Mientras las fuerzas del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) tomaban control de la franja de Gaza esta semana, los líderes israelíes se sentaron a ver la crisis con consternación, pero sin intervenir.
Pero ahora que el movimiento islámico ha derrotado a las fuerzas del moderado partido secular Fatah y establecido su control en Gaza, con una población de 1,4 millones de palestinos, la forma en que el gobierno israelí enfrenta esta crisis parece cada vez más clara: recompensar a los moderados y castigar a los extremistas.
El primer ministro israelí Ehud Olmert dialogó por teléfono el viernes con el presidente egipcio Hosni Mubarak y le aseguró que Israel adoptaría medidas para apoyar al mandatario palestino Mahmoud Abbas, quien lidera el partido Fatah.
Una declaración divulgada por la Oficina del Primer Ministro detallaba que Olmert le había aseguraba al gobernante egipcio que haría todo lo posible para "ayudar a los moderados en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) luego de que el radical Hamas tomara a Gaza por la fuerza".
Este sábado, combatientes de Fatah ingresaron a los edificios controlados por Hamas en Cisjordania, incluyendo el parlamento palestino en la central ciudad de Ramalá.
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La esperanza de los israelíes es que el pueblo palestino, en última instancia, le de la espalda al Hamas. El primer paso que seguramente dará Olmert será liberar los cientos de millones de dólares que le debe a la ANP por impuestos de aduana que cobra en su nombre, y que congeló después de que el Hamas llegó al poder el año pasado.
El gobierno israelí, como varios de Occidente, impuso un embargo económico contra la ANP cuando el Hamas derrotó a Fatah en las elecciones parlamentarias de hace 17 meses y se negó a acceder a las demandas de que reconociera a Israel y renunciara a la violencia.
Pero la decisión de Abbas el jueves de disolver al gobierno de unidad liderado por Hamas y declarar estado de emergencia abrió el camino para que Israel liberara los fondos de la ANP.
"El hecho de que el presidente Abbas haya despedido al gobierno del Hamas es una medida muy positiva, en nuestra opinión, y hace más fácil ayudar a los moderados", dijo Miri Eisin, portavoz de Olmert.
Ya en otras ocasiones Israel adoptó una política de respaldo a los palestinos moderados, pero no siempre dio resultado.
Ni el ex primer ministro Ariel Sharon (2001-2006) ni Olmert han sido particularmente generosos en hacer concesiones a Abbas. A comienzos de este año, Olmert prometió implementar una serie de medidas para hacer más fácil la vida de los palestinos en Cisjordania, como levantar las restricciones a los viajes.
Pero, en los hechos, poco cambió, ya que casi todos los controles militares en las carreteras de Cisjordania, establecidos por Israel para impedir el ingreso a su territorio de atacantes suicidas, siguieron funcionando.
La decisión de Israel de retirar en forma unilateral a sus fuerzas de Gaza en agosto de 2005, sin negociar con los palestinos, también socavó a los líderes palestinos moderados. Hamas, que se negaba a dialogar con Israel y apoyaba los ataques armados, pareció vindicado con esa medida.
Israel retiró sus fuerzas militares y a las colonias judías de Gaza, y para ello los palestinos no debieron hacer ninguna concesión.
Cuando Olmert llegue a Washington la próxima semana para una reunión con el presidente George W. Bush, seguramente encuentre eco en su postura ante la crisis palestina.
Pero es probable que Estados Unidos le pida más que el levantamiento de la moratoria de fondos. Bush seguramente la pida al líder israelí que cumpla sus promesas de aliviar las restricciones de viaje en Cisjordania.
En Gaza, por el contrario, es probable que Israel endurezca el embargo en algunas áreas, sobre todo en la frontera con Egipto, donde los combatientes islámicos contrabandean armas a través de túneles subterráneos. Por ahora, los militares israelíes han recibido claras instrucciones de no intervenir.
También es probable que Israel intente acentuar las diferencias entre Gaza y Cisjordania, insistiendo en que ambas zonas deben recibir tratos diferentes. El gobierno de Olmert incluso considera declarar a Gaza entidad enemiga.
Cisjordania y Gaza son ahora, en realidad, dos entidades diferentes, y no sólo geográficamente. Cada una tiene su propio gobierno. Hamas rechazó la decisión de Abbas de sacar de su cargo el primer ministro Ismail Haniyeh, arguyendo que era un intento de ignorar los resultados de unas elecciones legítimas.
Para reflejar las diferencias entre las dos zonas palestinas, los medios israelíes se refirieron esta semana a la empobrecida y más religiosa Gaza como "Hamastán", mientras que a Cisjordania, con una más educada población de dos millones de habitantes, la llamó "Fatahlandia".
Israel podría intentar reanudar las conversaciones con Abbas, con el objetivo de alcanzar un acuerdo sólo sobre Cisjordania. Pero éste es un escenario improbable, ya que los palestinos ven a ambas zonas como partes integrales de un futuro estado, y Abbas seguramente se mostraría renuente a una invitación a negociar sobre una sola de éstas.
Este domingo, Olmert discutirá en Nueva York con el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el despliegue de una fuerza internacional de paz en Gaza. El líder israelí ya había ordenado a su Consejo de Seguridad Nacional y su cancillería que redactaran un borrador de la propuesta.
Sin embargo, es difícil encontrar un funcionario israelí que crea que alguna vez una fuerza internacional llegue a Gaza. Es muy poco probable que países occidentales y árabes estén dispuestos a enviar tropas.