IPS que "no se justifica" el traslado de la sede del regimiento porque "no constituye un peligro para los pobladores. Si ustedes van a otros países de la región, también verán cuarteles y sedes militares en lugares similares al nuestro. En el cuartel no hay explosivos", asegura.
La alcaldesa de Asunción, Evanhy de Gallegos, ha preferido la cautela, ante un debate que eventualmente puede llevarla a un enfrentamiento con su principal aliado político, el presidente paraguayo Nicanor Duarte, quien, según la Constitución, es comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
El urbanista Jorge Rubiani, un ex concejal de Asunción, considera que hay dos cuestionamientos fundamentales a la presencia de los cuarteles en la capital. Uno es la usurpación de espacios públicos que deberían ser lugares de recreación.
La capital paraguaya carece casi de plazas públicas. La comuna estima que hay 2,5 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, muy por debajo de los nueve metros cuadrados recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
El segundo cuestionamiento de Rubiani señala que los emplazamientos militares no son necesarios. "Los cuartes se instalaron en un principio en zonas que eran consideradas arrabales de la ciudad, sin una planificación. A causa del crecimiento urbano quedaron en medio de grandes barrios y ya no tienen razón de ser", explica Rubiani a IPS.