El ex primer ministro Ehud Barak parecía haber perdido toda influencia en la política israelí, pero resultó el más votado en las elecciones internas del Partido Laborista esta semana y vuelve al ruedo con renovados bríos.
Barak se encontraba en un distante tercer lugar en las encuestas de opinión de hace tres meses. Sus posibilidades de recuperar el liderazgo del centroizquierdista laborismo parecían remotas.
Pero este ex jefe de gobierno (1999-2001), figura rechazada durante mucho tiempo dentro de su partido y entre los israelíes en general, logró un regreso dramático al conquistar el liderazgo laborista en las urnas el miércoles, en la segunda vuelta de las elecciones internas.
Pero esta resurrección no es sólo una victoria personal para él. Por paradoja, también podría proporcionarle un salvavidas al hombre al que, en última instancia, Barak espera reemplazar y cuya renuncia reclama: el actual primer ministro Ehud Olmert, del centrista partido Kadima.
Y también podría disparar un nuevo ímpetu pacificador, pero no en Gaza o en Cisjordania, sino tal vez con Siria.
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Tanto en la primera como en la segunda vuelta de las elecciones internas del laborismo, Barak, un ex comandante del ejército, le ganó al legislador Ami Ayalon, ex director del Shin Bet (servicios de seguridad interna de Israel).
Tras dejar anticipadamente el poder en 2001, luego del naufragio del diálogo de paz con el hoy fallecido presidente palestino Yasser Arafat y del estallido de la segunda intifada (levantamiento popular palestino) en 2000, Barak se apartó de la arena política.
El prestigioso militar se dedicó a los negocios privados, en un paso que le valió el desprecio de miembros de su partido, que lo acusaron de abandonarlo en pro de su riqueza personal.
Pero luego convenció a los laboristas —que lo acusaban de arrogancia— de que se había enmendado, y se concentró en la competencia, ganando, hace dos semanas, la primera vuelta de las elecciones internas. Aunque no logró en esa oportunidad el 40 por ciento requerido para ganar directamente, su victoria le proporcionó impulso para triunfar en la segunda.
Ahora se unirá al gobierno de Olmert, asumiendo el puesto de ministro de Defensa que deja vacante el líder saliente del partido, Amir Peretz, derrotado en la primera ronda de las elecciones internas.
La única declaración pública de Barak en su muy silenciosa campaña electoral fue que retiraría al laborismo de la coalición de gobierno si Olmert no renunciaba en agosto, cuando un comité que investiga el manejo de la guerra en Líbano publicará su informe final.
Olmert afrontó pedidos de renuncia luego que un informe provisorio publicado por el comité a principios de mayo consideró que su gobierno había fracasado en el manejo de la guerra.
Pero si el informe de agosto le proporciona a Olmert el más mínimo respiro, es previsible que el primer ministro lo maneje como un aval para mantenerse en el poder y también que Barak esté a su lado, porque el compromiso preelectoral se habrá vuelto irrelevante.
"Olmert tiene una razón para estar feliz" por el triunfo de Barak en el laborismo, pues "estabilizará su gobierno", dijo a IPS Abraham Diskin, profesor de ciencia política en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
"La alianza entre Ehud y Ehud podría durar pocos años. A menos que Olmert sea acusado por uno de los casos (de corrupción) por los que es investigado, o que el informe sobre la guerra diga claramente que no puede permanecer en el cargo, este gobierno podría incluso sobrevivir hasta 2009", pronosticó Diskin.
Las próximas elecciones están previstas para fines de 2010.
Diskin dijo que Barak tampoco tendrá problema en hallar un pretexto para explicar su decisión de permanecer en el gobierno.
Los miembros del laborismo tampoco estarán inclinados a presionar a Barak para que cumpla su compromiso. Ellos saben que si se retiran del gobierno podrían permanecer largo tiempo en la oposición.
Los analistas de las encuestadoras pronostican que el ex primer ministro Benjamin Netanyahu (1996-1999), líder del partido derechista Likud, ganaría hoy si se realizaran elecciones nacionales anticipadas.
Aunque Barak, de 65 años, en última instancia quiere volver a la jefatura del gobierno, sabe que necesita tiempo para lograr entre el público general lo que logró entre los laboristas: convencerlos de que cambió y de que vale la pena elegirlo para liderar el país.
Algunos analistas políticos ya calificaron la victoria de Barak como "la segunda oportunidad de Olmert". Otros especulan que la inclusión de Barak en el gobierno reverdecerá los esfuerzos de paz en el frente sirio.
En los últimos días, Olmert transmitió mensajes conciliadores a Damasco y espera la respuesta del presidente sirio Bashar el-Assad.
Pero lo primero que hará Barak será reforzar su apoyo dentro del partido y atraer a Ayalon y a Peretz para asegurarse de que no se vuelvan una fuente de oposición interna.
También usará el Ministerio de Defensa para reivindicar su imagen. Cabe esperar verlo su fotografía en la prensa en excursiones militares, y que sus declaraciones públicas se concentren en cuestiones de defensa. Barak querrá que lo vean invirtiendo todas sus energías en garantizar la seguridad de Israel.
Pero Barak no preparó su regreso porque quisiera ser ministro de Defensa. Su mira está firmemente puesta en el primer premio: la jefatura de gobierno. Su discurso victorioso en la mañana del miércoles no dejó lugar a dudas.
"Es responsabilidad del Partido Laborista establecerse, primero y por sobre todo, como la alternativa democrática del Estado de Israel", dijo a sus simpatizantes.